Daniel Gómez (ALN).- El megaconcierto que organizan el equipo de Juan Guaidó y el magnate Sir Richard Branson hará historia. Por los artistas, por el poder de convocatoria, y por la causa: la paz en Venezuela. Ya en 2008, en la misma frontera entre Colombia y Venezuela, Juanes hizo algo similar y reunió a 250.000 personas. Un dato espectacular que, sin embargo, se quedará corto. Hace 11 años la causa venezolana no tenía la magnitud que tiene ahora. Por lo que pensar en un millón de espectadores no es ninguna locura.
Se levanta una tormenta perfecta en Venezuela. No para la guerra, sino para la paz. Está la irrupción de Juan Guaidó, el hombre que devolvió la esperanza a los venezolanos. Un pueblo que grita por la libertad. Que no se impone a la fuerza. Que sale a la calle. Que convence. A más de 60 países. A un magnate decidido. A una decena de artistas que dentro de una semana harán historia.
El magnate británico Sir Richard Branson, de 68 años, aventurero y filántropo, así como dueño del gigante empresarial Virgin, se une a la causa tras conversar con Guaidó y su compañero de partido, Leopoldo López, el preso político más famoso del país.
Guaidó y López le convencieron. Por eso Branson convocó un gran concierto benéfico en Cúcuta. Esta es una ciudad colombiana fronteriza con Venezuela. Allí aguarda la ayuda humanitaria que envió hace una semana EEUU y que el 23 de febrero, según Guaidó, ingresará al país.
Además, el concierto está convocado para el 22 de febrero, un día antes del día D, lo cual puede funcionar como medida de presión para ablandar a un régimen que sigue negándose a la realidad. A un índice de pobreza que alcanza el 87%. Al éxodo de tres millones de personas. A los 300.000 venezolanos que están en riesgo de muerte por falta de comida.
El chavismo califica de “show” los esfuerzos del presidente encargado. Dice que paquetes de comida enviados por Estados Unidos son “armas biológicas” y “cancerígenas”. Que EEUU, con el apoyo de Colombia, aprovechará el paso de los alimentos para invadir Venezuela con convoyes militares.
El régimen de Nicolás Maduro llama a la guerra. Emplea un tono bélico en los discursos. Manda a la Fuerza Armada a la línea de la frontera. A milicianos con fusiles, francotiradores y lanzacohetes.
Una jugada maestra del equipo de Guaidó
El equipo de Guaidó también se arma, pero con la gente. Y ahora también lo hace con la música. No hay confirmación oficial, pero los carteles provisionales apuntan hacia referentes del mundo latino.
Artistas que lideran las listas de éxitos de Spotify como el puertorriqueño Luis Fonsi, el colombiano J Balvin, el dominicano Juan Luis Guerra, la brasileña Anitta, el español Alejandro Sanz, el venezolano Danny Ocean… Hasta el sueco Alesso.
Quien pensó que el Live Aid de 1985 no se repetiría, hoy habrá cambiado de idea. Hay una nueva causa. Si hace tres décadas se luchó contra el hambre en Etiopía, hoy se lucha por la libertad de Venezuela. El fin de la crisis “más importante del hemisferio occidental”, como la define Branson.
El concierto tiene dos objetivos. Recaudar 100 millones de dólares en 60 días, lo cual, de superarse, amenazaría el récord del Live Aid de 1985, en el que se consiguió una cifra cercana a los 100 millones. Y el otro: permitir el ingreso de la ayuda humanitaria.
Lo que está claro es que se trata de una jugada maestra. El concierto sirve de foco mediático. El 22 de febrero no sólo será la fecha de un megaconcierto. Será la víspera del ingreso de alimentos, medicinas y material médico para los venezolanos.
Será un acontecimiento que transcienda la prensa local. Los artistas invitados acumulan millones de seguidores en las redes. Personas, muchas de ellas, ajenas a la crisis venezolana y que gracias a un espectáculo de tales dimensiones se sumarán a la causa de Guaidó.
En el concierto se espera una avalancha. Hay que contar con el millón de venezolanos que migraron hacia Colombia. Con los miles que ahora viven en el corredor de la frontera, compuesto por los estados de Santander y Santander Norte. No hay que olvidar tampoco a los propios colombianos. Todo ese gentío es un público potencial.
¿Se resistirán los militares que blindan la frontera a un concierto así? ¿Qué pensarán de los mensajes que lancen los artistas? ¿Estos llamarán a la vigilia? Un concierto con tal cantidad de artistas puede alargarse hasta la noche. Incluso sobrepasar la medianoche. Entonces el día D no será mañana. Será hoy. Será 23 de febrero. ¿Comenzará la entrega tras el concierto?
