Zenaida Amador (ALN).- Mientras Estados Unidos repite una y otra vez que hará todos los esfuerzos necesarios para lograr la restauración de la democracia en Venezuela, lo que implica la salida de Maduro y para lo que no descarta apelar incluso a la opción militar, Rusia hace sus propias manifestaciones de fuerza y desafía a Washington dándole parte del aliento que Maduro requiere para sostenerse en el poder con facilidades financieras, acuerdos comerciales y hasta la posibilidad de enviar más efectivos a su territorio.
Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, cuenta con el aval de más de 50 naciones comenzando por Estados Unidos, país que ha aprovechado la coyuntura para no sólo rechazar a Nicolás Maduro sino también la persistencia del comunismo en el hemisferio. Maduro, aunque deslegitimado ante la mayoría de los países, se apuntala en pocos, pero poderosos aliados, como Rusia, China y Turquía.
Aunque China le ha brindado su apoyo ha mantenido una postura moderada en medio de la severa crisis política e institucional que vive Venezuela, mientras que Turquía, que también ha dado su respaldo, se inclina más por intentar concretar nuevas opciones de negocios en la agónica coyuntura del régimen de Maduro. Pero destaca el caso de Rusia porque, más allá de la solidaridad con Maduro, ha asumido una actitud desafiante que eleva su peso en el escenario geopolítico.
El canciller ruso, Serguei Lavrov, al hablar del país y de Juan Guaidó, sostuvo que “Estados Unidos quiere a un protegido suyo en Venezuela que haga todo lo que le digan, sobre todo con el petróleo”. La respuesta del propio Donald Trump fue contundente: “Rusia tiene que salir” de Venezuela. Pero a Rusia poco parece importarle esta opinión
Esta postura de Rusia responde en buena medida a las tensiones crecientes entre Moscú y Washington, que encuentran en la crisis venezolana un terreno para medirse.
Una muestra clara fue la llegada de militares rusos a Venezuela a fines de marzo mientras el mundo cuestionaba a EEUU por incluir la opción militar en sus eventuales escenarios de actuación en la crisis venezolana. Lo más llamativo fue la exhibición que se hizo del arribo de esos 100 efectivos rusos, lo que ya anticipaba el uso político que tanto Maduro como el Kremlin le darían al hecho.
Desde Moscú se informó que los militares estarían en Venezuela el tiempo que Maduro lo requiera, ya que cumplen labores de mantenimiento de equipos que previamente habían sido provistos por Rusia al Gobierno venezolano. Incluso anunciaron que planean abrir este año en Venezuela un centro de mantenimiento de helicópteros que ya está en construcción.
La presencia de los militares rusos tuvo coletazos de importancia: generó molestias en la Casa Blanca, llegó a considerarse como un tema a discutir en la OTAN y despertó profunda inquietud en los países fronterizos de Venezuela.
Las autoridades rusas optaron por las respuestas altisonantes ante cualquier cuestionamiento. A Colombia y Curazao, por ejemplo, les advirtieron que no influyan negativamente en la evolución del régimen de Maduro ni sirvan de soporte a cualquier actuación de otras naciones en Venezuela.
El canciller ruso, Serguei Lavrov, al hablar del país y de Juan Guaidó, sostuvo que “Estados Unidos quiere a un protegido suyo en Venezuela que haga todo lo que le digan, sobre todo con el petróleo”. La respuesta del propio Donald Trump fue contundente: “Rusia tiene que salir” de Venezuela. Pero a Rusia poco parece importarle esta opinión.
Ganar espacios
Esta semana se celebran en Moscú diversos encuentros en el marco de la XIV Comisión Intergubernamental de Alto Nivel Rusia-Venezuela, donde ministros de Nicolás Maduro se encuentran negociando nuevos acuerdos que ayuden al régimen a resistir en medio de la aguda crisis multifactorial que afecta al país.
Esta semana se celebran en Moscú diversos encuentros en el marco de la XIV Comisión Intergubernamental de Alto Nivel Rusia-Venezuela, donde ministros de Nicolás Maduro se encuentran negociando nuevos acuerdos que ayuden al régimen a resistir
Específicamente sobre el colapso en el suministro de electricidad en Venezuela, que es un foco que demanda atención urgente, “ya tenemos algunas peticiones (a Rusia) para el suministro de piezas de repuesto para el sistema eléctrico”, aseguró el ministro de Agricultura, Wilmar Castro Soteldo. Además, se avanza en acuerdos para blindar al sistema eléctrico de eventuales ataques con apoyo ruso.
El ministro de Planificación de Maduro, Ricardo Menéndez, aseguró este jueves desde Moscú que emprenderán una “reorganización del sistema económico y productivo de Venezuela” tomando en cuenta el cerco internacional y las sanciones aplicadas por varios países, por lo que habrá un cambio de proveedores en los mercados mundiales. Las miradas están puestas en los aliados y Rusia ya dio algunos pasos para convertirse en el principal proveedor de algunos rubros clave, como trigo.
También se está avanzando en acuerdos que buscan ampliar el rango de participación rusa en el Arco Minero del Orinoco, que es el último botín que le queda a Maduro para repartir en su acelerada búsqueda de recursos.
Se avanzó además en áreas como la aeroespacial y, aunque sin ofrecer mayores datos al respecto, se informó que no se descarta el arribo de más militares rusos al país dados los acuerdos alcanzados, según dijo el viceministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Yván Gil.
Pero la precariedad financiera de Venezuela, más el efecto de las sanciones internacionales, no le deja margen de maniobra a Maduro para atender los compromisos que ha acumulado durante años en su política de sobreendeudamiento, incluso para responderle a la propia Rusia. Esta semana el ministro de Finanzas ruso, Antón Siluánov, dijo a Sputnik que Venezuela tiene un mes más para honrar “sin consecuencias financieras” un pago de 100 millones de dólares por concepto de intereses de deuda, que debió efectuar a fines de marzo.
Pareciera que la debilidad de Maduro no impide que Rusia siga dándole un espaldarazo, lo que pone en evidencia que estamos ante un juego de poder internacional que trasciende al conflicto venezolano.