David Placer (ALN).- Un refugiado venezolano que espera cupo en uno de los refugios municipales recibió cuatro puñaladas mientras dormía en su hamaca en un parque de Barcelona, España. Su agresor, un hombre enmascarado, no medió palabra. Es la segunda agresión de este tipo en tres semanas en Barcelona y los venezolanos que duermen en la calle han comenzado a organizar turnos de guardia para evitar nuevas agresiones. La policía ha abierto una investigación para capturar al responsable
La madrugada del viernes pasado, Óscar Briceño, un refugiado venezolano de 39 años que duerme en la calle en Barcelona, sintió un movimiento brusco en su hamaca. Al abrir los ojos, vio a un hombre enmascarado con pasamontañas y capucha, completamente vestido de negro. Levantó su camiseta y mostró un cuchillo. Sin mediar palabra, alzó el arma y la dirigió hacia el pecho de Óscar para asestar una puñalada.
El agresor no pudo enterrar su arma, porque topó con una de sus costillas, pero volvió a clavar el cuchillo tres veces más. La herida más profunda fue en una pierna.
“Era evidente que quería matarme. Sólo vi sus ojos. Me mostró el arma y alzó los hombros como para infundir miedo. No pronunció ni una palabra antes de lanzarme los zarpazos. Empecé a gritar a los compañeros que también duermen en la calle. Los desperté, intentaron ayudarme, y el agresor salió corriendo”, explica a Óscar que trabaja vendiendo artesanía en la calle y también con algún trabajo puntual de reparto de comida a domicilio, en una entrevista con ALNavío.
Un grupo de venezolanos solicitantes de asilo político duerme en las afueras del refugio del barrio obrero Nou Barris, junto a la biblioteca y la sede de la policía local, la Guardia Urbana. Dos venezolanos duermen sobre cartones, un cubano instala una tienda de campaña y, hasta la noche de su agresión, Óscar colgaba una hamaca entre dos columnas del refugio en el que todo el grupo espera una plaza.
Los refugios están colapsados en el Ayuntamiento de Barcelona, presidida por la alcaldesa Ada Colau, afín al partido político Podemos y que en 2008 visitó Venezuela invitada por el chavismo para conocer la política habitacional del gobierno venezolano.
Hay lista de espera y los solicitantes de una cama duermen en las afueras del recinto. Hombres y mujeres de varias nacionalidades pasan el día por la zona, esperan turno para las duchas y duermen en los alrededores. Hay cierta cordialidad entre los procedentes de Argelia, Marruecos, Argentina, Perú y Venezuela.
Óscar asegura que no tiene ni ha tenido ningún conflicto con nadie desde que llegó a Barcelona. Está convencido de que no conoce a su agresor. El pánico se ha apoderado entre los solicitantes de asilo venezolanos, que creen que el encapuchado ataca sin ningún motivo a los inmigrantes que duermen en la calle.
José (nombre ficticio para proteger su identidad) trabajaba en un cargo medio en una empresa pública en Venezuela. Llegó a España con 200 euros prestados y 300 dólares en efectivo. Ahora duerme en la calle y, desde que presenció la agresión de Óscar, no logra descansar.
“Me desperté por los gritos de Óscar que pedía auxilio. El hombre lo había apuñalado y gritaba de dolor. Fue un gran impacto para mí. Yo nunca había dormido en la calle en Venezuela. Siempre tuve mi casa y mi trabajo. Pensaba que España era un país seguro, pero esto me ha afectado emocionalmente. Ahora no sé si fue buena idea venir. Pensaba traer a mi esposa y a mi hijo. Ahora, casi no puedo dormir”, explica el testigo.
Daniel (nombre ficticio), otro venezolano solicitante de asilo, dormía a dos metros de Óscar. Apenas escuchó los gritos, saltó para defender a su compatriota. El agresor también intentó agredirle, pero, al ver que el resto de compañeros se levantaban, decidió salir corriendo. “Salí detrás de él, pero no pude alcanzarlo porque yo no tenía zapatos”, explicó Daniel.
Dos agresiones en menos de un mes
Los venezolanos han pedido mantener su nombre verdadero en el anonimato porque sus familias desconocen que viven en la calle. Ahora, el terror se ha apoderado del grupo. Han comenzado a organizar horas de guardia para evitar nuevas agresiones. Uno de ellos debe estar despierto cada dos horas.
La agresión de Óscar supone el primer ataque de este tipo contra un venezolano en España. Es un hecho que no ocurre en Perú o Ecuador, donde el creciente malestar en las clases populares por la llegada de inmigrantes ha ocasionado varios ataques contra venezolanos.
El caso más reciente se trata de un ataque en la Europa del bienestar y de la protección social. La policía catalana no descarta hasta ahora ningún móvil, incluido el del delito de odio, por la condición de inmigrantes o de sin techo.
Los asilados venezolanos que duermen a la intemperie también han decidido cambiar de ubicación. Cuentan que ahora la policía pasa cuatro o cinco veces en la noche para vigilar mejor la zona.
El caso de Óscar no ha sido aislado. Hace tres semanas, otro inmigrante sin techo fue agredido por un encapuchado sin mediar palabra. La víctima, de nacionalidad marroquí, también espera el turno para una cama en el refugio municipal, según explican los refugiados.
Los refugiados venezolanos han decidido mudarse del lugar de la agresión por miedo a un nuevo ataque con arma blanca. Ahora, hacen turnos de vigilancia durante la noche
Óscar fue trasladado en ambulancia al hospital, donde fue atendido por las agresiones sufridas. Tres de las heridas requirieron la intervención con varios puntos de sutura, pero la víctima no corre peligro y se recupera favorablemente. Tras la agresión, el refugio ha accedido a dar una cama a Óscar. Ahora duerme, bajo resguardo en una habitación con varias literas. El resto de venezolanos espera turno.
La Guardia Urbana ha confirmado a ALNavío que se interrogó a los testigos y trasladó el caso a los Mossos d’Esquadra, la policía autonómica catalana que está investigando el caso. Óscar ya dio detalles de la denuncia y, por las preguntas que le formularon, cree que la policía puede tener pistas de un sospechoso.
La ONG Arrels, que trabaja para la reinserción social de hombres y mujeres sin techo, denunció el año pasado que tres de cada 10 personas que duermen en la calle en Barcelona sufren ataques violentos. El año pasado un hombre ingresó en prisión por apuñalar a un dirigente en un cajero automático y la sociedad catalana sufrió una dura conmoción en 2.005 cuando tres jóvenes quemaron viva a una indigente en un cajero automático de Barcelona tras rociarla con gasolina.
La última víctima, Óscar, ha vivido en varias ciudades españolas. Es artesano y trabaja vendiendo lámparas en forma de corazón para que los niños puedan dormir con una luz tenue en sus habitaciones sin miedo. Cuando se recupere de su herida, intentará seguir trabajando y ahorrar para tener de nuevo una habitación donde dormir junto a los corazones de distintas formas y colores que son elaborados, con sus propias manos, como símbolo de protección.