Pedro Benítez (ALN).- Probablemente la senadora Piedad Córdoba, la más chavista de todos los dirigentes de la izquierda colombiana, sea hoy la persona más arrepentida de haber contribuido a llevar a Gustavo Petro a la Presidencia de Colombia.
Marginada y aislada, ha drenado se frustración públicamente profiriendo insultos contra los dos principales aliados y operadores políticos de Petro, el presidente del Congreso colombiano Roy Barreras y el embajador de ese país en Venezuela Armando Benedetti.
En una entrevista que difundió hace pocos días la revista Semana dijo que entrar al Pacto Histórico (la coalición gobernante) fue “una ventana al infierno” desde donde la han maltratado y perseguido. Calificó al embajador Benedetti como “un imbécil descerebrado” y aseguró que Barreras “es desafortunadamente el presidente del Senado”. Resumió sus sentimientos hacia ambos afirmando que eran un par de “ratas”.
Barreras y Benedetti
Como veteranos de la política de la hermana república, tanto Barreras como Benedetti no se han dado por aludidos. El primero ha dicho que comprende la situación “personal y de salud” de la declarante y que no se arrepiente de haber apoyado su candidatura como senadora el año pasado. Casi con toda seguridad los dos saben perfectamente que el auténtico destinatario de los insultos de la siempre polémica Piedad Córdoba no sea otro que el propio presidente de Colombia, sólo que no puede o todavía no se atreve a encararlo, así que apunta contra sus dos alfiles.
Presidiendo el Senado, Roy Barreras ha montado una súper mayoría en el Congreso, a la que se han sumado los partidos Conservador, Liberal y el de “U”, que ha conseguido aprobar en tiempo récord el ambicioso paquete de reformas de Petro. Hasta se dio el lujo de sumar los votos del uribismo a fin de elegir el nuevo Contralor General. Por su parte, Benedetti tiene en sus manos una tarea que el mandatario colombiano tiene entre sus prioridades máximas, que el gobierno venezolano lo ayude a llegar a un acuerdo de paz con el ELN antes de que termine su mandato en 2026.
Barreras y Benedetti fueron cercanos colaboradores del ex presidente Juan Manuel Santos y de ahí pasaron a ser, en la última campaña electoral, la mano derecha y la mano izquierda del hoy presidente. De modo que, sobre los dardos envenenados de la siempre controversial figura de la izquierda colombiana, se aplica aquello de que a buen entendedor, pocas palabras.
Distanciamiento
El distanciamiento entre Petro y Piedad Córdoba comenzó, o al menos se hizo público, hace exactamente un año. El 3 de febrero de 2022 Álvaro Córdoba Ruiz, hermano de la senadora, fue detenido, junto a otras dos personas-Libia Amanda Palacio y Alberto Alonso Jaramillo- en un exclusivo sector de Medellín, requeridos por la Justicia de Estados Unidos por cargos relacionados al envío de grandes cantidades de estupefacientes hacia ese país, así como asociación para delinquir, posesión y tráfico de armas de fuego y explosivos.
Según la investigación, a Álvaro Córdoba se le venía siguiendo “desde al menos julio de 2021” y era parte de una organización criminal con ramificaciones en países como Venezuela y México.
La respuesta de la entonces candidata al Senado por el Pacto Histórico (la coalición de izquierda) fue inmediata; aseguró que la detención de su hermano era parte de una “persecución” en contra de ella y de su familia por su vuelta a la política. “Que se muestren las pruebas que soportan este nuevo montaje judicial”, fue su reto.
Con Petro punteando en todas las encuestas el caso del hermano de Piedad Córdoba prometía convertirse en uno de los temas de la guerra sucia en plena campaña electoral.
