(EFE).- El Movimiento Ecologista Venezolano llamó este sábado a los jóvenes del país y de todo el mundo a sumarse en la conformación de una alianza mundial en defensa de la vida en el planeta, informó la coordinadora nacional de esta organización, Teresa Carrasquel.
«Es importante conformar un gran movimiento mundial que proteja la vida en el planeta, que este en contra del sistema capitalista, responsable de la crisis climática», dijo Carrasquel en una transmisión del canal estatal Venezolana de Televisión.
Para lograr este objetivo, la organización venezolana ha convocado a 200 personas de todos los continentes, que han sido contactadas a través de la Asamblea Internacional de los Pueblos, según aseguró Carrasquel.
Además, insistió en que es la juventud la «responsable» de «organizarse y transformar» el estilo de vida en el que, aseguró, está sumergida la sociedad.
«Estamos firmemente convencidos de que es el ecosocialismo la alternativa a la construcción de la preservación de la vida», apuntó.
De la mano con el Gobierno de Maduro
Carrasquel refirió que este grupo, simpatizante del chavismo, trabaja de la mano con las políticas del Ejecutivo nacional en torno al «quinto objetivo del plan de la patria para la preservación de la vida en el planeta» para procurar la sensibilización en torno a este tema en todo el país.
Sin embargo, recientemente, la iniciativa venezolana Proyecto Educación, Producción y Ambiente (EPA) exhortó al Estado venezolano a promover políticas ambientales «transparentes» con la participación de redes y grupos de interés para fomentar el desarrollo sustentable.
«El Estado debe promover políticas públicas ambientales transparentes construidas desde las bases con la participación de redes y grupos de interés, que permitan llevar a cabo diversas actividades para promover el desarrollo sustentable», señaló EPA en su cuenta de Twitter.
El proyecto, conformado por las ONG Fundaredes, Fundesus, Fundeturan, Fundación Gerencia Social y Desarrollo Humano Sostenible (Ceides), aseguró que, desde hace más de una década, el país caribeño padece una crisis económica, social y cultural que ahora desencadena en una «emergencia ambiental», que si no es controlada, podría convertirse en una «catástrofe» para las comunidades indígenas.