Rafael Alba (ALN).- Haim Saban crea un nuevo sello discográfico, centrado en el pop y el reggaeton, con una inversión inicial de 500 millones de dólares. El millonario israelí, que también tiene la nacionalidad estadounidense, es uno de los mayores donantes del Partido Demócrata y apostó fuerte por Hillary Clinton en las últimas elecciones presidenciales de EEUU. Es el accionista principal de Univisión.
Se llama Haim Saban. ¿Les suena? Quizá sí. Sobre todo, si ustedes son lectores habituales de revistas especializadas en la economía de los grandes magnates, como Forbes, por ejemplo. En ese caso, seguro que están al corriente de que este ciudadano israelí, que cuenta también con la nacionalidad estadounidense desde hace años, residente en Los Angeles, es uno de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna cercana a los 3.000 millones de dólares. A lo mejor también saben que Sabam es uno de los principales donantes de fondos con los que cuenta el Partido Demócrata, quizá como consecuencia de los lazos de amistad que le vinculan con el expresidente Bill Clinton. Y que jugó fuerte para llevar a Hillary Clinton a la Casa Blanca, circunstancia que le convertiría entonces en uno de los enemigos más duros con los que ha tenido que lidiar Donald Trump, desde que se convirtió, por sorpresa, en el presidente número 45 de EEUU.
El primer fichaje del Saban Music Group ha sido Gustavo López, el cerebro constructor de la división latina de Universal que trabajó con Grainge hasta 2017 y que después de haber estado 21 años en la multinacional salió de allí para fundar Talento Uno, una compañía de servicios especializados para músicos.
Una rivalidad que se ha mantenido desde entonces y que ha vuelto a acentuarse ahora como consecuencia del nuevo periodo preelectoral en el que acaba de entrar el gran país norteamericano. Desde principios de siglo, además Saban, es quizá una de las voces más oídas en la creciente comunidad latina estadounidense, cada vez más nutrida y poderosa. Todo gracias a su condición de accionista principal de Univisión, la gran cadena estadounidense líder en el mercado de las emisiones en castellano, que su grupo Saban Capital al frente de un consorcio de fondos de inversión había comprado en 2007, cuando el impulso que le concedieron en el último tramo del siglo XX otros ilustres magnates del subcontinente como los Cisneros de Venezuela o los Azcárraga de México, se había diluido. Con Saban en los mandos, y tras un periodo oscuro de alto endeudamiento y dificultades financieras, se consumó el asalto a los cielos de la emergente industria hispana de contenidos audiovisuales y la cadena consiguió batir por primera vez en los rankings de audiencia a sus grandes rivales anglosajonas, a lomos del éxito transversal y global que consiguió La fea más bella, la versión para EEUU de la telenovela colombiana Yo soy Betty La Fea.
Pero esos maravillosos objetivos no se consiguieron, por supuesto, sin algunas renuncias y amarguras. En especial, para un magnate como Saban, que hizo fortuna gracias a su habilidad para producir series televisivas de éxito, como los inolvidables Power Rangers. Un producto bendecido por el público global que lanzó desde su empresa de entonces Saban Entertainment en colaboración con el Fox Family Chanel de Rupert Murdoch. El éxito financiero de esta y otras producciones, que inauguraron áreas de negocio inexploradas hasta entonces como la colaboración entre la industria audiovisual y los grandes fabricantes de juguetes por medio de la venta de licencias, hicieron posible que Haim Saban, vendiera su productora a Walt Disney en 2001, por la estratosférica cifra de 5.300 millones de dólares (4.761,65 millones de euros) todo un récord en aquellas fechas iniciales de este siglo de cambios, y una base excelente para la consolidación del inesperado imperio de un hombre que, por encima de todo, habría querido ser otra cosa: un bajista tan competente como lo eran sus ídolos (Jack Bruce de The Cream, Jaco Pastorius de Weather Report, o John Deacon de Queen).
Pero su destino no era ese. Y lo supo pronto. Allá por la década de los sesenta, cuando militaba en The Lions of Judah, una banda de cierto renombre en Israel, en la que empezó como bajista, pero terminó convertido en mánager y productor. Dos trabajos que también ejerció luego con cierto éxito en Francia, durante la década de los setenta, como adaptador al francés de los temas de las series televisivas estadounidenses de la época como Starky y Hucth o Dallas. Entonces tuvo su primera gran discográfica Saban Records. Un sello que no dejó demasiada huella en la historia de la música europea, aunque llegó a contar con una canción ganadora del Festival de Eurovisión. Fue en 1983, el año en que España no llegaría a conseguir ningún punto, a pesar de haber presentado a la competición un tema innovador e interesante titulado ¿Quién maneja mi barca?, que defendió con pundonor la maravillosa cantaora de flamenco Remedios Amaya. La canción ganadora, producida por Haim Sabam, fue Si la vie est cadeau, compuesta por Alain Garcia y Jean-Pierre Millers, que competía en representación de Luxemburgo.
