Pedro Benítez (ALN).- En el reciente encuentro que sostuvo con su colega colombiano Iván Duque, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a propósito de una pregunta sobre Venezuela advirtió: “Siempre tengo un plan B, C y D. Yo probablemente tendré más flexibilidad que cualquier hombre en este puesto”. En ese caso concreto no exagera, pues sus opciones son muy amplias. No obstante, lo que parece evidente es que sus estrategas en este tema, John Bolton y Elliot Abrams, siguen apostando a que el cambio en Venezuela ocurrirá desde adentro.
El entusiasta discurso del presidente Donald Trump el pasado lunes 18 de febrero en la Universidad Internacional de Florida en Miami, donde avizoraba que “un nuevo día está por amanecer en Venezuela”, despertó una enorme expectativa en Venezuela.
Eso junto con los continuos mensajes y advertencias del vicepresidente Mike Pence y los asesores John Bolton, consejero de Seguridad Nacional; Elliot Abrams, “enviado especial para Venezuela”; y el senador Marco Rubio, hacían pensar que en Venezuela estaba por darse un desenlace que incluso podría incluir una intervención militar abierta por parte de Estados Unidos.
La apuesta inicial había sido evidente: los generales venezolanos le quitarían el apoyo a Maduro y el régimen se desplomaría. Hasta la semana pasada eso parecía un hecho inminente. Una victoria fácil para la Administración Trump que luego podría exhibir en su país
Sin embargo, esos funcionarios nunca dijeron explícitamente que esto último ocurriría, aunque lo dieran a entender, y así lo interpretaran los interesados. Los pronunciamientos oficiales previos del Gobierno estadounidense indicaban que ese país haría uso de “todo su poder económico y diplomático” para desalojar a Nicolás Maduro del poder.
La apuesta inicial había sido evidente: los generales venezolanos le quitarían el apoyo a Maduro y el régimen se desplomaría. Hasta la semana pasada eso parecía un hecho inminente. Una victoria fácil para la Administración Trump que luego podría exhibir en su país.
Concretamente de cara al 23 de febrero, se pensó que el intento de ingresar la ayuda humanitaria hacia Venezuela desde distintos puntos fronterizos colocaría a la Fuerza Armada Nacional (FANB) venezolana en un dilema y ese podría ser el punto de la ruptura. Trump conminó a los militares venezolanos a no continuar cumpliendo órdenes de Nicolás Maduro y permitir la entrada de la ayuda humanitaria.
Además, la Ley de Amnistía sancionada por la Asamblea Nacional de Venezuela, junto con las garantías ofrecidas a los altos mandos por parte del Gobierno de Estados Unidos de no perseguirlos si colaboran con la transición del país, parecían incentivos suficientes.
Pero no ha sido así. Los jefes militares no le han quitado el respaldo a Maduro. Parece que el proceso no será tan fácil. A los generales venezolanos se les ofreció respaldo y garantía, y luego coacción. Ninguna ha resultado por ahora.
¿Falló la estrategia de Trump? ¿Se ha subestimado una vez más la disposición y capacidad de resistir por parte del bloque cívico-militar que respalda a Maduro?
Unos días antes del sábado 23 una fuente militar indica que “Maduro estaba ido”, pero “ningún oficial con mando y control de unidades” estaba dispuesto a aparecer como si obedeciera órdenes de los políticos norteamericanos.
Veinte años de trabajo político del chavismo en la FANB no han sido en vano, esa es la realidad.
Por parte, el factor Cuba entró en juego. Raúl Castro y Miguel Díaz-Canel se sintieron amenazados por el discurso de Trump y han jugado a fondo para defender a Maduro. Son conscientes de que la caída de su pupilo los puede arrastrar a ellos también.
¿Qué le falta a la Ley de Amnistía de Guaidó para que la Fuerza Armada lo respalde?
Planes B, C y D
Por lo tanto, la estrategia de los funcionarios de Washington provocó una nueva cohesión de los militares en torno a Maduro. Exactamente lo contrario de lo que se buscaba.
De paso, el incremento de las expectativas de un inminente desenlace ha constituido un revés innecesario para Juan Guaidó y las fuerzas políticas que dentro de Venezuela lo respaldan.
¿Falló la estrategia de Donald Trump? ¿Se ha subestimado una vez más la disposición y capacidad de resistir por parte del bloque cívico-militar que respalda a Nicolás Maduro?
No obstante, todo esto ha sido un sano baño de realidad para los adversarios de Maduro dentro y fuera de Venezuela que puede ser muy positivo.
Entre otras cosas porque el régimen de Maduro no se está consolidando. Las numerosas deserciones de funcionarios militares y policiales cruzando la frontera hacia Colombia, que no son recientes y se cuentan ya por miles, indican el grado de malestar y descomposición dentro de la FANB.
Y puede que esa haya sido de la razón por la cual Maduro y sus comisarios políticos hicieron uso de presos comunes y elementos paramilitares (y no del Ejército) para bloquear el ingreso de la ayuda humanitaria por la frontera con Colombia.
De paso, Maduro parece haber renunciado a cualquier intento por enfrentar la hiperinflación e incluso gobernar o mandar. El régimen va a la deriva sin otro plan de vuelo que aferrarse al poder.
En ese contexto parece que John Bolton y Elliott Abrams (los verdaderos estrategas de Trump en este tema) siguen apostando a que el desenlace en Venezuela será muy parecido al de Europa del este con el desplome del campo socialista. Ese es el plan B y probablemente el C.
¿Qué pasa dentro de la Fuerza Armada de Venezuela?
Esa es la estrategia correcta hoy en Venezuela para provocar un cambio político. Poner sobre el tapete la incapacidad de Maduro para manejar el país y sacarlo de un terreno donde puede evadir la responsabilidad.
La clave de este razonamiento la dio hace meses otro político republicano, el exembajador de Estados Unidos en Venezuela y exsubsecretario de Estado Otto Reich y que hemos comentado aquí: el régimen de Maduro está podrido por dentro. Hay que empujarlo para que caiga.