Danny Leguízamo (ALN-KonZapata).- Una mujer sonríe mientras sus compañeros le propinan patadas y golpes en la cabeza con cabillas al diputado Américo de Grazia, quien intenta cubrirse el rostro sin éxito. En el Parlamento, las paredes terminaron bañadas en sangre, producto de la acción delincuencial de afectos al régimen, quienes usando pasamontañas secuestraron, agredieron, vejaron y robaron a diputados, periodistas y trabajadores que se encontraban en el recinto, en una jornada deplorable que fue calificada por Nicolás Maduro como “extraña”.
Ya es una costumbre. Lo que comenzó el año pasado, se convierte en rutina. Tanto va el cántaro a la fuente que por fin se rompe, reza un viejo y conocido refrán. El asalto de este miércoles, 5 de Julio, quedará marcado como el más deplorable, vergonzoso y criminal que se haya perpetrado en el Palacio Federal Legislativo en la historia de Venezuela. De hecho, en el asalto al Congreso de 1848, las turbas armadas nunca lograron entrar a las instalaciones del Convento de San Francisco, lugar donde sesionaban los diputados de la época, suceso que terminó con el fusilamiento de algunos legisladores que intentaron escapar por los balcones y tejados del recinto.
El nuevo asalto -el más fulminante- al único Poder revestido de legitimidad en Venezuela (la Asamblea Nacional) por haber sido electo hace apenas un año y medio, se inició con la presencia del vicepresidente de la República, Tareck El Aissami, quien acompañado de grupos oficialistas ingresó al Salón Elíptico del Palacio Federal pronunciando un discurso que el diputado Henry Ramos Allup (AD) calificó como “inapropiado”. Y vaya que sí lo fue, porque El Aissami, en una muestra de altísima tolerancia democrática, espetó que el Parlamento estaba “secuestrado por la derecha”, dando a entender que todo aquello que la oposición gane a través de los votos es un robo. Y lo que la mal llamada “revolución” no pueda conquistar con los votos, “lo hará con las armas”. Esa última frase pertenece a Nicolás Maduro.
El asalto de este miércoles quedará marcado como el más deplorable, vergonzoso y criminal que se haya perpetrado en el Palacio Federal Legislativo en la historia de Venezuela
La violencia llegó más tarde, justo al filo del mediodía. El Parlamento tenía previstas dos sesiones consecutivas: una de carácter solemne, y otra de carácter ordinario. Al culminar la primera, todos los asistentes tomaron un receso. Muchos salieron a los jardines del Palacio Federal, creyendo que los violentos estaban contenidos en las afueras por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), presunta custodia de las instalaciones. La misma GNB que es inclemente con la oposición cuando pretende acercarse a cualquier organismo público. Y la misma GNB cuyo “comandante”, el coronel Vladimir Lugo, sacó a empujones de su oficina al diputado Julio Borges, presidente del Parlamento.
Los antecedentes bastan para entender lo sucedido. Una turba armada con cabillas y morteros, cubriendo su rostro con costosos pasamontañas, ingresaron a los jardines del Palacio sin que absolutamente nadie pudiera ponerles freno. Allí hicieron de las suyas con quienes tomaban un receso. Al diputado de La Causa R, Américo De Grazia, lo golpearon repetidas veces en la cabeza mientras intentaba cubrir su rostro infructuosamente. Una mujer que acompañaba a la turba, muy complacida, sonreía al ver la dantesca escena. El suelo comenzaba a llenarse de la sangre de De Grazia, quien yacía convulsionando en el suelo.
La turba prosiguió sus terribles acciones, que incluyeron robos y golpizas inclementes a periodistas y personal administrativo, mientras detonaban morteros y armas de fuego. Varios diputados salieron a defender el Palacio. Pelearon sin armas. Defendieron lo que tenían que defender como mejor pudieron. Rescataron a De Grazia y a otros heridos. En el pasillo que conduce a los dos hemiciclos, la seguridad civil se esforzaba en sellar la puerta con alfombras y sillas, puesto que los violentos también intentaban ingresar desde la entrada que se utiliza para recibir a altos funcionarios públicos, como el presidente de la República. Allí también hubo golpiza. Las paredes terminaron, literalmente, bañadas en sangre.
El Parlamento sesionó a pesar de la violencia
La Guardia Nacional Bolivariana, varios minutos después, comenzó a actuar:
-¡Asesinos! -eran los gritos que se escuchaban en los jardines.
-¡Demasiado tarde para actuar! -soltó uno de los invitados especiales a la sesión solemne.
Finalmente los violentos fueron sacados del Palacio Federal. Rodearon las instalaciones y se dedicaron a robar motos y autos, además de teléfonos y cámaras fotográficas que lograron sustraer a periodistas mientras los golpeaban. El saldo fue de cinco diputados heridos: Américo De Grazia (resultó con severas contusiones y fue trasladado en una ambulancia, que tampoco pudo salir porque los violentos no lo permitían); Armando Armas, Luis Carlos Padilla, Nora Bracho y José Leonardo Regnault, además de siete trabajadores y periodistas. A pesar de las penosas circunstancias, el Parlamento cumplió con su trabajo y se instaló la sesión prevista, en la que aprobaron -entonando las notas del himno nacional- un Acuerdo sobre la “convocatoria a un proceso de decisión soberana del pueblo”, el próximo 16 de julio:
-Que no se equivoque Nicolás Maduro, haremos valer los derechos del pueblo hasta conquistar la libertad. Nada podrá doblegar la decisión de ser un país libre, tal y como ocurrió aquel 5 de Julio de 1811. Lo que hoy ha sucedido en la Asamblea Nacional nos avergüenza y nos duele como venezolanos. Es el reflejo de la situación del país -dijo Julio Borges, presidente de la Asamblea.
Malandros régimen dirán q colectivos delincuenciales asaltaron AN para expresar amor patrio en conmemoración 5 de julio. pic.twitter.com/2w1RZ3Ibty
— Henry Ramos Allup (@hramosallup) 5 de julio de 2017
Pero la tortura no había terminado. Hasta las siete de la noche permanecieron al menos 300 personas secuestradas en el Parlamento.
– De aquí no entra ni sale nadie -dijo uno de los violentos. Pero luego cambió de idea ligeramente:
-Estaremos aquí hasta que nos dé la gana.
Luego lanzaron docenas de artefactos explosivos a los jardines del Palacio. También agredieron con una lluvia de piedras y botellas a quienes empezaban a evacuar el Parlamento a eso de las siete de la noche.
Mientras lo peor ocurría, Nicolás Maduro, en un lacónico mensaje por el desfile del 5 de Julio, se limitó a deslindarse de la violencia, calificando los acontecimientos como “extraños”.