Pedro Benítez (ALN).- Un fantasma recorre Cuba: Regresar al Periodo Especial de los años 90. Esperar la llegada de un buque cargado con petróleo venezolano mantiene en vilo a Cuba, cuya población recuerda con terror siete años (1991-1999) en los cuales ese país en muchos aspectos retrocedió dos siglos y del que sólo pudo salir gracias a los petrodólares venezolanos. 20 años después vuelve al mismo punto sin que su principal aliado en el mundo, Nicolás Maduro, lo pueda evitar.
¿Qué hizo el gobierno comunista de Cuba con los 20 años de subsidio petrolero venezolano? Mantener un sistema económico parasitario incapaz de sostener a su propia población.
En su pico más alto el vital suministro petrolero venezolano se estimó en 4.000 millones de dólares anuales, un 60% de las necesidades de la isla y un 20% del PIB. Pero desde que comenzó a hacerse más pronunciada la caída de la producción petrolera venezolana los despachos de crudo a Cuba se vieron afectados, aunque nunca interrumpidos.
Ahora Cuba es la víctima colateral del cerco económico de Estados Unidos sobre la ya decaída industria petrolera venezolana, consecuencia de la decisión de los hermanos Castro de haber atado los destinos de ese país a la suerte de régimen chavista.
Y ha sido la asesoría cubana al aparato de contrainteligencia al servicio de Maduro el factor decisivo para sostenerlo en el poder en los dos últimos años. Por lo tanto, tiene toda la lógica del mundo que la presión de Estados Unidos sobre su régimen incluya a Cuba, cuya economía es más vulnerable que la venezolana.
En 2007 el expresidente Hugo Chávez confesó que “en el fondo somos un solo Gobierno”. Lo que en ese momento podía haber parecido otro imprudente arranque de entusiasmo por parte de Chávez resultó ser muy cercano a la realidad. Al punto que fue en La Habana y no en Venezuela donde se escogió a su sucesor: Nicolás Maduro.
Y ha sido la asesoría cubana al aparato de contrainteligencia al servicio de Maduro el factor decisivo para sostenerlo en el poder en los dos últimos años. Por lo tanto, tiene toda la lógica del mundo que la presión de Estados Unidos sobre su régimen incluya a Cuba, cuya economía es más vulnerable que la venezolana.
Lo paradójico es que, desde al menos 2013, Raúl Castro era plenamente consciente de que una crisis como esta se le podía venir encima. Pero, aparte de su frustrado acercamiento a la Administración Obama, hizo muy poco para prevenirlo desde que llegó al puesto de mando principal del régimen comunista en 2006. Sus tan prometidas y esperadas reformas económicas no pasaron de eso, promesas.
No quiso, no pudo o no supo seguir los pasos de sus camaradas chinos y vietnamitas y ahora, al final de su vida, deja a Cuba en su peor situación económica e internacional. Por supuesto, él y los amigos del régimen cubano culparán a Donald Trump por haber revertido el acercamiento diplomático iniciado por Barack Obama.
Pero la responsabilidad es de los hermanos Castro que pudieron aprovechar el gigantesco subsidio petrolero venezolano para mejorar la economía de la isla y diversificar sus fuentes de ingresos. Pero no lo hicieron.
Insólito es que luego de todo lo que ha ocurrido en Cuba y el mundo entero, teniendo los ejemplos a seguir de Europa Oriental y Vietnam (no digamos China) el gobierno de Miguel Díaz-Canel esté anunciando en estos momentos un plan de restricciones a la actividad económica cubana para ahorrar combustible. Las medidas de ajuste incluyen recortes en el suministro eléctrico, transporte e incluso agua potable.
EEUU sanciona 4 empresas y 4 barcos que transportaron petróleo de Venezuela a Cuba
La medida va dirigida contra el sector petrolero de Nicolás…
Esto es no es otra cosa que regresar al tan temido Periodo Especial. Una etapa de la historia reciente de ese país, iniciada con el fin del subsidio petrolero de la Unión Soviética en 1991, que puso en evidencia la fragilidad de la economía (el PIB se contrajo un 36% según datos oficiales) y lo inviable de los supuestos logros sociales de la revolución.
