Redacción (ALN).- Antonio -le llamaremos Antonio, porque ha omitido su nombre- se levanta muy temprano cada mañana y expende en las calles de Tucupita, la capital del deprimido estado venezolano de Delta Amacuro, los productos alimenticios que compra fuera del poblado.
Él es lo que se conoce en Venezuela como un «bachaquero», alguien que capta los productos en los centros de distribución y los lleva a las comunidades con precios abultados.
La mecánica haría esperar grandes ganancias para Antonio, pero el joven afirma que no es así: «Trabajamos solo para comer», dice con resignación al periódico local Tane Tanae -que significa «así pasó» en voz indígena-, mientras varios paquetes de sus productos permanecen en las calles sin que se acerquen compradores.
En el 2016, cuando la crisis de desasbatecimiento atravesó un importante pico en Venezuela, el Gobierno del presidente socialista Nicolás Maduro solía achacar a «las mafias de bachaqueros» parte de la escasez que sufría el país.
DE LA CALLE A LA MIGRACIÓN
Pero con los años, y tras la flexibilización de precios y la vista gorda hacia algunas normas, la escasez cesó en Venezuela, aunque no todas las familias son capaces de comprar los alimentos por sus altos costos.
Esto ha provocado una merma en los ingresos de los «bachaqueros». Los de Tucupita, de acuerdo con Tane Tanae, «han emigrado a otros países», alimentando el éxodo venezolano.
Con información de Tane Tanae.