Rafael Alba (ALN).- Al menos una de las dos nuevas canciones grabadas el año pasado por el mítico grupo sueco verá la luz el próximo otoño. Los compositores Benny Andersson y Björn Ulvaeus intentan convencer a sus compañeras para volver al estudio y grabar un tema adicional para el programa de televisión Virtual Abba.
Los fanáticos de Abba llevan más de 37 años suspirando por el posible regreso de su banda favorita. De aquel cuarteto sueco que reinó a lo largo y ancho de la década de los 70 del pasado siglo, entre 1972 y 1982, gracias a un magnífico repertorio, plagado de canciones tan sencillas como memorables, que el público adoraba. Un grupo histórico al que muchos críticos consideran aún hoy el descubridor de una fórmula secreta capaz de convertir el pop más comercial en una auténtica delicia sonora que puede consumirse sin sonrojo. Sea como sea, la fecunda sociedad formada por Björn Ulvaeus, Benny Andersson, Agnetha Fältskog y Anni-Frid Lyngstad fue un fenómeno de masas en su tiempo. Quizá porque lo hicieron todo bien. Ganaron Eurovisión en 1974 con el tema Waterloo, su primer gran éxito global, cuando el festival aún importaba, conquistaron luego el Viejo Continente, después EEUU y a continuación todo el mundo conocido. Y así consiguieron vender casi 400 millones de discos, poco más o menos.
Supieron separarse a tiempo, cuando aún estaban en la cumbre, sin que esa ruptura profesional impidiera al cuarteto y sus representantes legales mantener unas relaciones lo suficientemente cordiales y fluidas para pactar una inteligente explotación conjunta de su legado. Un esquema rentable que ha servido para mantener vigente el catálogo de la banda
Su grandeza también se aprecia en otros detalles menos fáciles de medir con cifras. Como la elegancia con la que abandonaron el centro del escenario. Supieron separarse a tiempo, cuando aún estaban en la cumbre, sin que esa ruptura profesional impidiera al cuarteto y sus representantes legales mantener unas relaciones lo suficientemente cordiales y fluidas para pactar una inteligente explotación conjunta de su legado. Un esquema rentable que ha servido para mantener vigente el catálogo de la banda, por medio de la elaboración de nuevos y rentables productos con los que vestir las melodías inmortales que les proporcionaron fama y riqueza. Entre ellos, el musical Mamma Mia! que abrió una línea de negocio seguida por muchos otros grupos míticos, y que ha dado lugar, además, a dos películas basadas en esta misma historia blandita y sentimental de aromas hippies y amores libres que han reventado las taquillas analógicas y digitales de Oriente y Occidente.
Esa capacidad para llegar a acuerdos financieros y mercantiles que han demostrado estos cuatro artistas a lo largo del tiempo tiene más mérito aún si tenemos en cuenta que el final de la carrera del grupo se precipitó como consecuencia de dos rupturas sentimentales. Ya saben, el cuarteto estaba formado por dos parejas (Beny y Anni-Frid por un lado y Björn y Agnetha, por otro) que terminarían divorciándose de un modo ejemplar y civilizado y que, incluso, lograron mantener un tiempo su actividad profesional conjunta hasta concluir los compromisos firmados, que incluían varios discos y un par de extenuantes giras mundiales. Lo consiguieron, pero les costó mucho. Tanto que a nadie le resultó demasiado extraño que terminaran separándose, sin realizar un anuncio oficial, tras haber publicado The Visitors, un trabajo menos luminoso que los anteriores, más maduro tal vez, que no alcanzaría tanto éxito como sus predecesores, pero que les permitió conseguir otro hito, al ser el primer álbum de una gran banda que se publicó a la vez en vinilo y en compact disc, un formato que apenas daba sus primeros pasos.
Canciones que han mantenido vigencia
Luego los dos hombres de la banda que eran los compositores principales siguieron trabajando, más o menos juntos, y ellas, las cantantes, grabaron discos en solitario. Pero sus nuevas obras, incluido un musical llamado Chess con letra de Tim Rice que estrenaron en Broadway en 1984 y un potente álbum de Anni-Frid que produjo Phil Collins cuando el exbaterista de Génesis mandaba en las listas, tuvieron una acogida cálida, pero poco entusiasta, por parte de una afición que mantenía intacto su deseo de volver a ver al cuarteto unido. Sobre el escenario o en un estudio de grabación, preferentemente. Por años resultó imposible que el sueño de los entregados fans de Abba llegara a materializarse. Y eso que la posibilidad siempre estuvo abierta, porque los adeptos a la música de la banda sueca constituían un numeroso grupo, transversal y diverso, que se mantenía tan activo que hasta llegaron a hacerse películas sobre las consecuencias vitales, a veces indeseadas, que producía esa adicción de la que nadie parecía querer desengancharse.
