Zenaida Amador (ALN).- Más allá de las salidas milagrosas -que muchos añoran- para resolver los problemas de forma inmediata, en el caso de Venezuela todo se cocina a fuego lento. Dos décadas de chavismo así lo confirman. De allí que la esperada, temida y cuestionada fecha del 10 de enero luzca como una más de las piedras en el camino a recorrer en 2019 para perfilar el futuro del país.
Antes del 10 de enero, cuando cesa el período constitucional de Nicolás Maduro como presidente de Venezuela y comienza un segundo mandato en entredicho, ya habrá corrido mucha agua en la agenda política nacional e internacional sobre Venezuela sin que ello implique que se producirá un cambio en el sistema.
El 5 de enero es el primer punto clave, con la instalación del nuevo período de sesiones de la Asamblea Nacional (AN) con cambio en su directiva. Se espera que Juan Guaidó, diputado de Voluntad Popular (el partido de Leopoldo López), llegue a la presidencia del Parlamento y desde allí impulse un proceso de cambio.
“Guaidó asumirá la vanguardia en un momento político de tan alta trascendencia, en el que las decisiones que tomemos como liderazgos marcarán el futuro del país ante una dictadura que ha asumido la fuerza como su sostén para mantener el poder y ante la cual se debe asumir una salida urgente”, señaló Voluntad Popular al confirmarlo como su apuesta.
Nicolás Maduro se ha provisto de una Asamblea Nacional Constituyente y ya trabaja en una nueva Constitución a su medida para limar los restos de legalidad que todavía persisten en el país
Según varios abogados constitucionales, dado el vacío que existe en el país con la reelección de Nicolás Maduro el pasado 20 de mayo en un proceso que no fue convocado por las vías regulares y cuyos resultados son desconocidos nacional e internacionalmente, una vez que cese su primer período de gobierno ya no habrá un presidente electo que pueda asumir la Jefatura de Estado, por lo que el rol del presidente de la Asamblea Nacional cobra mayor valor.
En el artículo 233 de la Constitución vigente en Venezuela se indica que “cuando se produzca la falta absoluta del Presidente electo o Presidenta electa antes de tomar posesión, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Presidente o Presidenta de la Asamblea Nacional”.
Aunque así lo establece la Carta Magna venezolana, instrumentarlo es más que complejo, en especial porque el resto de los poderes públicos responden directamente a los lineamientos del Gobierno y de su partido (PSUV), y porque la institucionalidad democrática ha sido desdibujada tras cuatro lustros de labor abrasiva del chavismo.
No en vano, Nicolás Maduro se ha provisto de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) y ya trabaja en una nueva Constitución a su medida para limar los restos de legalidad que todavía persisten en el país. Además, ha hecho alarde del poderío militar que lo respalda (incluso de aliados extranjeros como Rusia) y a la Fuerza Armada Nacional le ha dado mensajes muy claros: “Máxima lealtad con el pueblo y con la revolución por encima de cualquier intriga, de cualquier traidor que surja”.
Diosdado Cabello, presidente de la ANC, ya llamó a una movilización nacional de sus seguidores a Caracas para blindar el proceso. Anunció que habrá “una serie de actos que comenzarán antes del 10 de enero” con los cuales “nosotros tomaremos Caracas con nuestra gente”.
Aunque los partidos políticos de la oposición no han hecho pública su agenda, ya los gremios y sindicatos lanzaron su amenaza de calentar la calle. El 8 de enero es la fecha fijada para reactivar las luchas en defensa de los contratos colectivos y las escalas salariales de los trabajadores que el gobierno de Maduro ha desconocido y aplanado.
Por su parte la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) celebrará su asamblea plenaria del 7 al 12 de enero y se espera un pronunciamiento contundente sobre la ilegitimidad del gobierno de Maduro a partir del 10 de enero.
Qué pasará entre el régimen de Maduro y el mundo a partir del 10 de enero
El tablero internacional
“No hay posibilidad de que Gobierno alguno diga ninguna palabra desde el extranjero para conocer, reconocer o desconocer lo que es la legitimidad constitucional y democrática del Gobierno que voy a presidir desde el 10 de enero”, señaló Maduro recientemente a través de los medios estatales ante el obvio rechazo internacional a su segundo mandato.
Más de 20 naciones desconocieron su reelección y, en consecuencia, se espera que lo desconozcan como presidente desde el 10 de enero. En este sentido, Iván Duque, presidente de Colombia, ya afirmó que su país no tendrá un embajador en Venezuela, porque “no podemos tener un embajador ante un gobierno dictatorial que no reconocemos”.
El Grupo de Lima se reunirá este 4 de enero para fijar posición sobre la situación venezolana y también está prevista, aunque sin fecha definida, una reunión entre instancias de la Unión Europea y de la Organización de Estados Americanos
Jair Bolsonaro, quien recién asumió la Presidencia de Brasil, claramente indicó que echará por tierra todas las alianzas que sus antecesores del Partido de los Trabajadores forjaron con la “izquierda bolivariana” y no ha dudado en referirse al mandatario venezolano como el dictador Nicolás Maduro.
El Grupo de Lima se reunirá este 4 de enero para fijar posición sobre la situación venezolana y también está prevista, aunque sin fecha definida, una reunión entre instancias de la Unión Europea y de la Organización de Estados Americanos para entablar un diálogo político sobre la crisis de Venezuela y su impacto global.
En paralelo, Estados Unidos está presionando para convocar con prontitud al Consejo Permanente de la OEA para fijar posición sobre el caso venezolano y definir acciones ante la crisis humanitaria del país, que es la principal causa de la diáspora venezolana. Además, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, emprendió gira por Suramérica para alinear posiciones sobre Venezuela y no se descarta una nueva oleada de sanciones contra el gobierno de Maduro.
Todo esto se traducirá en mayor presión internacional sobre Nicolás Maduro y sus funcionarios, a la par del coctel de desestabilización interna y la agudización de la crisis económica por la ausencia de correctivos por parte de las autoridades. Enero comienza activo y jugando al desgaste, pero sin la garantía de que los cambios esperados se produzcan a corto plazo.