Leticia Núñez (ALN).- Primero fue el vicepresidente Mike Pence. Después Donald Trump se puso al frente de la operación contra Maduro. Ahora se suma el secretario de Estado, Mike Pompeo. También el embajador estadounidense ante la OEA, Carlos Trujillo. Washington despliega toda la artillería gubernamental. Dicen que “no hay un desafío mayor que el desmantelamiento a gran escala de la democracia y el desgarrador desastre humanitario de Venezuela”. Por ello, Pompeo pide al resto de los países americanos que presionen más al régimen chavista. Que le impongan más sanciones. Mayor aislamiento diplomático. Y todo, desde ya.
Que sea hoy mismo. Que las sanciones lleguen ahora. Hace tiempo que Estados Unidos pisó el acelerador contra el régimen de Nicolás Maduro. Cada día que pasa, lo aprieta un poco más. Así lo hizo este martes el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo. Debutó ante la 48 Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Pidió a los Estados miembros que sigan presionando al presidente venezolano. Con sanciones. Con más sanciones. Con un mayor aislamiento diplomático. De ahí el llamamiento que Pompeo hizo “a todas las naciones de la OEA a que lo hagan hoy mismo y en el futuro cuando sea necesario para el bien de la región y del mundo”. Todo con el objetivo de “retornar a una verdadera democracia”. No hay tiempo que perder.
De la importancia del ahora también habló Carlos Trujillo, embajador de Estados Unidos ante la OEA. “Lo que ha pasado es inaceptable, pero hay que concentrarse en el presente”, advirtió de primeras. Y el presente, a su juicio, pasa por sanciones.
Recordó que su país ha impuesto sanciones contra “individuos que han cometido crímenes de lesa humanidad” y contra personas “asociadas con el narco-Estado”, pero que por el momento no ha aplicado un solo castigo contra el petróleo a pesar de que “el colapso económico de Venezuela es el resultado de la actuación de una sola persona y de un régimen totalitario, el de Maduro”.
Latigazo tras latigazo. Washington despliega así toda su maquinaria gubernamental contra Caracas. El vicepresidente, Mike Pence, fue la cara visible de la estrategia de Estados Unidos contra el régimen de Maduro. Es el miembro del gobierno de Donald Trump con mayor interés y conocimiento de América Latina (Ver más: Pence se hace bolivariano para enfrentar a Maduro). No obstante, tras las elecciones venezolanas del pasado 20 de mayo, fue el propio Trump quien se puso al frente de las acciones en la lucha contra la dictadura chavista.
Pompeo recordó a Maduro que “sus abusos contra los derechos humanos son conocidos por todos”
Adiós al segundo plano que había mantenido el presidente de EEUU. Apenas unas horas después de los comicios, rechazados por casi la totalidad de la comunidad internacional, Trump firmó una orden ejecutiva reforzando las sanciones contra el régimen venezolano. Incluyó la prohibición de compra de activos del Estado venezolano (también de PDVSA) por parte de particulares, empresas e instituciones estadounidenses (Leer más: Trump se pone al frente de la operación contra Maduro).
Washington ya había advertido que ni siquiera la liberación del mormón de Utah Joshua Holt, tras casi dos años recluido en la prisión política de El Helicoide, en Caracas, acusado de terrorista, iba a cambiar su política. No sólo no ha variado ni un ápice, sino que además Estados Unidos ha sido el país que ha liderado el inicio de la expulsión de Venezuela de la OEA.
El resultado es sabido por todos: la organización aprobó este martes una resolución que considera ilegítimas las elecciones en las que fue reelecto Maduro y activó el proceso para suspender al país del organismo interamericano. Estados Unidos quiere a Venezuela fuera de la OEA y va camino de conseguirlo.
Ya lo dijo Pompeo. Se presentó en la sede de la OEA con un reto que le había planteado el propio Pence: “Hacer lo que la Carta Democrática nos pide cuando nos enfrentamos con una interrupción del orden democrático en un Estado miembro. Es decir, suspender a Venezuela”. Agregó que la suspensión “no es una meta en sí, pero mostraría que la OEA respalda sus palabras con acciones”.
Dicho de otra manera: “Es un mensaje poderoso al régimen de Maduro de que sólo con elecciones reales su gobierno podrá estar incluido en la familia de naciones”.
Cada frase de Pompeo fue un azote contra el mandatario venezolano. Le acusó de “mala fe”. Aseguró que “no hay un desafío mayor que el desmantelamiento a gran escala de la democracia y el desgarrador desastre humanitario en Venezuela”. Y recordó a Maduro que “sus abusos contra los derechos humanos son conocidos por todos”.
Tanto, que según el informe que la OEA envió la semana pasada a la Corte Penal de La Haya, hay al menos 14 “fundamentos suficientes” para acusar e investigar al Gobierno de Venezuela por crímenes de lesa humanidad. El informe identifica 131 víctimas de asesinatos en las protestas de 2014 y 2017 perpetrados por miembros de las fuerzas de seguridad del Estado y/o colectivos afines. También subraya las 8.292 ejecuciones extrajudiciales documentadas desde 2015; más de 12.000 venezolanos arbitrariamente detenidos desde las elecciones presidenciales de 2013 y más de 1.300 presos políticos.
Con todos estos elementos, la posición de EEUU es más que clara: “Buscamos sólo lo que todas las naciones de la OEA quieren para nuestro pueblo: un retorno al orden constitucional, elecciones libres y justas con observación internacional y la liberación de los presos políticos”.