Zenaida Amador (ALN).- En el mundo crece la polémica acerca del proceso de cambio en Venezuela, ya que algunos señalan que se está propiciando una intervención extranjera y otros afirman que sin una acción contundente de la comunidad internacional no se concretará la salida de Nicolás Maduro del poder. ¿Qué puede suceder en el contexto actual y qué factores se están moviendo para forzar un desenlace?
Nicolás Maduro y los grupos más poderosos del chavismo saben que toda mediación para llevar adelante su salida del poder terminará para muchos de ellos en la comparecencia ante tribunales y recibiendo la condena que corresponda por los desmanes de su gestión. Ese precio no lo quieren pagar quienes saben que tienen todas las de perder no sólo por lo que significa en términos personales sino del mismo movimiento “revolucionario” que lideran.
Pero mientras la transición se concreta siguen pasando los días y el margen para que la salida sea pacífica parece cerrarse.
Estados Unidos tiene un discurso agresivo en el que ha puesto sobre la mesa la opción militar. Maduro y sus funcionarios tratan a diario de subirle el costo político a la comunidad internacional en caso de que una acción de este tipo ocurra
Estados Unidos tiene un discurso agresivo que a diario involucra a Venezuela y en el que, en más de una ocasión, se ha puesto sobre la mesa la opción militar como una vía para propiciar el cambio. Maduro y sus funcionarios, por su parte, tratan a diario de subirle el costo político a la comunidad internacional en caso de que una acción de este tipo ocurra, por lo que crece la polémica y las dudas hacen mella en los pronunciamientos de algunas naciones sobre la situación de Venezuela.
En este sentido destacan las recientes declaraciones de José Mujica, expresidente de Uruguay y aliado del gobierno de Hugo Chávez, quien sostiene que la salida violenta parece ser la apuesta de la oposición y de EEUU, quienes no le dan opciones a Maduro para algo diferente. “¿Qué le están ofreciendo al régimen venezolano? Ríndete y después veremos. Y todavía sale un importante personaje del Gobierno norteamericano a pronosticarle que lo van a llevar a Guantánamo. Entonces, si usted quiere evitar una guerra tiene que crear alternativas. Porque como viene la cosa están obligando a la guerra. Usted puede ir a la guerra porque está convencido, pero puede ir a la guerra porque no tiene más remedio. Nadie se va a rendir así como así, poner las manos y llévenme encarcelado”.
¿Es así?
El poder soterrado
Juan Guaidó, como presidente interino avalado por la comunidad internacional, ha procurado convencer a miembros de la Fuerza Armada y a otros funcionarios del régimen de Maduro para que faciliten una transición democrática en el país en apego a la Constitución, para lo cual les ofreció una amnistía que no implica impunidad, pues hay delitos -como los de lesa humanidad- que no pueden ser ignorados. Incluso le ofreció a Maduro una amnistía para facilitar su salida.
Esta opción de la amnistía es rechazada por los altos grupos del poder de Maduro en el discurso púbico, aunque se desconoce qué puedan estar pactando fuera de cámaras para preservarse.
Estos grupos que le dan soporte a Maduro están cuantificando los daños que un cambio de modelo político puede generarles y midiendo opciones de sobrevivencia. No hay que olvidar que bajo el “chavismo” como movimiento político cohabitan perversos sistemas que han hecho milmillonarios negocios con el patrimonio nacional, que se han conectado con redes internacionales de violencia y narcotráfico, y que han encontrado en la miseria de la población sus propios mecanismos de enriquecimiento. Para estos grupos es cuesta arriba aceptar un cambio o facilitar una transición que los deje fuera de juego o que los exponga a la justicia.
Estados Unidos ha sido claro en este sentido. No tolerará que Venezuela siga siendo escenario de prácticas ilícitas por parte de cubanos, rusos, iraníes o del Hezbollah al abrigo del régimen de Maduro.
Estas son las verdaderas fuerzas de fondo que están en juego, aunque Maduro en su afán por seguir gobernando, intente mostrar otra realidad.
El país de la usurpación
En sus apariciones públicas Maduro hace amagos para lucir como un demócrata que respeta las instituciones, aunque en realidad es el principal violador de la Constitución de la República, gracias a lo cual forzó su permanencia en el poder, y se rodea de militares para tratar de convencer acerca de su solidez. Promueve el diálogo como mecanismo para comprar tiempo, pero está claro que él nunca permitirá que por esa vía se avance hacia una opción que implique su salida.
