Redacción (ALN).- Desde que La Candelita ocupó su territorio en Madrid con ventiladores de techo de palmeras secas trenzadas y paredes verdes que recuerdan los follajes presentes a unos 8.000 kilómetros de distancia, adonde fue a parar Cristóbal Colón y otros navíos, no ha dejado de sorprender con los sabores y olores que salen de los hornos. También hacen presentaciones íntimas de libros de poesía, novelas y ensayos.