Antonio José Chinchetru (ALN).- Mercedes de Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Venezuela, declara rotunda: “El Estado no ha hecho nada por desarmar a los delincuentes o combatir la delincuencia organizada, sino que la ha promovido”.
La capital de España ha acogido una jornada sobre democracia y lucha contra la corrupción organizada por Transparencia Venezuela y el Colegio de Abogados de Madrid. En uno de los paneles ha participado la directora ejecutiva de la ONG venezolana, Mercedes de Freitas.
Aunque su experiencia le ha llevado a participar como observadora del PNUD o la OEA en procesos electorales de diversos países, es especialmente conocida en el suyo. En numerosos medios públicos ha sido atacada y vilipendiada por sus críticas al régimen bolivariano, sin que hayan logrado que desista en sus denuncias. ALnavío ha conversado con ella.
-¿Quién promueve la corrupción en Venezuela?
-El Gobierno y el partido del Gobierno, sin duda alguna. El Ejecutivo ha tenido el control del Parlamento, de la aprobación de leyes que ha ido implementando principalmente desde 2004 para tener control del resto de los poderes.
“Hay corrupción en lo grande, pero también en lo pequeño, y los venezolanos buscan cómo resolverlo sin tener que cumplir la ley”
¿Cómo lo ha hecho? Creando leyes que le permiten al Ejecutivo tener control de todo el presupuesto, incluyendo los recursos provenientes de los ingresos del petróleo sin tener que pasar por la Asamblea Nacional para ser aprobados. Ha reducido los poderes del Parlamento significativamente. Ha creado mecanismos absolutamente discrecionales para entregar privilegios y hacer millonaria a una persona de un día para otro, como entregarte cientos de miles de dólares a precio preferencial a ti y no a mí, a sus compañeros de partido o a sus aliados, o a los que les paguen más por soborno y no a otros.
Ha adquirido o robado empresas, hay 509 en poder del Estado. Desde PDVSA hasta otras de bicicletas, azúcar o leche y lácteos. Estas empresas no pagan impuestos porque tienen pérdidas, no producen bienes y servicios y ni siquiera generan empleo de calidad, porque los sueldos no alcanzan para comer. Por todos lados, el Estado es el gran promotor de la corrupción.
-En su intervención ha dicho: “En Venezuela es muy difícil no ser corrupto”. ¿Se puede vivir en su país sin caer o participar en la corrupción?
-No puedo decir que no, porque sería decir que también yo soy corrupta. Pero la verdad es que es muy fácil caer. Cuando un venezolano tiene que hacer un trámite en lo primero que piensa es “¿a quién conozco en esa institución que me vaya a ayudar a resolverlo?”. Ocurre porque hay poca confianza en que el Estado o la institución, desde una pequeña alcaldía hasta un gran ministerio, de verdad vaya a cumplir los pasos para obtener lo que buscas.
El venezolano desconfía de que se cumpla el proceso formal porque la experiencia le ha llevado a desconfiar. Y hay muchas maneras de obtener ese beneficio bajo cuerda. Si quieres algo puedes obtenerlo de forma ilegal.
Hay corrupción en lo grande, pero también en lo pequeño, y los venezolanos buscan cómo resolverlo sin tener que cumplir la ley. No se confía en ninguna norma de la institucionalidad, y como no confías no la cumples.
La corrupción mata
-¿Qué costo tiene en vidas la corrupción en Venezuela?
-Eso lo tendremos que calcular en algún momento. Desde hace 10 años estamos en los primeros lugares del mundo en muertes violentas. El costo es cada uno de esos asesinatos ante los que el Estado no ha hecho nada por desarmar a los delincuentes o combatir la delincuencia organizada, sino que la ha promovido. Es cómplice y promotor de lo que ocurre.
