Daniel Gómez (ALN).- El bastón blanco es una de las mejores herramientas que tienen los ciegos para desplazarse. Pero no es infalible. ¿Cómo evitar los obstáculos que están por encima de la cadera? ¿Y si hay un saliente a la altura de la cara? ¿Qué hacer para no abrirse la cabeza? A estas preguntas se enfrentó Antonio Alarcón cuando se quedó ciego. Y les dio respuesta diseñando el Bastón Egara. Este emprendedor español cuenta su historia al diario ALnavío.
La vida de Antonio Alarcón dio un giro radical hace casi 10 años. Se quedó prácticamente ciego porque le detectaron un glaucoma, una enfermedad en el ojo que con mala suerte puede robar la visión. Antonio Alarcón tuvo esa mala suerte. Casi de la noche a la mañana se quedó sin vista, lo jubilaron, y tuvo que convertir al bastón blanco en su compañero de rutinas.
Con el apoyo de la ONCE, la asociación de ciegos de España, Antonio Alarcón comenzó a adaptarse a las dinámicas del aparato. Las técnicas para circular. Para detectar obstáculos. Para no tropezarse con la gente. Para moverse por una calle, por un edificio, por una casa con seguridad…
Pero no todo era adaptación, ni todo era técnica. Había situaciones en las que el bastón no podía hacer nada. ¿Qué pasaría si una rama se le atravesaba delante de la cámara? ¿O una sombrilla? ¿O el retrovisor de un camión?
Antonio Alarcón experimentó estos peligros en carne propia. En una de sus primeras prácticas, él, que mide un metro noventa y pesa casi 110 kilos, casi se abre la cabeza chocándose contra el techo.
¿Cómo podía evitarlo?
Ya bastante trauma era llevar el bastón, como para también estar preocupándose por los obstáculos que le sobrepasan la cintura. Entonces puso el cerebro a funcionar.
Le dio vueltas y vueltas. Investigó. Hizo consultas con los compañeros de Instead Technologies, una empresa tecnológica de Elche a la que se incorporó cuando se quedó ciego para de alguna forma seguir trabajando. También consultó a amigos. A conocidos. Investigó e investigó hasta que certificó que apenas había soluciones para ciegos. Fue ahí cuando se le ocurrió la idea de lanzar el Bastón Egara.
“Me sorprendió que nunca nadie pensara en eso. En internet sí que vimos que había muchos desarrollos. Bastones con ultrasonido, con radares… Y claro, todo era muy complejo. Muchas personas con discapacidad visual son gente mayor, que no puede adaptarse a esos aparatos tan complicados. Así que nos dimos cuenta de que necesitábamos algo que se adaptara al usuario”, contó Antonio Alarcón al diario ALnavío.
La tecnología del Bastón Egara
Prácticamente a contracorriente de lo que dicen todos los manuales de innovación y conferencistas de Silicon Valley, Antonio Alarcón, con el apoyo de sus compañeros de Instead Technologies, ideó el Bastón Egara, un producto que no tiene GPS, ni wifi, ni procesa datos.
“Hemos hecho un bastón lo más sencillo posible para resolver un problema concreto”, explicó.
Que el Bastón Egara no cuente con dispositivos llenos de palabrejas y anglicismos no quiere decir que no esté respaldado por una fuerte tecnología. De hecho, su proyecto fue uno de los finalistas de los premios a la innovación que convocó la Fundación Mapfre este año en 20 países.
El Bastón Egara cuenta con censores infrarrojos que detectan todo lo que hay frente al usuario. Detectan, eso sí, todo lo que es realmente peligroso, puesto que no es cuestión de estar continuamente enviando estímulos irrelevantes al usuario.
“El bastón discrimina los peligros habituales por encima de la cintura. Los obstáculos con los que sí va a golpear, para no sobrecargarlo de información”, comentó.
El bastón también incluye una pulsera con un cable. “Al principio pensamos que con que vibrara el mando sería suficiente. Pero es que los usuarios reciben mucha información con el barrido del bastón. Si nosotros le acoplábamos la vibración al mando haríamos que perdieran parte de la información. Por eso lo que vibra es la pulsera, la cual se agarra con un conector imantado”.
Comercializar el bastón a un precio razonable
Aunque se trata de una innovación sencilla, insiste en que confiaron en “tecnologías robustas, cosas que sabemos que funcionan muy, muy bien. Sensores que llevan muchos años en el mercado y su eficacia está probada”.
Recordó que la creación del Bastón Egara, que comenzó en 2013, es un proyecto de muchos. De Instead TecAntonihnologies, de la Universidad Miguel Hernández de Elche, de la Cátedra de Investigación Bidons Egara, de gente ciega que apoyó el proyecto, y de Joaquín López, un empresario barcelonés que les dio el estímulo necesario para comenzar.
Ahora el reto de Antonio Alarcón es comercializar el Bastón Egara. Y hacerlo a un precio razonable: “150 euros, 200 euros como mucho”.
En la actualidad se encuentra con el problema de que, si hacen tiradas pequeñas, el precio final del bastón es tremendamente caro. De ahí que necesiten, o un enorme número de pedidos, o financiación.
Un paso importante para el Bastón Egara sería conseguir un molde de plástico que permita producirlo. Esta herramienta cuesta 30.000 euros, que en este momento no pueden asumir.