Antonio José Chinchetru (ALN).- El que quizás sea el máximo exponente de la literatura húngara, Sándor Márai, retrató en ‘Liberación’ cómo el totalitarismo destruye la moral de los ciudadanos. Además, predijo con gran lucidez que el comunismo sería un amo tan tiránico y cruel como el nazismo.
Sándor Márai personifica la tragedia de las élites intelectuales europeas del siglo XX que no quisieron ser cómplices de los totalitarismos. Considerado con razón uno de los grandes escritores de Europa Central y una de las cumbres de la literatura magiar, la mitad de su vida estuvo marcada por el exilio. Nacido en 1900 en Kassa (actual Košice, en Eslovaquia), fue una de las grandes voces críticas del Viejo Continente.
Durante los primeros años del régimen del mariscal Miklós Horthy (que duró de 1920 a 1944) optó por una expatriación voluntaria que le llevó a viajar por Centroeuropa. Volvió a Hungría en 1928, cuando se instaló en Budapest. Desde ese momento se convirtió en un testigo incómodo de la política europea y de su país. En los años 30 su prestigio literario estaba casi a la altura del mismísimo Stefan Zweig. Esto le salvó de sufrir importantes represalias a pesar de escribir contra el nazismo y los fascismos, con los que se había aliado el régimen de Horthy.
Márai retrata la complicidad de profesores universitarios y otros intelectuales con el nazismo y el fascismo
Sin embargo, la seguridad se terminó para él con la imposición de un régimen comunista en 1948. Ese año se trasladó a Estados Unidos, donde vivió en el exilio hasta suicidarse en 1989, pocos meses antes de la caída del Muro de Berlín. De esta manera, murió sin ver Hungría (o la Eslovaquia donde está su ciudad natal) liberada del yugo totalitario soviético. Todavía en Budapest, en 1945, escribió una novela que permaneció inédita hasta el año 2000, más de una década después de su fallecimiento. Se trata de Liberación, escrita poco después de que las tropas del Ejército Rojo tomaran Budapest en su avance contra las tropas del Eje.
Intelectuales cómplices del totalitarismo
Liberación narra las vicisitudes de Erzsébet, una joven que busca un refugio para su padre en el Budapest sitiado por los soviéticos en los días previos a la Navidad de 1944. Su progenitor es un famoso intelectual, un astrónomo y matemático a quien los nacional-socialistas alemanes y sus aliados cruzflechados (partido nazi húngaro que tras ser un incómodo socio de Horthy derrocó al mariscal por querer pactar la paz con los aliados) persiguen por sus simpatías liberales.
A través de los recuerdos y pensamientos de la protagonista se muestra cómo las élites académicas húngaras abandonan a su padre. De esta manera, retrata la complicidad de profesores universitarios y otros intelectuales europeos con el nazismo y el fascismo. Enseña cómo renunciaron a cualquier valor ético y se plegaron al poder totalitario. Las vivencias de Erzsébet a lo largo de la novela muestran además el tremendo derrumbe moral que ese mismo poder totalitario y la guerra provocan en gran parte de los ciudadanos.
Lucidez sobre qué significaría el comunismo
A pesar de las duras situaciones por las que pasa, Erzsébet mantiene una esperanza. Está convencida de que la liberación de Budapest por el Ejército Rojo pondrá fin a la pesadilla que vive. Sin embargo, la realidad será muy diferente. La aparición del primer soldado soviético que se presenta en su vida, ya el 19 de enero de 1945, supondrá el fin de la ilusión. Lo que ocurre a continuación revela que las tropas de la URSS no llegan para liberar a los pueblos de Europa Central y Oriental, sino para ser un nuevo amo cruel y tiránico.
Las tropas de la URSS no llegan en 1945 para liberar a los pueblos de Europa Central y Oriental, sino para ser un nuevo amo cruel y tiránico
Márai demuestra así una lucidez que le faltó a muchos europeos (y estadounidenses), incluyendo numerosos intelectuales, de aquellos años. Supo comprender que el destino de los países de la región central y oriental del Viejo Continente no era ser liberados. Tan solo pasaban a ser sometidos por otro totalitarismo tan salvaje como el anterior. No había en este genial autor lugar para la esperanza, como no la hubo para Hungría y sus vecinos hasta casi medio siglo después.