Dimensionar el evento y sus consecuencias ahora es imposible. Más de 30 años después, todavía se mide el impacto del Live Aid de 1985. Concierto del que se han hecho crónicas, libros, películas, como la reciente Bohemian Rhapsody que cuenta la historia de Queen.
Aquella actuación de Freddie Mercury en Wembley ya contada mil veces se considera la mejor de la historia. Posiblemente no habrá otro como él. Tampoco otro grupo como Queen. Con semejante carisma y fuerza sobre un escenario. Pero Mercury no nació en la época de las redes sociales. Época en la que unos cuantos caracteres tienen más impacto que cualquier canal de televisión.
Si se confirma este cartel, con Fonsi, compositor de la canción más escuchada de todos los tiempos; con Anitta, quien acumula más de 34 millones de seguidores en Instagram; con Alesso, el dj más famoso del momento. Si se confirma, lo de Guaidó y López sería el golpe de gracia que inclinaría la balanza a su favor.
El impacto del concierto
No hay presión diplomática en el mundo que aguante un concierto de estas magnitudes. Por eso surgen otros interrogantes, como cuánta gente asistirá. Un buen medidor puede ser el concierto Por la paz sin fronteras que organizó el colombiano Juanes en 2008.
El concierto se celebró en el puente Simón Bolívar, que divide San Antonio del Táchira de Cúcuta. Las crónicas de la época hablan de más de 200.000 personas, incluso 300.000. Un gentío que acudió en un momento en el que no había tanta crispación política en torno a Venezuela. Sin tanta repercusión internacional. Sin la implicación directa de EEUU, Colombia, el Grupo de Lima y la UE.
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Ese día la gente vistió de blanco. Hacía calor. El río Táchira, que separa los dos países, apenas corría por debajo del puente. Pese al poco caudal, los espectadores bajaron al río para refrescarse y continuar bailando las canciones de Carlos Vives, Alejandro Sanz, Juan Luis Guerra, así como las del venezolano Ricardo Montaner y el propio Juanes.
Ya ven: los cantantes repiten en esta ocasión. También Montaner y Juanes, quienes figuran en el cartel provisional. También repite la ubicación. Será la frontera. ¿Quizá sobre el Puente Internacional Tienditas, donde está el centro de acopio de la ayuda humanitaria?
De la guerra de nervios a la música
Si es así, 300.000 personas será poco. ¿Llegará al millón de asistentes? Puede ser. ¿Se batirá el récord que estableció Rod Stewart en Río de Janeiro en 1994? Entonces fueron 3,5 millones de personas. Superar eso ya son palabras mayores. Pero los récords están para batirlos.
Quizá por ello Juan Guaidó y Leopoldo López hayan contado con Branson. Este magnate británico, cuya fortuna supera los 4.000 millones de euros, ha fundado más de 300 empresas. No todas salieron bien, pero muchas de ellas forman parte de su imperio, el grupo Virgin.
Se dice que “la música calma a las bestias”. El abogado inglés Walter Haddon escribió que “la música es la medicina para el alma”. Y según el escritor británico Thomas Fuller, “la música no es otra cosa que un conjunto de sonidos salvajes civilizados en el tiempo y la melodía”
Branson no tiene miedo. No tiene vértigo a la hora de montar un negocio, ni tampoco a la hora de escalar una montaña o montarse sobre una tabla de surf. Este magnate es un aventurero que también ha conducido coches de carreras, atravesó el Canal de la Mancha en un vehículo anfibio y el océano Pacífico en globo aerostático.
Branson colecciona récords. Por eso Guaidó y López lo consideraron el indicado para coordinar el plan. El presidente encargado dice que “sí o sí” pasará la ayuda humanitaria. Movilizará a todo el país, no sólo a la frontera para ello. Este sábado tendrán lugar las primeras reuniones de organización, las cuales se organizan a través de la web www.voluntariosxvenezuela.com. ¿Se hablará en esas reuniones sobre el concierto?
El caso es que el ingreso de ayuda humanitaria convierte a la frontera en el lugar con más tensión política del momento, y estos políticos recurren a la música. Se dice que “la música calma a las bestias”. El abogado inglés Walter Haddon escribió que “la música es la medicina para el alma”. Y según el escritor británico Thomas Fuller, “la música no es otra cosa que un conjunto de sonidos salvajes civilizados en el tiempo y la melodía”.
El equipo de Guaidó no quiere bestias. Quiere paz. Quiere que pasen las medicinas. Y que todo ocurra de forma civilizada. Que se incline la balanza. Que finalice la usurpación. Que se acelere la transición. Y que finalmente haya elecciones. Que la gente sea libre. Que decida libremente. Pero antes de todo eso, que suenen las guitarras y no las balas.