Ese fue un periodo traumático para los cubanos, cuyas condiciones de vida regresaron en la mayoría de los aspectos a la era preindustrial. Sin divisas para importar combustible la mayor parte de la población urbana de la isla (no digamos ya la rural) pasaba semanas enteras sin servicio eléctrico y el parque automotor prácticamente se paralizó. Los cubanos tuvieron que regresar (incluso en La Habana) al uso de bueyes y caballos como medios de transporte y a la madera de los árboles para cocinar.
El consumo de proteína se redujo de tal manera que 55.000 personas se quedaron ciegas, lo que las autoridades atribuyeron a una epidemia de neuritis óptica, consecuencia evidente de la desnutrición generalizada que se padeció.
Pese a la propaganda y las afirmaciones en contrario que por entonces hacía Fidel Castro, todos los logros en materia de salud pública que el régimen había conseguido en la etapa en la que Cuba fue parte del Consejo de Ayuda Mutua Económica del bloque socialista (Comecom), entre 1972 y 1989, se vinieron abajo.
La mayoría de los informes independientes indicaron entonces el aumento generalizado de la desnutrición infantil y el incremento en los índices de mortalidad general. Probablemente Cuba fue en esos años el país del mundo con mayor cantidad de abortos en relación al tamaño de su población.
Lo que soportó la población cubana en esa etapa no tiene comparación con nada de lo que puede haber experimentado sociedad latinoamericana alguna, incluyendo la Venezuela de hoy.
La situación llegó a tales extremos que el orgulloso Fidel Castro se vio obligado a realizar una tímida apertura económica y aceptar donaciones de alimentos y medicinas provenientes de Estados Unidos.
Esto, por supuesto, tuvo dos consecuencias previsibles: el aumento drástico del flujo de balseros a las costas de Florida y una inédita ola de manifestaciones de descontento popular que hicieron temblar al régimen.
La más conocida fue el Maleconazo en agosto de 1994. Una ola de disturbios, protestas e incluso saqueos que se extendieron desde el malecón de La Habana hasta el centro mismo de la ciudad. Fidel Castro en persona logró controlar una situación que puso en evidencia el descontento generalizado de la población.
Si en algún momento el régimen comunista estuvo a punto de sucumbir fue allí. No ocurrió por falta de una oposición organizada dentro de la isla y porque Fidel tomó la previsión de eliminar al único jefe militar con suficiente prestigio para desplazarlo del poder, el general Arnaldo Ochoa, héroe de la guerra en Angola y a quien fusilaron en 1989 acusado de narcotráfico.
En Venezuela el poder cubano está cavando su propia tumba
El colapso económico de Venezuela, ese que tanto afecta…
Pues hoy Cuba está entrando en un nuevo Periodo Especial, pero sin Fidel Castro. Con el poco conocido (y reconocido) Miguel Díaz-Canel al frente formal del Consejo de Estado pero con Raúl Castro y sus hijos vigilándolo desde la retaguardia.
Todo esto explica la tremenda presión que el gobierno de Cuba le pone a Nicolás Maduro para que haga llegar los valiosos buques cargados con petróleo venezolano. En cada uno los cubanos se juegan la vida. Y esto en Washington lo saben, razón por la cual cada vez pondrán más obstáculos para que esos cargamentos de petróleo le lleguen.
Los hermanos Castro se las arreglaron por décadas para venderle al mundo una imagen favorable de su sistema. La mayor parte de la opinión pública mundial les compró la propaganda. Pero no ocurre así con el mundialmente desprestigiado Nicolás Maduro. Asociar a cualquier gobierno con el heredero de Hugo Chávez es una cruz pesada de llevar. Hasta los chinos lo saben. En esa relación ha quedado (por lo visto) atrapada Cuba. Su principal benefactor es ahora su mayor amenaza.