Daniel Gómez (ALN).- La suerte de Repsol es que buena parte de las pérdidas en Venezuela son consecuencia de deterioros “reversibles”. Como las provisiones, los saneamientos y las cuentas por cobrar con PDVSA. Pero el caso es que la exposición patrimonial es de apenas 456 millones de euros cuando hace un año era de 1.615 millones.
El negocio global de Repsol bate récord en 2018: con 10% más de beneficio, 45% menos de deuda. Sin embargo, existe una mala noticia: Venezuela, que va de mal en peor. “El país con mayores reservas petroleras del mundo” -como lo definen desde la directiva- cada vez importa menos en las cuentas.
Al 31 de diciembre de 2018, según el informe anual de resultados, la exposición patrimonial de Repsol en Venezuela se situó en 456 millones de euros. 1.159 millones menos que hace un año, cuando contabilizó 1.615 millones. ¿A qué se debe este desplome?
– 630 millones de euros se fueron por “el retraso en el cobro de las ventas y el aumento del riesgo de crédito”. Esto, precisa la empresa, afectó el valor de los instrumentos de financiación y cuentas por cobrar a PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela.
– 316 millones de euros se perdieron tras aplicar provisiones a través del NIIF 9. Una norma contable que expresa “el deterioro por riesgo de crédito”. Se basa en “la pérdida esperada” de lo que estima la empresa.
– 205 millones de euros menos a causa del deterioro petrolero en el país, con una merma en la producción que también impactó la actividad de Repsol. Venezuela en 2017 significó 10% de la producción total del grupo. Este año produjo 8,7% del total. En este sentido, la empresa también considera el “aumento de la tasa de descuento” en más de siete puntos y “las modificaciones en los planes de explotación de los activos”.
– Activos sin valor. El de Quiriquire Gas “es nulo”, apunta el informe. Lo es porque su moneda funcional es el bolívar. Por suerte lo de esta filial es la excepción ya que el dólar estadounidense es la divisa para el resto de las inversiones.
Repsol está presente en Venezuela desde 1993. Trabaja a través de empresas mixtas, en las que comparte propiedad con la estatal PDVSA. Así controla 40% de Petroquiriquire y 11% de Petrocarabobo; más las licencias gasísticas en Quiriquire Gas -de la que controla 60%, pero su aportación es nula al estar expresada en bolívares- y en Cardón IV con 50% de la inversión.
Todas estas asociaciones son a largo plazo. El contrato con Petroquiriquire expira en 2031. Con Petrocarabobo en 2035. El de Quiriquire Gas está vigente hasta 2027 y el de Cardón IV hasta 2036.
En este sentido, Repsol está vinculada a Venezuela en un horizonte de casi dos décadas. Quizá por eso Antonio Brufau, presidente de la petrolera, fuese taxativo al decir: “Llevamos 20 años en Venezuela, y esperamos seguir otros 20 años más”.
Repsol aguanta. Es una apuesta a largo plazo. Pero cada vez afecta más al patrimonio. Por suerte, como precisan en las cuentas, los deterioros “son reversibles”. Esto es consecuencia de las reservas y las provisiones con las que intentan compensar el mal momento de la industria petrolera.
Aún así, Repsol se cubre las espaldas. Se muestra cauta. De ahí que contratara a un auditor independiente para que esté al tanto de los negocios y contratos que tiene en Venezuela.