El musical Mamma Mia! abrió una línea de negocio seguida por muchos otros grupos míticos, y ha dado lugar, además, a dos películas basadas en esta misma historia blandita y sentimental de aromas hippies y amores libres que han reventado las taquillas analógicas y digitales de Oriente y Occidente
Entre otras, La boda de Muriel, una comedia agridulce, dirigida por el cineasta australiano P. J. Hogan, que protagonizó la gran Toni Collette, interpretando a una muchacha poco agraciada que sobrevivía gracias a su pasión por Abba. Aquello era (y es) casi más una religión que cualquier otra cosa y, en consecuencia, ha generado una intensa y rentable actividad económica inagotable, a pesar del tiempo transcurrido, que no ha dejado de proporcionar ingresos a todos los implicados. De todo tipo. Están las ya mencionadas películas y obras musicales, claro, pero también las convenciones, los eventos, las actuaciones de bandas tributo, la literatura biográfica, crítica y especulativa, los documentales y el merchandising. Un río revuelto en el que, como ya hemos dicho antes, los cuatro componentes del grupo también han sabido pescar de modo permanente. Les ha ido bien. A los cuatro. Tanto que, una y otra vez, han rechazado las ofertas constantes que les llegaban desde todos los ámbitos del negocio para volver a reunirse, grabar nuevas canciones y realizar una gira mundial que, sin lugar a dudas, hubiera abarrotado todos los estadios disponibles.
Sin embargo, en 2016, cuando nadie esperaba ninguna noticia al respecto, el cuarteto volvió a comparecer unido en un evento público. Todo porque finalmente, alguien acertó a proponer algo que no pudieron rechazar. Un espectáculo multimedia titulado Virtual Abba, que utilizaría hologramas para representar a los miembros del grupo y que, posteriormente, si todo funcionaba bien, quizá diera pie a una serie de conciertos protagonizados por estos mismos clones digitales de los componentes de la banda. Una iniciativa comercial innovadora con la que volver a exprimir las infinitas posibilidades de su inmortal repertorio. La idea fue de Simon Fuller, el creador de American Idol y otros formatos televisivos de éxito relacionados siempre con la música y los músicos. Era 2016 y las cadenas estadounidenses ABC y NBC no dudaron en apuntarse también a un proyecto que se presentó con el inesperado y espectacular respaldo de Björn, Benny, Agnetha y Anni-Frid del que les hablábamos al principio del párrafo.
El proyecto Virtual Abba
Allí estaban ellos y ellas, mucho más mayores pero tan sonrientes y adorables como siempre. Dispuestos a convertir ese acto promocional en otra fecha para la historia. Además, para reforzar el atractivo de la propuesta de Fuller, los dos compositores y las dos cantantes se encerraron unos días en un estudio para grabar dos temas nuevos. Los primeros creados por Abba en 37 años, Dos joyitas pop tituladas I still have faith in you y Don’t shut me down, que, al parecer, al menos según los pocos periodistas privilegiados que han conseguido escucharlos ya, tienen la calidad y la pegada necesaria para no desmerecer al ser interpretados junto a los grandes éxitos inmortales del grupo. Un sueño hecho realidad para los sufridos fans, porque todo parecía listo para que el lanzamiento se produjera en pocos meses. Pero, de pronto, todo se paralizó, las noticias que daban cuenta de los detalles del regreso dejaron de publicarse inesperadamente. Y en casi dos años, nadie pudo, o quiso, volver a hablar del asunto.
La espera ha estado aderezada por el éxito de la segunda parte de Mamma Mía! y el regreso de Cher, otra inmortal diva de más de 70 años que ha resucitado al calor de su pequeño papel en esta película. Tras su intervención en el film, la artista lanzó a finales del pasado año un interesante disco de versiones de los grandes temas de Abba
Un periodo de tiempo tan dilatado que algunos comentaristas empezaron a especular con la posibilidad de que Virtual Abba quizá no saliera adelante, entre noticias contradictorias que indicaban problemas contractuales y dificultades inesperadas para cerrar el trato. Y así se contaba la historia de otra posible decepción. Sobre todo para esos leales, como el cantautor español Javier Álvarez, que defienden la idea de que todos los caminos conducen a Abba. Hasta ahora. Hasta que, según una información publicada por la revista estadounidense Variety, el silencio que se cernía como un espeso nubarrón sobre el calendario previsto para el ansiado regreso del grupo sueco parece haberse despejado. Por lo visto, el espectáculo basado en los hologramas del grupo y al menos una de las dos nuevas canciones grabadas verán la luz finalmente el próximo otoño. En una fecha de nuevo indeterminada, entre finales de septiembre y principios de octubre de este mismo año.
Y hasta puede que en lugar de dos temas inéditos tengamos tres. Al menos esa parece ser la intención de Benny y Björn, los chicos de la banda, que ya habrían mandado varias maquetas a sus compañeras y sólo esperan la correspondiente aprobación de las dos voces cantantes para ponerse a grabar en cuanto se puedan cuadrar las agendas de los cuatro. Así que los acólitos han recobrado la esperanza, aunque todavía van a tener que seguir comiéndose las uñas un tiempo. Cierto que la espera ha estado aderezada por el éxito de la segunda parte de Mamma Mía! y el regreso de Cher, otra inmortal diva de más de 70 años que ha resucitado al calor de su pequeño papel en esta película, en la que interpretó a la abuela de la protagonista, para volver a demostrarle al mundo que la edad no es un problema para esta adicta a la cirugía estética y el ejercicio físico. Tras su intervención en el filme, la artista estadounidense lanzó a finales del pasado año un interesante disco de versiones de los grandes temas de Abba, titulado oportunamente Dancing Queen, en el que, gracias a la producción de Mark Taylor, colaborador habitual de Lady Gaga, los éxitos de la banda sueca adquirieron un interesante ambiente sonoro contemporáneo, en el que no faltaba, por supuesto, el omnipresente autotune. Un buen sucedáneo con el que calmar los nervios de una afición ansiosa que siempre quiere más y en versión original a ser posible.