Pero también, ¿cómo contamos cuántos niños han muerto porque no hay una incubadora cuando nacen o porque la madre no pudo tomar lo que necesitaba durante el embarazo? Venezuela tiene los índices más altos de América de embarazo precoz, de mortalidad materna y de mortalidad de neonatos. Es responsabilidad de un Estado que se hace todopoderoso y que dice que se hace cargo de la seguridad y la salud.
La corrupción está matando a millones de personas en Venezuela.
-Según sus palabras hay algo que también ha muerto en Venezuela. Usted ha dicho que “en los últimos años se ha ido matando la República”.
-Sí, porque la República tiene que ver con el Estado de Derecho y con la separación de poderes. La formamos los ciudadanos, cuando tenemos un orden y un contrato social para dotarnos de las normas más elementales. En Venezuela no hay quien haga cumplir esas normas. No hay nadie que las defina y las enseñe, y no hay venezolanos que las cumplan porque no hay un Estado que las haga cumplir.
“Si algún juez quiere ser independiente tiene la experiencia de otros que han sido castigados brutalmente por cumplir la ley”
A veces nos acusan a nosotros de querer un régimen sancionatorio, pero miro a los países que cumplen las normas, como los del norte de Europa o Australia. En esos lugares no es solo el Estado el que hace cumplir la norma, son los ciudadanos. Si alguien te ve tirando un papel en el suelo, te toca y te dice que no puedes hacerlo. Son países donde todos cuidan de que la gente se mantenga en un estado de cosas en que se pueda confiar la vida a los demás, a ese espacio social.
-¿Pero quedan restos de una Justicia independiente en Venezuela?
-Como mucho algunas cosas menores, temas familiares, siempre que una de las partes no tenga mucho dinero para comprarla. En temas que tengan que ver con asuntos sociales o económicos importantes, o de política, no existe. Si algún juez quiere ser independiente tiene la experiencia de otros que han sido castigados brutalmente por cumplir la ley. Es el caso, por ejemplo, de la jueza María Luisa Afuini. Firmó la orden de excarcelación de una persona que, culpable o no, llevaba dos años sin que se presentaran cargos contra ella, y ese hombre escapó. Por cumplir la ley, esa jueza tuvo años de prisión en los que fue violada y maltratada.
“Desbolivarización” de la Justicia
-Si cae el régimen de Maduro, o termina de la forma que sea, ¿hará falta un proceso de “desbolivarización” de la Justicia? ¿Y cómo hay que hacerlo?
-Sí. Tenemos que luchar por una Justicia independiente de cualquier ideología. Es un trabajo muy difícil. Estamos viendo experiencias en las que los acuerdos internacionales apoyan y promueven las llamadas “herramientas heterodoxas” de Justicia.
Es una especie de Justicia internacional sobre la local, como una mesa de la verdad que investiga los casos de corrupción. Pero también, como vimos en Honduras, está apoyando al Estado en el proceso de selección, formación y nombramiento de los jueces y fiscales, que no es una tarea fácil.
-Desde gran parte de la oposición se está reclamando que se aplique la Constitución bolivariana de Hugo Chávez. Esta Carta Magna es la que ha llevado a la situación actual. ¿No es una victoria de Maduro que se quiera volver a la situación de hace unos meses, en la que la democracia ya brillaba por su ausencia?
-Lo que ocurre es que tenemos que pedir que se cumpla alguna norma, y la que está vigente es la Constitución de la República Bolivariana. Tiene algunos conceptos válidos de derechos humanos. Pero también tiene algunas debilidades importantes, porque es muy presidencialista, le faltan consideraciones para limitar el mundo militar o prohíbe el financiamiento público de la política, con lo que solo podrían participar los millonarios o quienes tengan el control del Estado. Y hay muchas cosas que cambiar en términos de lucha contra la corrupción.
¿Pero qué mínimo le puedes pedir a un gobierno sino que cumpla la ley que, aunque no te guste, es la que está vigente? Estamos pidiendo lo mínimo: elecciones justas y competitivas.