Pedro Benítez (ALN).- Todo indica que el próximo domingo 22 de octubre el primer mandatario nacional Nicolás Maduro cumplirá con una de las solicitudes que los representantes de Joe Biden para Venezuela le han formulado a Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional, en el acuerdo que viene negociando con ellos: no bloquear por medio de su brazo judicial (la Sala Electoral del TSJ) la realización de la primaria opositora convocada por la partidos congregados en la Plataforma Unitaria (PU).
De ahí en adelante, el éxito de esa consulta dependerá de la participación de los votantes, de los detalles logísticos en manos de los organizadores y de la capacidad de convocatoria de los precandidatos y partidos.
No importa cuantas veces el diputado Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), haya asegurado a lo largo del año, en su programa semanal de variedades y cotilleos, así como en sus regulares ruedas de prensa, que “no habrá primaria”; así como tampoco la privilegiada información que le suministren sus “patriotas cooperantes”. Con respecto a Venezuela el juego del gobierno de Estados Unidos está en un nivel a donde él no llega.
Los venezolanos somos piezas
Desde que tomó el poder, al chavismo le ha gustado jugar póquer. Apostar alto, intimidar e intentar engañar al adversario. La mayoría de las veces la suerte ha estado de su lado. Pero en esta ocasión, como cada parte sabe lo que la otra tiene, se juega más bien ajedrez. Y sí, los venezolanos somos piezas en ese tablero.
Cuando el 5 de marzo del 2022, sólo nueve días después del inicio de la invasión rusa a Ucrania, Juan González, James Story y Roger Carstens, se reunieron por primera vez en el despacho presidencial de Miraflores con Maduro, Jorge Rodríguez y Cilia Flores, preveían las consecuencias que las sanciones occidentales sobre Rusia tendrían sobre el gobierno venezolano, que venía haciendo uso del sistema financiero de ese país para evadir las que, a su vez, la administración Trump les había impuesto en 2017 (financieras) y 2019 (a las exportaciones de petróleo).
La Casa Blanca hizo el primer movimiento. Luego, con el mercado europeo cerrado, los rusos desviaron sus exportaciones de hidrocarburos hacia Asia, el destino al que PDVSA estaba enviando sus propios cargamentos de crudo. Por entonces en Miraflores no se sabía de la magnitud de las operaciones que el ex ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, efectuaba a sus espaldas, pero que fue la causa (o la excusa) para su defenestración en marzo de este 2023. Justamente un año después de aquella primera y sorpresiva visita de los enviados de Biden a Caracas.
Las solicitudes de la Casa Blanca
Previamente, octubre 2022, el gobierno estadounidense dio un gesto importante al indultar y entregar a Franqui Flores y Efraín Campo Flores, detenidos en Haití siete años antes y condenados bajo cargos de narcotráfico por la justicia estadounidense, a cambio de la liberación de los exgerentes de Citgo. Como también se recordará, unos meses antes el Departamento del Tesoro eliminó a Carlos Malpica Flores de la lista de sancionados por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC). El asunto iba en serio.
¿Qué solicitaron los representantes de Biden? El regreso de las operaciones de las compañías petroleras estadounidenses a Venezuela, lo que en realidad favorece a las dos partes (interés mutuo), y la realización de elecciones presidenciales en condiciones que permitiera, o justificaran, la participación de los partidos de la oposición venezolana que ganaron los comicios parlamentarios de 2015, y que le habían dado su apoyo a Juan Guaidó bajo la figura de presidente interino.
Por cierto, recordemos también que esos mismos partidos desmontaron el “Interinato” en enero de este año, en acuerdo con el gobierno estadounidense, que, a su vez, satisfacía la solicitud efectuada en ese sentido por Maduro; a cambio se permitió la salida de Guaidó de Venezuela, al que la propaganda oficialista presentaba como la encarnación del mal y cuyos voceros juraron que meterían preso.
Intercambio de piezas
¿Qué ofrecieron los estadounidenses a cambio? Permitirle a Miraflores el acceso a varios miles de millones de dólares retenidos en el sistema financiero de su país y la posibilidad de incrementar sustancialmente las exportaciones petroleras venezolanas a ese mercado. Recursos vitales para Maduro en su aspiración reeleccionista de 2024, y en un momento en el cual la raquítica recuperación económica que Venezuela experimentó en 2022 se ha ido derritiendo como bloques de hielo en Los Médanos de Coro.
En ese intercambio de piezas los representantes de Biden hicieron un requerimiento: que Maduro le permitiera a la oposición resolver el tema de su candidatura presidencial por medio de una elección primaria. Para él una consulta opositora de este tipo implica un riesgo, pues la misma puede potenciar a un nuevo rival en la oposición, razón por la cual hubiera preferido que no ocurriera. Pero ante la falta de alternativas a la oferta estadounidense, como lo acaba de poner en evidencia el viaje a China, no le ha quedado otra que tolerarla. Además, siempre apuesta a que al final del día sea la propia oposición la que termine por estropear sus propias posibilidades.
En resumen, esas son las apuestas de Maduro de cara al 2024. Que la flexibilización de sanciones sobre el sector petrolero venezolano y el acceso a esos recursos bloqueados cambien drásticamente las perspectivas económicas de Venezuela y, con ello, las suyas propias en las preferencias electorales.
La Casa Blanca alista la flexibilización de las sanciones
Eso es lo que hay detrás de las recientes notas que las agencias de noticias Bloomberg y Reuters han publicado acerca de una inminente, e importante, flexibilización de las sanciones financieras y petroleras hacia el gobierno de Maduro. Si la primaria del 22 de octubre finalmente se da, sin interferencia, el siguiente paso de la Casa Blanca será ese. Dando y dando.
Para todo lo demás, el arma de Maduro son las arbitrarias e ilegales inhabilitaciones contra los aspirantes opositores. Una táctica que el chavismo viene usando desde 2004 y cuya eficacia ha consistido en dividir, poner a pelear y lanzar al terreno de la abstención electoral a los dirigentes opositores. Eso fue lo que, en resumidas cuentas, ocurrió en 2018.
En esa ocasión los principales partidos opositores alegaron “ausencia de condiciones electorales” como razón suficiente para no participar en ese proceso. No obstante, el verdadero motivo fue que el Gobierno inhabilitó a los dos líderes de la oposición mejor ubicados en las encuestas, Henrique Capriles y Leopoldo López, pero estos no estuvieron dispuestos a respaldar unitariamente a un tercer candidato.
Alto precio
¿Qué hubiera pasado en esa elección de mayo de 2018 de haberse tomado en la oposición la decisión de ir con otra candidatura? No lo podemos saber porque esa es una situación contrafactual. Lo que sí sabemos es que hoy la oposición venezolana está dispuesta a participar en la elección de 2024, con un Consejo Nacional Electoral (CNE) con clara mayoría oficialista y con las mismas condiciones que hace seis años se consideraron como inaceptables.
Y también sabemos que el Gobierno piensa hacer uso de la estratagema de las inhabilitaciones en espera de los mismos resultados. ¿Será ese el principal tema de negociación entre la Casa Blanca y Miraflores a partir del próximo 23 de octubre? Con toda seguridad. Sin embargo, los estadounidenses saben (o deberían saber) que Maduro es un estratega cortoplacista. Una vez que obtenga que lo crea le es suficiente puede romper cualquier acuerdo.
A pesar de ello, no hay que descartar que el chavismo finalmente entregue también esa carta. Después de todo, la política es el arte de lo posible. Eso sí, mientras tenga el poder le pondrá un precio muy alto.