Maduro aprovecha cada día para terminar de desmantelar la institucionalidad democrática, que es la que expone su talante autoritario. Una de las cartas que prepara es el cambio de la Constitución para darse un nuevo barniz y modificar la vara con la cual medir sus actos, lo que ayudará a lavarle la cara y a convertir a Venezuela en una democracia al estilo cubano.
Maduro hace amagos para lucir como un demócrata que respeta las instituciones, aunque en realidad es el principal violador de la Constitución de la República, y se rodea de militares para tratar de convencer acerca de su solidez
Además, ha desplegado una represión sigilosa y quirúrgica entre quienes le adversan intentando bajarle la exposición pública a sus actos, a diferencia de lo que hizo en las manifestaciones de 2014 y 2017. Sólo en enero se reportaron 35 personas asesinadas en protestas y otras 8 víctimas de ejecuciones extrajudiciales en allanamientos ilegales a viviendas, donde habitaban personas que presuntamente habrían tenido participación en las manifestaciones, según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS).
Cada día que Maduro se sostiene en el poder es un día más de deterioro económico y de empobrecimiento de la población, algo que ya venía ocurriendo propiciado por su modelo político y que ahora se acelera por el efecto de las sanciones internacionales al régimen.
Por su parte Diosdado Cabello, uno de los militares golpistas que acompañó a Hugo Chávez en los años 90 y presidente de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente, no pasa un día sin invitar a la violencia. “El que quiera ser presidente, que venga a Miraflores”, dice intentando que la oposición avance en acciones de calle hasta el Palacio de Gobierno a “tomar” el poder, lo que justificaría una acción de fuerza de parte del régimen.
Cabello dice que la oposición quiere “asesinar a los chavistas” y por ello es necesario resistir y enfrentar con fusiles a quienes intentan acabar con la revolución, lo que ha dado lugar a iniciativas como la de armar a fuerzas milicianas alternas a la Fuerza Armada. A juicio de Cabello es preferible morir de pie antes que entregarse. “Voy a pedir en nombre de (Hugo) Chávez y (Simón) Bolívar que si algo nos pasa, el que venga detrás tome la bandera”.
Se hará todo lo posible
La comunidad internacional viene aplicando sanciones individuales a funcionarios y allegados al régimen de Maduro, limitando su movilidad personal, así como la de sus flujos financieros. Igual pesan las causas internacionales que documentan los casos de violaciones a los derechos humanos en Venezuela y los expedientes con señalamientos individuales sobre funcionarios venezolanos.
Estos mecanismos, que operan como torniquete, impactan de forma directa en los grupos de poder que le dan soporte a Maduro y pueden debilitar su cohesión en busca de opciones y de garantías personales a cambio de facilitar la transición.
También la comunidad internacional ha aplicado un cerco diplomático, político y financiero al régimen de Maduro para forzar su salida. Sin embargo, se trata de un proceso largo y penoso, especialmente en términos de calidad de vida para la población, que Maduro está dispuesto a transitar. Pero ya no hay costo político alguno para Maduro, sólo para la oposición.
Por qué el diálogo en Venezuela no es una opción en este momento
Guaidó tendrá que lidiar con el desgaste y la molestia popular, aun sin tener el control pleno de las instituciones del país, tratando de no quemarse en el intento, lo que se hará más complejo en la medida que el tiempo transcurra.
Fuera de esto viene la opción de una acción directa que ponga fin al régimen de Maduro. ¿Lidiará Guaidó con las implicaciones de una acción externa de este tenor?
“Nuestra propuesta siempre ha sido pacífica y política”, ha dicho Juan Guaidó, quien desde el 23 de enero mantiene un discurso cívico y ha evitado caer en la retórica que imponen los líderes del chavismo. Sin embargo, también ha sido claro en que se usarán todos los mecanismos necesarios para lograr el cese de la usurpación de Maduro.
La opción de una intervención militar de Estados Unidos o de otra fuerza extranjera no deja de estar en la mesa. “Esto es un tema obviamente muy polémico, pero haciendo uso de nuestra soberanía, el ejercicio de nuestras competencias, haremos lo necesario”, aseguró Guaidó al ser consultado expresamente al respecto. “Nosotros haremos todo lo posible (…) Vamos a hacer todo lo que sea que tenga menor costo social, que genere gobernabilidad y estabilidad para poder atender la emergencia”.