Juan Lozano (ALN).- Poco después de revelarse el informe oficial del Departamento de Estado sobre las FARC como la organización de tráfico de drogas más grande de Colombia, se produjo la significativa visita de William Brownfield, el funcionario de más alto rango en el campo de las drogas ilícitas. A los pocos días de haberse revelado el informe oficial de la Oficina de Asuntos Internacionales y Fortalecimiento de la Ley del Departamento de Estado de los Estados Unidos en el que se refiere a las FARC como la organización de tráfico de drogas más grande de Colombia, se produjo la significativa visita del funcionario de más alto rango en esos despachos con responsabilidades en el campo de las drogas ilícitas.
Se trata de William Brownfield, un curtido diplomático norteamericano que hoy se desempeña como subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos, tras haber sido embajador de Estados Unidos en Chile entre 2002 y 2004, en Venezuela entre 2004 y 2007, y en Colombia entre 2007 y 2010.
Brownfield no es un funcionario más de los Estados Unidos. Es un hombre que conoce perfectamente la región, que habla español con acento gringo pero sin ninguna dificultad, que es perfectamente bilingüe. Pero sobre todo, que conoce como pocos el largo itinerario de la lucha antidrogas en América Latina y particularmente en Colombia, país que recorrió de extremo a extremo, cuya idiosincrasia comprende perfectamente y en cuyo territorio sirvió como embajador cuando se desarrollaban hitos cruciales del Plan Colombia y del combate contra las FARC.
La visita de Brownfield a Juan Manuel Santos tiene sabor de advertencia
Brownfield es amable, divertido incluso, dueño de un gran sentido del humor, pero es también un diplomático profesional, firme, duro cuando tiene que serlo y, sobre todo, preciso en sus mensajes en nombre del gobierno de su país.
William Brownfield y Juan Manuel Santos son bien conocidos. Durante su embajada en los últimos tres años del gobierno de Álvaro Uribe, Santos era el ministro de Defensa, consagrado por entonces a defender las tesis uribistas y a implementar la batalla frontal contra las FARC. De esa época datan operativos militares casi legendarios contra las FARC, como la Operación Jaque, el rescate militar más audaz y exitoso de la historia de Colombia, así como los golpes sucesivos contra la estructura narcotraficante de la FARC y la reducción sustancial de sus narcocultivos.
Las FARC: de guerrilla a cartel
La visita de Brownfield se produce cuando Trump ha anunciado severos recortes en la ayuda de EEUU / Flickr: Gage Skidmore
Por todo lo anterior es que la visita de William Brownfield a Juan Manuel Santos, resulta tan elocuente, con sabor de advertencia y con el propósito de resaltar las conclusiones sobre el criminal crecimiento de los cultivos ilícitos que vuelve a colocar a Colombia en el oprobioso podio global de las naciones con mayor extensión de narcocultivos.
Y aunque los informes y la visita de Brownfield tienen zanahoria y garrote -reconocen, por ejemplo, las históricas incautaciones de más de 400 toneladas de coca durante el último año-, lo cierto es que la tolerancia del gobierno Obama con la disparada de los cultivos ilícitos en Colombia durante las negociaciones de paz, parece haber llegado a su final.
Brownfield sabe bien que las FARC no son solo una guerrilla. Sabe que son guerrilla y cartel. Sabe, y lo dice textualmente, que el incremento de las hectáreas ilícitas que llegaron a la escandalosa cifra de 200.000 y el doloroso retorno de la amapola a las tierras altas, en buena medida se generaron porque “las FARC impulsaron a los cocaleros, estimulándolos con la creencia de que la inversión y los subsidios oficiales de Colombia en el posconflicto se concentrarían en las regiones con la mayor cantidad de coca”.
Y también sabe, en momentos en que hay alarma por el incremento de las muertes por sobredosis, que la inmensa mayoría de la coca que se consume hoy en Estados Unidos viene de Colombia y de las FARC; y sabe del vínculo de las FARC con los más tenebrosos carteles mexicanos; y sabe de la relación de las FARC con el Cartel de los Soles y con las estructuras mafiosas que han florecido a la sombra del gobierno de Venezuela.
Po lo demás, la visita de Brownfield se produce cuando el nuevo gobierno Trump ha anunciado severos recortes en la ayuda externa de Estados Unidos, lo que complica aún más la situación de Colombia en este frente, pues parece que se hubieran ido a la caneca los centenares de miles de millones de dólares que aportaron durante muchos años en la lucha contra el flagelo de la droga.
Llegó la hora de desmontar el cartel de las FARC. ¿Será posible?
Los reportes sobre las reuniones de Brownfield con las autoridades colombianas son escuetos. Sin embargo, es evidente que hay una inmensa preocupación frente a lo que está ocurriendo y que vendrán exigencias crecientes al gobierno de Colombia y a las FARC para que se desmantele su estructura narcotraficante. Entienden bien que el motor de todas las violencias recientes del país ha sido el narcotráfico y que no habrá paz en Colombia mientras subsista, bajo cualquier nombre o brazalete, este sangriento cartel.
El efecto será contundente: hasta ahora los esfuerzos se habían concentrado en desmontar la guerrilla de las FARC. Llegó la hora de desmontar el cartel de las FARC. ¿Será posible? Pronóstico reservado.