Antonio José Chinchetru (ALN).- Nicolás Maduro firma este jueves un artículo en el diario español El País. El estilo, sin embargo, delata que no es obra del presidente de Venezuela. El asesor que lo haya escrito no ha sido capaz de construir una pieza que resulte concordante con aquel que se atribuye la autoría. Lo único que sí podría corresponder con Maduro son las mentiras que contiene el texto.
¿Quién escribió el artículo que firma Nicolás Maduro este jueves en El País? Es suficiente con leerlo para tener la casi completa seguridad de que quien firma no es el autor. Los políticos de todo el mundo recurren a lo que llaman con elegancia anglosajona speechwriters (literalmente: escritores de discursos), que lo mismo redactan una intervención parlamentaria que un texto para ser enviado a un periódico cuyos lectores, como en este caso, no son el público habitual del personaje. También llamados, como en la literatura, negros, suelen ser asesores con un buen estilo que al mismo tiempo son capaces de imitar a sus jefes para que la falsa autoría resulte creíble. En este caso esto no se cumple.
El artículo titulado Nuestra democracia es proteger tiene un tono aséptico. Resulta casi elegante. La ausencia de insultos y un lenguaje muy distinto al que suele utilizar el autócrata chavista son indicios que hacen sospechar de la autoría de un negro literario, que además no ha sabido reflejar la personalidad de aquel que firma el escrito.
Son 1.011 palabras, sin incluir el título, en las que no hay una expresión ofensiva o degradante dirigida a persona alguna
Son 1.011 palabras, sin incluir el título, en las que no hay una expresión ofensiva o degradante dirigida a persona alguna. Nada puede estar más alejado del estilo de Nicolás Maduro. No se le conoce apenas intervención alguna en la que no haya dedicado insultos a quienes no bailan a su son. Los objetivos de las ofensas son múltiples: políticos opositores, ciudadanos que manifiestan, mandatarios extranjeros, periodistas y medios de comunicación (tanto venezolanos como extranjeros) suelen ser objeto de los más feos epítetos que abundan en los discursos del autócrata chavista.
El autor del artículo se ahorra los discursos incluso cuando acusa a la Unión Europea (UE) y EEUU de “someter” a Venezuela a un “bloqueo comercial inhumano”.
Una de las cosas que resultan llamativas es la frase “hace 20 años era normal nacer en Venezuela en medio de la violencia obstétrica”. Esta expresión está recogida en la legislación venezolana desde 2007, en referencia al trato teóricamente inhumano a las embarazadas que, por ejemplo, son sometidas a tratamientos con muchos medicamentos o dan a luz tumbadas y con los pies en alto. Sin embargo, resulta dudoso que Maduro utilice de forma habitual una palabra como “obstétrica”. A esto se suma el hecho de que haga mención a ello cuando Venezuela sufre una crisis sanitaria sin precedentes.
Aunque el supuesto autor es un agitador permanente, el artículo resulta de gran frialdad. No refleja la personalidad de quien lo firma. Esto es impensable en el presidente de Venezuela, un hombre visceral que en todas sus intervenciones muestra de forma abierta y hasta brutal su estado de ánimo y, sobre todo, las fobias hacia todos aquellos que no le aplauden ni a él ni a su régimen.
Las mentiras sí reflejan a Nicolás Maduro
Al margen de las formas, sí hay un elemento propio del discurso de Maduro: las numerosas mentiras. Muestra un país perfecto que no existe en lugar alguno, posiblemente ni en la mente de Nicolás Maduro ni en la del asesor responsable del texto.
En Venezuela apenas quedan rastros de democracia, que ha sido sustituida por una dictadura difícil de disimular
La primera mentira está en el propio título del artículo. Y es doble. “Nuestra democracia es proteger”, afirma. En Venezuela apenas quedan rastros de democracia, que ha sido sustituida por una dictadura difícil de disimular a pesar del recurso cosmético a unos comicios diseñados para que Maduro se perpetúe en el poder. Y el sistema político tampoco es “para proteger”.
La realidad cotidiana venezolana no refleja protección alguna, más allá de la que se brinda a los dirigentes del régimen y sus cómplices. Las muertes violentas, más de 26.600 en 2017 según los datos del Observatorio Venezolano de Violencia, y los secuestros se multiplican por toda la geografía del país suramericano.
La hiperinflación elimina la capacidad adquisitiva de las familias, cuyo dinero no alcanza para cubrir parte de las necesidades más básicas. Y, aunque alcanzara, tampoco serviría de mucho. La política económica del chavismo ha generado una escasez crónica que hace que no haya apenas alimentos y bienes de uso elemental a la venta.
Esto es justo lo contrario de lo que afirma el autor del texto firmado por Maduro, con sus apelaciones a una “economía al servicio del pueblo” que no sea “hambre para hoy”. Hambre es lo que se extiende por Venezuela mientras que la boliburguesía sigue floreciendo y enriqueciéndose a pesar de las guerras internas del chavismo.
El texto asegura que “durante los Gobiernos chavistas hemos promovido una política de pleno empleo”. Según las cifras oficiales del régimen, la tasa de parados en 2017 fue de 9%, lo que ya contradice la afirmación del artículo. Otras fuentes, dada la poca fiabilidad de las estadísticas oficiales en Venezuela, reflejan una realidad mucho más alarmante. El Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó la estimación del desempleo en el país a 27,1% el año pasado y predice que en este ejercicio alcance 33%.
Los datos sobre la sanidad, la vivienda y el anuncio de una reforma de la Seguridad Social son mera propaganda, alejados también de la realidad.
La ya citada mención a un supuesto “bloqueo comercial inhumano al que nos han sometido los Gobiernos de Estados Unidos y de Europa, y que tanto daño han hecho a nuestro pueblo” o a “las embestidas y la guerra económica” es otro ejemplo. EEUU y los Estados miembro de la UE han aprobado sanciones contra personas concretas, no contra el conjunto del país. No existe bloqueo alguno, ni prohibiciones de comerciar con Venezuela.
Afirma el autor del texto: “Para nosotros solo hay libertad y democracia cuando hay un otro que piensa distinto al frente, y también un espacio donde esa persona pueda expresar su identidad y sus diferencias”. O miente o reconoce, posiblemente de forma inconsciente, que en Venezuela no hay democracia. En la república bolivariana no se respeta al disidente. Se reprime al que expresa opiniones contrarias al régimen, se han cerrado medios de comunicación, hay partidos y candidatos a los que se les prohíbe presentarse a las elecciones, existen presos políticos y, cuando el régimen perdió las elecciones legislativas reaccionó vaciando ilegalmente de poder a la Asamblea Nacional y creando una Asamblea Nacional Constituyente de estricta obediencia madurista.
Todo ello está muy alejado de esa “democracia de panas” de la que habla el artículo. El régimen de Maduro no alimenta la amistad entre venezolanos. Al contrario, alienta los odios y los resentimientos. El país está polarizado en grado extremo.
No son las únicas mentiras contenidas en el artículo. Hay varias más. Una de ellas es la supuesta limpieza que caracterizará los comicios presidenciales del 20 de mayo, convocados sin respetar las normas electorales y que son rechazados por el conjunto de la comunidad internacional.