Leticia Núñez (ALN).- Benito Grande llegó a Montevideo con apenas seis años. Hoy, junto a sus cuatro hijos, posee el 100% del capital social de Homero de León, una de las distribuidoras de automóviles más importantes de Uruguay. A sus 70 años dice que no piensa en jubilarse.
Con solo seis años, Benito Grande hizo las maletas rumbo a Uruguay. Dejaba atrás sus recuerdos de infancia en el municipio orensano de A Merca. Sus padres se habían marchado a ese país dos años antes. Ella era costurera en una fábrica de camisas. Él compaginaba su trabajo en una obra por la mañana con el de una tienda de muebles por la tarde. Los fines de semana ejercía como vendedor en una feria.
“Es evidente que la vida del emigrante en aquella época no era fácil, lo único que garantizaban en Uruguay era el trabajo, y eso fue lo que hicieron mis padres, trabajar e inculcarnos a mi hermana y a mí lo mismo”, recuerda Grande en una entrevista con el diario ALnavío. Cuenta que él se limitó a seguir los pasos de sus progenitores y que a los 13 años ya estaba empleado en un mercado de la capital. A los 18 saltó al Banco Transatlántico. Y, por las noches, terminaba sus estudios de bachillerato.
La quiebra de la entidad le obligó a encauzar su carrera profesional. Fue ahí cuando apostó por Homero de León, una de las empresas más antiguas dedicadas a la comercialización de vehículos, fundada en 1939. Empezó realizando trabajos administrativos y en apenas tres años se hizo cargo de la gerencia general. Con 20 años llegó a la universidad para cursar Ciencias Económicas. Sin embargo, abandonó los estudios en el segundo curso por lo difícil que le resultaba combinarlos con sus obligaciones laborales. “El trabajo era imprescindible, toda la familia aportaba a la casa”, confiesa.
«Lo único que he hecho en toda mi vida fue trabajar y tratar de educar a mis hijos. Todo con gran esfuerzo»
Hoy, con 70 años y después de toda una vida dedicada al trabajo, como ya hicieran sus padres, posee el 100% del capital social de Homero de León y es el mayor comerciante de vehículos chinos en el país. “Lo único que he hecho en toda mi vida fue trabajar y tratar de educar a mis hijos. Todo con gran esfuerzo, constancia y perseverancia”, asegura. Unos valores que le sirvieron para ser reconocido como el emprendedor gallego del año en 2015. “Benito es y ha sido en su faceta personal, profesional y de compromiso con la colectividad gallega una persona muy importante. Lo mejor que puede hacer un gallego es trabajar por otros gallegos”, dijo el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, durante el homenaje que recibió Grande.
El grupo que dirige Grande distribuye la marca Seat desde este año / Foto: Benito Grande
Una adquisición paulatina
Antes de hacerse con el control del 100% de la sociedad en 1999, estuvo destinado en la ciudad de Mercedes, a 280 kilómetros de la capital. Grande, que por aquel entonces solo llevaba tres meses casado, recuerda que viajaba los lunes por la mañana y regresaba los sábados por la tarde a Montevideo, puesto que su esposa seguía allí viviendo con su hija recién nacida. En 1977, pasó a desempeñar el cargo de gerente de ventas y en 1982, el de gerente general hasta 1986.
Para esa fecha, el destino le tenía reservado un cruel acontecimiento: el fallecimiento de su esposa. Se quedaba a cargo de sus tres hijos, de cuatro, 10 y 12 años. Precisamente sus hijos son hoy un pilar fundamental de la empresa. “Carolina, la mayor, está al frente del departamento administrativo; Sebastián es el gerente de ventas, y Martín se ocupa del alquiler de automóviles”, explica Grande, que logró la totalidad del capital en distintas etapas y a medida que sus primeros dueños morían o se retiraban.
Su hijo pequeño, Santiago, fruto de su segundo matrimonio, estudia en la actualidad la carrera que él tuvo que abandonar. Si todo va bien, terminará a finales de este año. “Asimilará el departamento financiero”, concluye al respecto. Da trabajo a 120 personas El emprendedor rememora que hasta el año 2002 fueron representantes de la marca coreana Daewoo para todo Uruguay, pero que debido a la crisis en el país asiático quebró y fue adquirida por General Motors (EEUU).
“Nosotros perdimos la representación y la crisis que sufría Sudamérica, en especial Uruguay y Argentina, afectó nuestro negocio de forma muy profunda”. Lejos de lamentarse, Grande dio el salto a China. Era 2004. Fue para, simplemente, conocer el mercado y sus posibilidades y en menos de un año ya importó los primeros vehículos.
«En 2017, Seat nos nombró distribuidores exclusivos en Uruguay, lo que implica dar un salto»
Actualmente Homero de León opera como el primer distribuidor de marcas de automóviles chinos en el mercado uruguayo. Tiene las concesiones de Great Wall Motors, DFSK (DFM Mini Auto), Foton y SAIC GM Wuling, con las que cubre desde pequeños turismos hasta vehículos industriales. Cuenta con 120 empleados, vende una media anual de 2.400 a 2.500 unidades y logra una facturación que se mueve entre 25 y 30 millones de dólares (entre 23 y 28 millones de euros). Y todo ello en un mercado “reducido” como el uruguayo: “Somos apenas tres millones de habitantes y las ventas anuales totales no superan los 47.000 automóviles, caminos y vehículos comerciales”.
“Uruguay es muy buen mercado”
Tras lamentar que 2016 no fue un año bueno para el negocio de los automóviles, asegura que el mercado ha decrecido un 20%, señala que los vehículos procedentes de Brasil, Argentina y México no pagan aranceles de importación por pertenecer a Mercosur, lo que les afecta de lleno.
Aun así, defiende que “Uruguay es un muy buen mercado para instalarse por ser un país exportador de productos primarios”. Su grupo tiene motivos para pensar así: Seat les ha nombrado distribuidores exclusivos de la marca. “Estoy orgulloso de que una firma española nos haya designado. Esto implica dar un salto en nuestro desarrollo”. Salto que experimentará rodeado de sus hijos, a quienes considera su mayor logro. “Me siento inmensamente feliz de tenerlos a mi lado todos los días y ver cómo desempeñan sus obligaciones con gran responsabilidad y cariño”, reconoce.
Tampoco se olvida de Uruguay, al que guarda un agradecimiento enorme: “Es el país que me permitió estudiar, formar familia y desarrollar mis ansias de superarme”. Un arraigo, dice, que no cree que le permita volver a Galicia… aunque sea su sueño. Además, entre sus planes no está la jubilación: “Aún puedo aportar mucho”.