Pedro Benítez (ALN).- Hace pocas horas la Cámara Federal de Casación Penal de Buenos Aires dictó una sentencia, según la cual, el ataque terrorista contra Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) ocurrida el 18 de julio de 1994 en esa ciudad fue perpetrado por la organización terrorista Hezbolá, como parte de “un designio político y estratégico” de la República Islámica de Irán.
Aquel atentado, que mató a 85 personas e hirió a más de 300, es considerado el mayor acto terrorista ocurrido en territorio argentino y también el peor contra objetivos judíos ubicados fuera de Israel desde la creación este país en 1948. Dos años antes, el 17 de marzo de 1992, un ataque suicida con bomba contra la Embajada de Israel en Buenos Aires dejó 29 muertos y 300 heridos.
Desde entonces, el caso de la AMIA se convirtió en un interminable enredo legal y diplomático, sumergido en una intensa controversia política que envolvió a los ex presidente Carlos Menem, Cristina Kirchner y Hugo Chávez, impidiendo que la justicia argentina haya podido ubicar, enjuiciar y condenar a los autores materiales.
Los dos atentados
Según un informe dado a conocer en 2022 por la agencia de inteligencia israelí, Mossad, los dos atentados fueron en venganza por las operaciones ese país contra la milicia chiita en Líbano. Sin embargo, hubo otras dos teorías acerca del móvil: una, sostenida por parte de la prensa argentina, que la atribuyó a la decisión que tomó Menem en 1991 enviar dos fragatas a combatir bajo las órdenes de Estados Unidos en la primera Guerra del Golfo y la otra, contenida en la investigación abierta por el primer proceso judicial, según la cual Argentina fue elegida como blanco del ataque tras la decisión de su gobierno de suspender un acuerdo de transferencia de tecnología nuclear a Irán. El juez que llevó la causa hasta 2003 fue acusado posteriormente de prevaricación y todos sus imputados quedaron libres. Procesado por falso testimonio en 2019 fue declarado culpable de peculado, prevaricato, privación ilegal de la libertad, encubrimiento y violación de medios de prueba.
No obstante, para 2003 seguía siendo un tema político abierto y una papa caliente en manos del entonces nuevo presidente Néstor Kirchner. Este acusó en 2006 a Irán por el atentado y volvió a realizar un pedido de captura internacional a Interpol contra ocho exfuncionarios iraníes señalados de estar detrás del atentado contra la AMIA. Incluso, presentó su denuncia ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. La respuesta de Irán consistió en pedir a su vez la captura del juez y del fiscal argentino que por entonces habían reabierto el caso.
Fue a esas alturas cuando aparecieron dos personajes en esa historia; los ex mandatarios Mahmud Ahmadinejad y Hugo Chávez. Un trabajo de la revista brasilera Veja del 14 marzo de 2015, firmado por Leonardo Coutinho, asegura que tres ex altos funcionarios chavistas le habrían confirmado el contenido privado de la reunión que los dos sostuvieron en el Palacio de Miraflores de Caracas en 2007. Según esa versión, fue a solicitud personal del iraní que el ex presidente venezolano intercedió ante Kirchner a fin de que, a cambio de dinero para la campaña presidencial de su esposa, Cristina Kirchner, Argentina aceptara compartir su tecnología nuclear con Irán y suspendiera la orden de captura ante Interpol.
Se sabe que el argentino se negó en principio a la solicitud de su par venezolano. Pero Kirchner tenía una deuda de gratitud muy grande con Chávez. Con recursos venezolanos se venían comprando títulos de deuda argentina desde 2003 (a finales de 2008 Venezuela estaba en posesión de 6 mil millones de dólares en papeles de la deuda soberana de la nación austral). Recordemos, la Venezuela de entonces no era el país quebrado y empobrecido de hoy en día, sino la potencia petrolera latinoamericana con el precio del barril en 100 dólares. Además, por esos años, ser amigo de Chávez implicaba entrar automáticamente al club de los “gobiernos progresistas latinoamericanos” que tenían de presidente honorario a Fidel Castro.
El apoyo de Chávez
Con Irán al borde la guerra con Estados Unidos e Israel por el asunto de su programa atómico, Chávez le manifestaba todo su apoyo a Ahmadinejad mientras le servía de puente en sus relaciones con el resto de América Latina. El régimen de los ayatolas firmó numerosos acuerdos económicos con Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua y hasta con Brasil. El agente promotor de todos fue el ex comandante/presidente.
Chávez viajó nueve veces a Irán y Ahmadinejad cinco veces a Venezuela. En 2009 los dos tuvieron un encuentro muy publicitado en Londres. El iraní llegó a decir: “Siento que he encontrado un hermano y un compañero de trinchera”. Cuando falleció su amigo, causó un escándalo en su país al besar su féretro y abrazar a su madre. Remató afirmado que Chávez regresaría con algunos de los profetas del Islam.
Kirchner falleció en octubre de 2010 y el 27 de enero de 2013 su viuda, y sucesora, anunció la firma del Memorándum de Entendimiento argentino-iraní que incluía la creación de una Comisión de la Verdad sobre el atentado de la AMIA que debería ser refrendado por los parlamentos de ambos estados. El acuerdo generó una intensa polémica en Argentina, la comunidad judía exigió su derogación y recurrió a los tribunales.
En mayo de ese mismo año el fiscal Alberto Nisman acusó formalmente al gobierno de Irán de organizar, fomentar y patrocinar grupos terroristas en Sudamérica. Dos años después, el 14 de enero de 2015, denunció a la presidenta Cristina Kirchner y al canciller Héctor Timerman por: “decidir, negociar y organizar la impunidad de los prófugos iraníes en la causa AMIA con el propósito de fabricar la inocencia de Irán”. Cinco días después apareció muerto de un tiro calibre 22.
El caso se volvió a dilatar casi una década, hasta que el panorama político argentino volvió a cambiar.
Caracas y Teherán
La anterior es apenas una anécdota en la intrincada relación desarrollada entre Caracas y Teherán que ha incluido cooperación económica, política, de propaganda, de inteligencia y por supuesto militar. Al respecto no hay ningún secreto puesto que los dos regímenes han hecho todo lo posible para que se sepa. Libros, investigaciones periodísticas e incluso trabajos académicos abundan. Por solo citar al primero que advirtió del posible alcance de la alianza venezolano/iraní, recordemos al investigador y periodista argentino radicado en Venezuela, Alberto Garrido, quien advirtió que el proyecto del expresidente Chávez “siempre se concibió para traspasar las fronteras” nacionales, con el objetivo de articular una audaz alianza contra Estados Unidos. En ese propósito Irán, el enemigo jurado de los estadounidenses desde la revolución islámica de 1979, era un candidato obligado.
Pese a la distancia geográfica y a las enormes diferencias culturales se tejió una alianza inédita con un país, que aparte de ser socio en la OPEP, no había tenido afinidad de ningún tipo con Venezuela antes, más allá de las formalidades diplomáticas, pero cuya proyección, como se podrá apreciar, ha alcanzado al resto de la región.