Daniel Gómez (ALN).- ¿Por qué el presidente de EEUU no aprueba el Estatus de Protección Temporal a los venezolanos? Para Leopoldo Martínez, dirigente nacional del Partido Demócrata, esa es “la pieza que le falta” a la política de Trump hacia Venezuela. Diego Arria, diplomático venezolano y expresidente del Consejo de Seguridad de la ONU, tiene otra visión. “Trump habla en términos de inmediatez. Si anuncia un TPS es como si diera a entender que la situación en Venezuela se va a prolongar. No es así. El momento para rescatar el país es ahora”.
La crisis en Venezuela une a republicanos y demócratas. Todos apoyan la causa de Juan Guaidó. Todos aplaudieron a Donald Trump cuando lo reconoció como presidente encargado. Todos ratificaron el discurso que el mandatario dio este lunes en Miami. Pero faltó algo.
“Esperábamos escuchar un anuncio en la intervención de Trump. Si hay una pieza que falta para redondear la política de su Administración hacia Venezuela es la aprobación del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés)”, dice a ALnavío Leopoldo Martínez, dirigente nacional del Partido Demócrata, articulista de este diario y también venezolano.
Para Martínez, el TPS “es necesario”. Lo piensa él, su partido y también dirigentes republicanos como el legislador Mario Díaz-Balart y el senador Marco Rubio. Este último, asesor personal de Trump en los asuntos latinoamericanos.
Trump no es el mismo desde que combate a Nicolás Maduro
Explica Martínez que hay venezolanos, sobre todo en el sur de Florida, que “están en una situación muy frágil a consecuencia del éxodo”. Personas con visas a punto de cumplirse y que “están luchando para quedarse en EEUU”.
¿Por qué Trump lo pasa por alto si hasta su asesor para Latinoamérica lo define como necesario? Martínez no lo entiende. Menos aún cuando sólo tiene que dar el aprobado a esta medida, ahorrando así toda la burocracia del Parlamento.
Quien sí entiende este posicionamiento de Trump es Diego Arria, exministro venezolano, excandidato a la Presidencia, exembajador de Venezuela ante Naciones Unidas y expresidente del Consejo de Seguridad de la ONU.
“Trump habla en términos de inmediatez”, explica a ALnavío. “Si anuncia un TPS es como si diera a entender que la situación en Venezuela se va a prolongar. No es así. El momento para rescatar el país es ahora”.
El sábado es un día clave
Arria señala hacia el sábado. Hacia el 23 de febrero. Hacia el día D indicado por Guaidó para que entre la ayuda humanitaria en Venezuela y para que, como dijo este miércoles en la reunión con los transportistas, el pueblo vaya a presionar a los militares que sigan en los cuarteles. “Más allá de la entrega de alimentos y medicinas a los más necesitados, hay que entender esta operación como un rescate de la libertad de Venezuela”, dice Arria.
Arria: “Más allá de la entrega de alimentos y medicinas a los más necesitados, hay que entender esta operación como un rescate de la libertad de Venezuela”
Si se fijan, este diplomático emplea la palabra rescate cuando se refiere a las operaciones de EEUU. Lo hace porque “existe un prejuicio dentro de la izquierda de que las intervenciones estadounidenses son negativas. Yo no lo creo así. De hecho, pienso que en Venezuela todas las intervenciones han sido muy favorables”.
Esto lo dice citando la intervención del presidente Grover Cleveland en 1897 para que la Guayana quedara en manos venezolanas y no francesas. Y cuando en 1902 el gobernante Theodore Roosevelt medió para vencer el bloqueo naval impuesto a Venezuela por los imperios británico y alemán, así como por el Reino de Italia.
El rescate que defiende Arria se siente como una bomba de relojería. En Miami, Trump le dijo a Maduro que “ya no hay marcha atrás”. Que su tiempo se acabó. Son los términos de inmediatez de los que habla el diplomático. Los términos que también emplea un aliado en esta causa, Colombia. “El momento de la acción es ahora”, dijo en Efecto Naím el canciller, Carlos Holmes Trujillo.