Después de eso, nuestro protagonista empezó a probar suerte con las producciones de dibujos animados y, como hemos contado antes, está vez el éxito le iba a sonreír por completo. Pero en el corazón de este magnate con alma de artista, al parecer, quedaban algunos resquemores relacionados con la industria musical, el campo en el que el triunfo, al menos de momento, jamás le sonrió por completo. Aunque quizá eso también esté a punto de cambiar. O por lo menos, en esta ocasión Saban parece dispuesto a todo. A movilizar todos los recursos financieros y artísticos que hagan falta para lograrlo. Quiere tener una major. La cuarta del sector. La gran empresa discográfica latina que hace falta para acompañar el éxito irresistible que están alcanzando en este momento las canciones cantadas en castellano en todo el mundo. Tomarse la revancha de Universal Music Group y de sir Lucian Grainge, su admirado enemigo. Sobre todo, porque hace once años, poco después adquirir Univision, no tuvo más remedio que vender Univision Music Group a la discográfica francesa. Necesitaba reducir deuda y se deshizo del activo que, tal vez, más apreciaba.
Carlos Slim endurece la ofensiva por el control del streaming en América Latina
El movimiento fue todo un acierto estratégico de Grainge. Gracias a la adquisición de estos activos, el ejecutivo británico pudo poner los cimientos de la división latina de Universal, en la que militan casi todos los grandes artistas del género como Juanes, J. Balvin, Alejandro Fernández, Luis Fonsi, Karol G o Alejandro Sanz, por citar solo a unos pocos. Una nómina de ensueño que ha convertido a esta disquera, en la principal beneficiaria del gran boom de la música latina que YouTube ha propiciado en el último trienio. Pero, tal vez ahora su número uno empiece a estar en peligro. Por lo menos si Saban consigue lo que se ha propuesto. En ese regreso estelar al sector del que hemos hablado en el párrafo anterior y que, de momento, se ha concretado con la creación del Saban Music Group, que inicia sus operaciones con la potencia que le concede una inversión inicial de 500 millones de dólares y que, aparentemente, no dudará en tirar de talonario si se trata de realizar fichajes de relumbrón o de adquirir activos, catálogos de canciones, en especial, que le permitan encontrar atajos rápidos en ese camino hacia la cima que acaba de emprender.
El primer fichaje del Saban Music Group ha sido Gustavo López, el cerebro constructor de la división latina de Universal que trabajó con Grainge hasta 2017 y que después de haber estado 21 años en la multinacional salió de allí para fundar Talento Uno, una compañía de servicios especializados para músicos. Una empresa cuya filosofía, basada en el desarrollo de los nuevos talentos latinos a través de las últimas herramientas tecnológicas, impregna ahora el nuevo y poderoso vehículo que Haim Saban acaba de proporcionar a López para buscar un rápido ascenso a la primera división latina. De momento, tanto el jefe como su ejecutivo estrella parecen entusiasmados con su flamante juguete. Quieren dotar de la potencia financiera y los recursos de una multinacional a una compañía que, sin embargo, promete cuidar a sus artistas con el mimo y la concentración que suelen ofrecerles los pequeños sellos especializados. O eso dicen ahora, cuando la luna de miel no ha hecho más que empezar.
Eso sí, no quieren conformarse con simples liderazgos de nicho. Buscan grandes éxitos internacionales y, de momento, se van a especializar en los llamados estilos urbanos, el pop latino y el reggaeton y en la música cantada en castellano. Aunque también habrá sitio para el idioma inglés, cuando sea necesario. Los primeros fichajes de Saban y López tienen unos perfiles claramente definidos y una característica común irrenunciable: el éxito previo en las redes sociales como avales imprescindibles. Sus nombres aún no son demasiado conocidos para la mayoría. Pero todo se andará. Por si acaso, mejor los graban en la memoria caché, para que su posible llegada a lo alto de las listas de escuchas de streaming, clicks y reproducciones de vídeo, no les pille desprevenidos. Por ahora, la armada está compuesta por el dúo Static and Ben con más de cinco millones de seguidores en las redes sociales, la cantante Marie Monti, la estrella colombiana Reykon, el último fenómeno juvenil de YouTube, llamado Daniel el Travieso y Chesca, una showwoman latina de pura sangre, a quien la prensa musical latina especializada empieza a considerar como la más probable sucesora de Jennifer López.
Pero crucen los dedos porque los últimos rumores apuntan hacia un par de fichajes de relumbrón que completen este equipo ganador, cuesten lo que cuesten. Y la lista de nombres susceptibles de ser tentados a medio y corto plazo incluye a todos esos que ustedes se imaginan y a alguno más. De hecho, aunque el mercado latino es su objetivo principal, las querencias y el pasado de Saban también sitúan en el punto de mira a otros segmentos del negocio un tanto descuidados ahora por el resto de las majors, como el área francófona, por ejemplo. Todo se andará. Y es probable que no todas las grandes expectativas que se han creado en el mercado lleguen a cumplirse por completo al final. Pero algo sí ha sucedido ya: Haim Saban y López han agitado las aguas, últimamente demasiado en calma, del mercado de la música latina y han encendido todas las alarmas en su competencia. En Universal son conscientes de que les toca ponerse las pilas. Pero el terremoto se ha hecho notar también en las oficinas de Sony y Warner. Veremos cuáles son las verdaderas consecuencias finales de este nuevo fenómeno atmosférico. En cualquier caso, la partida ha vuelto a ponerse interesante. Y eso ya es un triunfo de ese millonario que fue bajista y que pretende volver a la música por la puerta grande. Desde aquí le deseamos suerte, algo que, por cierto, no va a hacer nunca Donald Trump, según parece.