Petro margina a Piedad Córdoba
En las elecciones parlamentarias de marzo (antes de la primera vuelta de las presidenciales) fue reelegida senadora. Y al mes siguiente, como si se tratara de una serie de Netflix, ocurrió un giro sorpresivo (aunque no inesperado) en la trama; Petro decidió marginarla de la campaña y públicamente le pidió que se hiciera a un lado mientras solucionaba sus problemas judiciales. Porque, además del tema de su hermano, ella ya venía arrastrando varias causas e investigaciones en su contra por parte de la Justicia colombiana, una de la cuales la vinculaba con Alex Saab. Esta fue la excusa que usó el candidato presidencial del Pacto Histórico para justificar su decisión por medio de un mensaje en Twitter.
De modo que Petro hizo lo que cualquier aspirante presidencial favorito en los sondeos de opinión pública haría; si mi aliada no me conviene la pongo a un lado.
Sin embargo, calculó que eso no le sería suficiente, pues alguna encuesta indicaba que la brecha entre él y su más cercano contendiente, el ex alcalde de Medellín, Federico “Fico” Gutiérrez, se podría estar cerrando. Así que dio un paso más al seguir una de las máximas que, en alguna ocasión recordó Umberto Eco para este tipo de situaciones: un escándalo se puede tapar con otro escándalo todavía mayor.
Una advertencia
Cuatro horas después de defenestrar sin piedad a Córdoba lanzó otro tuit acusando a “algunos de los generales” de estar en la nómina del Clan del Golfo. Esto a propósito de conocerse la emboscada que esa organización criminal había efectuado contra una unidad militar, en la cual asesinó a seis soldados y dejó heridos a otros cinco. El general Eduardo Enrique Zapateiro, comandante del Ejército Nacional, mordió el anzuelo y también le respondió por Twitter. El tema del hermano de Piedad Córdoba se olvidó por unos días, pero sólo por unos días.
Ese mes de mayo (2022) ella misma fue retenida en un aeropuerto de Honduras por transportar más de 68 mil dólares sin declarar. Nuevamente se puso en el ojo de huracán y comenzó a correrse el rumor de que ella podría ser objeto de una solicitud de extradición de parte de Estados Unidos por sus nexos con Álex Saab. Como la izquierda colombiana siempre fue crítica con este procedimiento ese fue un tema que sazonó todavía más el candente debate electoral.
Sin embargo, Petro esta vez no retrocedió sino que subió la apuesta. La periodista hispano-colombiana Salud Hernández-Mora recordó por estos días la “respuesta fría, contundente, al preguntarle si extraditaría a Piedad Córdoba”.
“’Sí’, respondió a secas».
Se cierra el cerco en torno a Piedad Córdoba
Pero si alguien dentro o fuera de Colombia pensó que la elección de Petro como presidente de ese país serviría como manto de impunidad para el hermano de Piedad Córdoba y para ella misma, pues se equivocó. En noviembre del año pasado el mandatario no dudó en autorizar la extradición de Álvaro Córdoba, y el pasado jueves de 19 de enero funcionarios colombianos lo trasladaron desde la cárcel La Picota, en Bogotá, al aeropuerto militar Catam donde lo entregaron a sus pares de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) para su extradición rumbo al Distrito Sur de Nueva York.
Pese a su ideologizada retórica y creciente afición por usar su cuenta de Twitter para pelearse hasta con usuarios comunes y corrientes, en las extradiciones, como en otros temas, Petro se ha comportado hasta ahora como los anteriores presidentes colombianos.
Por su parte, a Piedad Córdoba se le va cerrando el cerco a su alrededor. Por “casualidad” los medios colombianos, en particular la revista Semana, van revelando más de sus nexos con la antiguas FARC, mientras se hace más que evidente la ausencia de solidaridad por parte de sus compañeros de ruta del Pacto Histórico, muy atareados en las dificultades y tropiezos propios de las responsabilidades de gobernar.
Sólo la salvaría que desde Caracas intercedan por ella para que el nuevo mejor amigo no la envíe a algún juzgado en Estados Unidos.