Miguel Sebastian (ALN).- Los movimientos populistas y proteccionistas han surgido en muchos países y amenazan el orden establecido desde la Postguerra. Curiosamente, el país que lideró la liberalización comercial en esa época, es el que lidera en la actualidad la tendencia en sentido contrario. Desde 1870 hasta los 20 primeros años del siglo pasado se produjo un extraordinario proceso de globalización económica, impulsada por los avances tecnológicos, fundamentalmente el desarrollo de la máquina de vapor, tanto en el transporte marítimo como ferroviario. Los movimientos internacionales de capital y los movimientos de mercancías (exportaciones e importaciones) alcanzaron unos niveles históricos (véase Gráfico 1). Gran Bretaña envió al extranjero el 40% de su ahorro para financiar ferrocarriles y otros grandes proyectos. La economía global vivía sus momentos más dulces, y el liberalismo reinaba ideológicamente en buena parte de los países desarrollados. Esta edad de oro de los flujos comerciales y de los flujos de capital, se vio complementada, además, por los movimientos de la población. No sólo fluían los capitales desde Europa hacia el exterior. También se producían grandes migraciones desde Europa a esos mismos países receptores de los flujos de inversión. Una de las razones que explican este movimiento de población fue la práctica ausencia de barreras a la inmigración.
Fuente: Esteban Ortiz-Ospina and Max Roser (2016) – ‘International Trade’. Published online at OurWorldInData.org
La Primera Guerra Mundial y, sobre todo, la Gran Depresión de 1929, supusieron no sólo un freno a este proceso de globalización, sino una vuelta atrás a los niveles de mediados del siglo XIX, previos a la primera revolución tecnológica. Y ello no fue debido solamente a la caída de la renta, la deflación y la crisis financiera, con varias oleadas de quiebras bancarias. El principal motivo fue la vuelta al proteccionismo, tanto comercial (aranceles, barreras cuantitativas, establecimiento de fronteras) como sobre los flujos comerciales y sobre los flujos migratorios. Ideológicamente hablando, se produjo un giro hacia modelos económicos mucho más intervencionistas y dirigistas, cuyos máximos exponentes fueron el auge del nazismo y del comunismo durante los años 30. Pero no sólo fueron esos casos extremos. En general, el proteccionismo se extendió por todo el planeta, como también lo hicieron las políticas intervencionistas y las barreras a los movimientos de personas. Tras la Segunda Guerra Mundial el mundo se divide en dos grandes bloques. Y, en el bloque occidental, la Conferencia de Bretton Woods, un año antes de terminar la contienda (1944), supuso una vuelta al librecambio, el fin del proteccionismo y el nacimiento del multilateralismo, con la creación del FMI y del Banco Mundial. Este giro liberalizador estaba liderado por los EE.UU., que pesaba un 50% del PIB global y que había salido muy reforzado económica y políticamente de la Gran Guerra.
A partir de 1980, pero especialmente desde 1990, se produce una gran aceleración del comercio mundial y de la globalización (véase Gráfico 2), en parte impulsada por los avances en las tecnologías de la información y la comunicación, pero también por la caída del Muro de Berlín (1989) y la incorporación de Rusia, el Este de Europa, China y otros países asiáticos, al modelo económico capitalista. Ello supuso el renacer del pensamiento liberal, el avance del multilateralismo, el desarrollo de numerosos Tratados de Libre Comercio y un fuerte impulso a los movimientos de población. Salvando las distancias, una situación similar a la vivida a principios del siglo XX.
Fuente: FMI y elaboración propia
La Gran Recesión de 2008, que se manifestó con toda crudeza en 2009, ha tenido un impacto muy desigual. Han sido los países industrializados los que más han sufrido las consecuencias de la crisis financiera, mientras que los países emergentes han mantenido un notable ritmo de crecimiento y de integración comercial. También ha empeorado la desigualdad dentro de cada país desarrollado, aunque haya mejorado la convergencia de los países más pobres con los más ricos. Los movimientos populistas y proteccionistas han surgido en muchos países y amenazan el orden establecido desde la Postguerra. Curiosamente, el país que lideró la liberalización comercial y el multilateralismo en esa época, es el que lidera en la actualidad la tendencia en sentido contrario. Salvando las distancias, podríamos decir que existe un riesgo, no desdeñable, de vuelta a los años 30 del siglo pasado. Los resultados de las próximas elecciones en los principales países europeos y la culminación del proceso del Brexit podrían confirmar este cambio de tendencia. Hay razones, por tanto, para estar preocupados. Seriamente preocupados.
Sin embargo, también hay razones para ser optimistas y resaltar las diferencias que nos separan de aquellos nefastos acontecimientos políticos y económicos que derivaron en la Segunda Guerra Mundial:
En primer lugar, esta vez existe la Unión Europea que, pese a sus problemas de armonización política, fiscal, laboral y financiera y el riesgo político asociado a los movimientos populistas de cara a las próximas elecciones, puede reaccionar al Brexit y al Trump-onomics con una aceleración de su proceso de integración. Al fin y al cabo, los británicos eran los más reacios a este proceso de armonización y siempre ejercían su derecho al veto del mismo.
La Gran Recesión de 2008, que se manifestó con toda crudeza en 2009, ha tenido un impacto muy desigual
En segundo lugar, hay grandes actores internacionales que entonces no existían y ahora pueden jugar un papel de contrapeso. Me refiero a China y la India, fundamentalmente, que representan más de la cuarta parte del PIB mundial. Estos gigantes no sólo pueden establecer una alianza entre sí, sino que pueden liderar unos nuevos acuerdos tras los fracasos de los Tratados Comerciales que lideraban los EE.UU. Esos acuerdos podrían incluir no sólo a Asia y Europa, sino a Latinoamérica, la región más amenazada por el cambio de política norteamericana, y a África, el continente hasta ahora olvidado por el proceso de globalización.
Miguel Sebastian fue ministro de Industria, Turismo y Comercio. Es economista y profesor de la Universidad Complutense
En tercer lugar, se detecta una resistencia interna en los EE.UU., que hasta ahora se refleja solamente en determinados movimientos sociales y en algunas esferas institucionales, tanto judiciales como de los medios de comunicación, pero que pronto puede extenderse a una buena parte de los sectores industriales, que van a sufrir pérdidas de competitividad como resultado de las políticas proteccionistas. Y también del conjunto de la población, cuando esas medidas se traduzcan en un notable aumento de la inflación y la consiguiente reacción de la Reserva Federal. Tiempos difíciles a la vista. Pero apasionantes. ¡Al navío!
@migsebastiangministro