El papel de Guaidó
¿Cuál es la postura de Guaidó? El presidente encargado también quiere terminar “cuanto antes con la usurpación”. Por eso señala al 23 de febrero. Aunque también matiza: El traspaso de ayuda humanitaria “será un intento”. No una imposición.
Guaidó, catalogado como un líder pacífico -aunque maneje la opción militar como la presión última contra Maduro- quiere hacer partícipe a la gente de su triunfo. Esa ha sido su arma más efectiva. La que le ha acompañado desde que el 5 de enero lo nombraron presidente de la Asamblea Nacional, hasta la actualidad.
Pese a la insistencia de Guaidó en señalar al pueblo venezolano como protagonista de la transición, lo que advierte en El País el periodista Francesco Manetto, no hay que pasarlo por alto. Que el presidente encargado corre el riesgo de quedar opacado por “el protagonismo de EEUU”. Por el protagonismo de Trump.
Es inevitable que cuando intervenga el presidente de EEUU este acapare toda la atención. No sólo eso. Trump es un maestro de la comunicación. Maneja el discurso como nadie. Y si encima de que habla bien, lo hace con conocimiento de causa, su mensaje se magnifica.
Pese a todo, no hay que olvidar lo que dijo Aníbal Romero, profesor de Ciencia Política en la Universidad Simón Bolívar, en un artículo de ALnavío. Que quien lleva la batuta en la resolución de la crisis en Venezuela es Caracas y no Washington. El ejemplo es la amnistía que ofrece el presidente encargado a los militares, y que, desde la Casa Blanca, y también desde el Grupo de Lima, suscriben.
“Ni Washington, ni el presidente Juan Guaidó buscan venganza. La oferta de una amnistía, si abandonan la tiranía de Maduro y la servidumbre hacia la Cuba castrista, es real y será honrada. La opción de actuar con patriotismo y restaurar gradualmente la dignidad perdida está abierta. Pero el tiempo corre y deben pronunciarse pronto. Los militares venezolanos están arriesgándolo todo, incluso sus vidas, al apegarse a una dictadura oprobiosa que ha destruido al país y sólo merece una radical condena ética y política”, escribió Romero.
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Una cuestión de tiempo
Trump aumentó la presión contra Maduro. Activó la cuenta regresiva. Pisó el acelerador para terminar con el régimen. El problema es que la inmediatez, en términos políticos, a veces puede significar días, semanas, meses. Incluso años.
“No importa el tiempo que se tome. La democracia y la libertad van a regresar a Venezuela”, dijo Rubio este fin de semana desde la frontera de Colombia con Venezuela, como si advirtiera que el cambio no será repentino.
En el momento que vive Venezuela, hablar de tiempo es importante. Lo inmediato es lo que ocurrirá este sábado. En tres días se sabrá lo que suceda con la ayuda humanitaria. ¿Traspasará el Puente Internacional Tienditas? ¿Los militares de Maduro se opondrán? ¿Podrá toda esa tensión política saltar por los aires?
Hay otro horizonte. El que dibuja la Unión Europea con el Grupo de Contacto. Este pidió 90 días para articular una transición. Le quedan 80. Lo que quiere Bruselas es una Venezuela en la que participen todos. Tanto el equipo de Guaidó como el de Maduro para que finalmente, y en paz, se celebren elecciones democráticas.
Según Arria, “no hay posibilidad de hablar con el régimen”. Según Martínez, “un reto -del gobierno de Trump- es el de trabajar de la mano con la UE para ofrecerle a Venezuela un panorama electoral creíble en los próximos meses”. No obstante, el eje Caracas–Washington–Bogotá dice que 90 días es demasiado.
No hay que olvidar esta declaración. “Seis, nueve meses”. Eso dice Guaidó que tardará su gobierno en organizar unas elecciones para que, de una vez por todas, Venezuela decida su destino. Tampoco hay que olvidar que el chavismo tiene 20 años. Y que todavía sigue vivo.