Redacción (ALN).- Venezuela era el banco. El país que financiaba los regímenes de Managua y La Habana. Pero ahora no tiene dinero. Ni petróleo. De ahí la violenta crisis que estalló en Nicaragua. De ahí que desde Cuba se esfuercen en defender el aparato ideológico. Las fichas se tambalean y puede comenzar un efecto dominó que termine con la izquierda latinoamericana, como apunta Joaquín Villalobos en un artículo publicado en El País.
Cuba juega al ajedrez, pero corre el riesgo de que la partida se convierta en dominó. Las aguas están revueltas en Venezuela y Nicaragua, y un colapso definitivo en estos países aliados, puede desembocar en el fin del régimen de La Habana, y, por ende, de la izquierda en Latinoamérica.
Esta hipótesis la compartió Joaquín Villalobos, exguerrillero salvadoreño y consultor para la resolución de conflictos internacionales, en un artículo de El País publicado el jueves. “La implosión económica de Venezuela ha desatado un efecto dominó que pone en jaque a los regímenes de Nicaragua y Cuba y a toda la izquierda continental”, apunta.
Villalobos hace énfasis en Venezuela por el rol que juega el país en esta partida. Caracas era el banco, el financiador de la izquierda cubana y nicaragüense en tiempos de bonanza petrolera.
Pero la bonanza ya se esfumó. Desapareció el sostén financiero a causa del declive de la economía, asfixiada por la hiperinflación, el aislamiento internacional, el éxodo, la crisis social, la violencia, la maltrecha producción petrolera, la escasez de alimentos… Y, cómo no, por un régimen incapaz de hacer frente a estos problemas.
“La implosión económica de Venezuela ha desatado un efecto dominó”
Considera Villalobos que, con Caracas en bancarrota, Managua se quedó sin dinero para seguir adelante. Y es que como apunta el consultor, los subsidios desde Venezuela hacia Nicaragua totalizaron más de 3.000 millones de dólares. Fue con ese dinero con el que el régimen de Daniel Ortega pudo diseñar un modelo económico en alza, con el Producto Interior Bruto creciendo a ritmo de 5% desde 2009, según el Fondo Monetario Internacional.
Cerrado el grifo, llegaron las protestas que reprimió el gobierno de Ortega con violencia. Unas protestas iniciadas el 18 de abril de 2018 y que todavía continúan. Casi cuatro meses de conflicto que han causado al menos 448 muertos, según el último conteo de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos.
A la pérdida de vidas humanas, se suman otras consecuencias que enumera Villalobos. Estas son: las nuevas nacionalizaciones de Ortega, la pérdida del empleo, el frenazo económico y la inseguridad en la economía más pobre de la parte continental de América Latina.
“El Gobierno ha regresado a las expropiaciones poniendo terror al mercado y se estima que 205.000 empleos se han perdido; ya no habrá más crecimiento, sino más pobreza, más crisis social, más emigración, más descontento, y un irreversible y creciente rechazo al régimen”, detalla.
La defensa de Cuba
Mientras esto ocurre, La Habana, en pie por su aguante guerrillero más que por la salud de sus instituciones, según Villalobos, se defiende defendiendo. “La defensa estratégica de Cuba ha sido alentar conflictos en su periferia para evitar presión directa sobre su régimen. Los conflictos en Venezuela y Nicaragua son ahora la defensa de Cuba”, dice.
La tesis de Villalobos es la misma que el 20 de julio publicó Pedro Benítez, historiador y periodista, en ALnavío. “Ahora Cuba apuesta por sostener a Nicolás Maduro en el poder el tiempo suficiente mientras llegan nuevos apoyos y avanza en su lenta reforma interna. Sus mandatarios saben que una caída de Daniel Ortega puede tener un efecto dominó en la crítica Venezuela”.
Pedro Benítez define a los políticos cubanos como “estrategas”. Estrategas con 60 años de experiencia. Y haciendo gala de esas credenciales, desvían la atención hacia lo que ocurre en Venezuela y Nicaragua para que la comunidad internacional no se detenga sobre La Habana, “donde la democracia desapareció hace mucho tiempo”.
“Van a jugar duro para que ninguno de esos dos gobiernos caiga, aunque el precio sea que a Cuba ya no se le vea con la misma indulgencia de otros tiempos, sino como una amenaza muy concreta a las democracias de Latinoamérica”, expresa Benítez.
Esta amenaza se manifiesta con los mensajes de apoyo que entrega Cuba a sus aliados. El Foro de Sao Paulo, celebrado en julio en La Habana con el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, llevando la voz cantante, respaldó a Venezuela y Nicaragua. Condenaron la “derecha golpista y terrorista” y “las hordas criminales de grupos fascistas al servicio del imperialismo norteamericano”.
Así es la partida de ajedrez que está jugando Cuba. Lo que pasa es que las piezas de su tablero -Venezuela y Nicaragua- comienzan a tambalear, y como pronosticaron Benítez y Villalobos, puede comenzar el efecto dominó. La Habana puede caer, así como también la izquierda latinoamericana. La izquierda de las dictaduras. No la izquierda democrática, que como apunta Villalobos, saldrá reforzada.