Pedro Benítez (ALN).- De todas las cosas que acaba de declarar el fundador y dirigente del partido Voluntad Popular (VP) Leopoldo López, y sin ánimo de meterle más leña a la hoguera de las disputas entre los dirigentes de la denominada Plataforma Unitaria (G4), hay un tema sobre el cual vale la pena detenerse a considerar por sus implicaciones en la próxima elección presidencial, las primarias.
Dejemos de lado por hoy analizar si ese proceso de consulta democrática es el más adecuado o no para, en medio de las actuales circunstancias políticas venezolanas, seleccionar una candidatura presidencial opositora cuyos objetivos se pueden resumir en tres muy concretos: derrotar electoralmente al candidato oficialista (muy probablemente Nicolás Maduro), que le entreguen el Gobierno y que luego lo dejen gobernar. Después de todo, las primarias son un método no un fin en sí mismo.
Sin embargo, las mismas han sido ofrecidas desde la Plataforma Unitaria (PU) como la nueva esperanza para todos aquellos que dentro y fuera de Venezuela desean un cambio político para el país. En ese sentido hay que admitir que expectativas positivas ha despertado, entre otras cosas, por el grupo de prestigiosos ciudadanos que conforman la comisión designada para los efectos.
Apuesta por las primarias
Pero por otra parte, es curioso y, al mismo tiempo, revelador constatar como los dirigentes de la PU han pasado de clamar que «en dictadura no se vota” o “sin condiciones no se vota”, con lo que justificaron la línea de abstención electoral de 2017 a 2020, a apostarle todo a la escogencia de una candidatura en un proceso de consulta “incluyente” y “abierta” para todos los venezolanos, donde quieran que se encuentren, con la intención de que compita en las elecciones presidenciales del 2024 con las condiciones que imponga o acepte Maduro. Esto sin mayores explicaciones.
Puede que no tengan mayores convicciones sobre el retorno a la ruta electoral, pero, impelidos por las circunstancias, hayan dado ese giro en las regionales de 2021; o que, en realidad, se hayan percatado de las desastrosas consecuencias de la política abstencionista y no quieran o no sean capaces de dar las explicaciones necesarias.
Como sea, la cuestión es que (aunque es de presumir que el interés de las grandes mayorías de venezolanos se encuentre en otros temas, como lucha por mejores salarios) hoy la realización de las primarias son el centro del debate político nacional, en un contexto en el cual los dirigentes que las promueven acaban de protagonizar el poco presentable episodio mediante el cual pusieron fin al Interinato.
Una prueba salomónica
En ese sentido, un grupo de ellos parece inclinado, siempre en nombre de la sacrosanta Unidad, a echarle tierra al asunto y pasar página, mientras que luce evidente que tanto Leopoldo López como Juan Guaidó no sólo no desean que el tema sea olvidado, sino mantenerlo presente y que sea el terreno de las primarias, como arena de circo romano, donde se diriman las diferencias planteadas. En esa línea van las declaraciones de López, donde pone una nueva carta sobre la mesa al dejar planteada la interrogante de quién quiere realmente a las benditas primarias o quién las quiere más.
Esto recuerda aquel pasaje bíblico donde ante el rey Salomón se presentan dos mujeres disputándose la maternidad de un recién nacido. Nos cuenta el relato de las Sagradas Escrituras que el sabio rey ordenó picar con una espada por la mitad al bebe a fin de probar los sentimientos de cada una de las presuntas madres. Se lo dio a la que le pidió que no sacrificaran al inocente. Pues bien, ahora que crece la tentación de hacer uso de una consulta abierta y democrática como arma política arrojadiza contra el resto de los dirigentes opositores, bien vale la pena efectuar una prueba salomónica.
Dadas las presentes circunstancias políticas que imperan en el país, y si verdad hay voluntad de llevar a cabo una elección bien hecha, transparente y legítima, entre los precandidatos opositores en el transcurso de este 2023 (se supone), pues se necesita el apoyo técnico, para tales fines, del Consejo Nacional Electoral (CNE). De este CNE.
¿Primarias opositoras con el CNE?
Para evitar confusiones o malinterpretaciones precisemos que no estamos hablando de que el CNE organice las primarias opositoras, sino de recurrir a su apoyo técnico (tal como ya hizo la oposición hace una década atrás) pues eso facilitaría muchísimo el proceso.
Recordemos, además, que con este CNE, en el mejor de los casos, es que se llevará adelante el proceso electoral de 2024, en cual participaría el candidato opositor seleccionado. Ante el previsible argumento, según el cual, en Ciudad de México se están negociando mejores condiciones de participación electoral entre la PU y el Gobierno de Maduro, basta con ver la deriva que llevan las mismas (marginales), así como la dinámica de las relaciones entre la Casa Blanca y Miraflores (realmente las importantes) para no ser optimistas al respecto.
No obstante, hay razones para pensar que Maduro desea cambiar la actual composición del CNE donde se encuentran dos rectores principales vinculados desde hace tiempo a la oposición y no precisamente para hacerlo más presentable ante la comunidad internacional. ¿Por qué razón? Porque hoy sabe que los números no le dan y que así como están las cosas hoy en Venezuela hay altas probabilidades de que pierda la elección presidencial prevista. Razón por la cual desea hacer uso de la tradicional táctica chavista orientada a desestimular el voto opositor alimentado todos los miedos (reales y supuestos) sobre las elecciones venezolanas. Eso es todo.
El voto de la diáspora
De modo que si los dirigentes de los partidos agrupados en la precaria PU desean realmente dar la lucha por el cambio político en Venezuela usando el instrumento del sufragio (los votos) y su verdadera intención es que las primarias sean para seleccionar una candidatura que encabece esa empresa cívica, deberían estar hoy tirándose al piso, y moviendo cielo y tierra, a fin de defender la actual composición de los miembros rectores del CNE. Que no es perfecta, pero es la mejor, de lejos, que ha tenido el país en varios años.
Por cierto, y para no extender más este recuento de hechos, opiniones y escenarios, agreguemos que lo expresado por López tiene un punto ciego; el voto de la diáspora. Si él y su partido tienen tanto interés en que los venezolanos que se han trasladado al exterior ejerzan su legítimo derecho sobre los destinos de su país (cuatro millones de inscritos en el REP según las estimaciones de los mejor informados, como el periodista Eugenio Martínez): ¿Qué hizo durante estos cuatro años el Interinato para organizarlos?
Para responder estas y otras interrogantes es bueno, entonces, efectuar la prueba salomónica.