Alonso Moleiro (ALN).- Por mucho que la manicura de los community managers ha alineado costumbres y estilos, las cuentas personales de las redes sociales suelen llevar consigo la esencia metafísica de su autor. Por alguna parte trasuntarán sus modales, su temperamento, sus intereses. La cuenta de Twitter de Rafael Correa rezuma suficiencia, altanería, epidermis, fundamento. Capital político, con todas las controversias y las salvedades. Está impregnada de polémica. Sus ideas están expresadas con elocuencia por él mismo. Rafael Correa está completamente metido en su propia leyenda.
Tan pagado de sí mismo luce el Presidente ecuatoriano, que siendo un tuitero frecuente, seguido por casi 3 millones de personas, es muy hermético y notoriamente selectivo en materia de intereses y personas por seguir. Correa tiene un selecto Hall de la Fama, un salón VIP personal de solo siete miembros a los que se molesta en seguir. ¿Lo calumniamos si afirmamos que de pronto da la impresión de que todo lo que le importa en este mundo son esas siete personas?
En el selecto Olimpo de los seguidos por Rafael Correa hay, de hecho, unos que, en rigor, merecen descuento, porque no lo son tanto: Hugo Chávez, que ya falleció; y el Instituto Geofísico de Ecuador, y la Alianza País, su movimiento político, que probablemente no tengan mucho que contarle, ni siquiera en caso de un terremoto.
Hecha la resta, quedan aquellos que, probablemente, Correa siga porque considera sus iguales: el Papa Francisco; el Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos; el de Venezuela, Nicolás Maduro; y la expresidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner.
Correa tiene un selecto Hall de la Fama, un salón VIP personal de solo siete miembros a los que se molesta en seguir
Podríamos excusar a Correa y matizar su escaso interés en lo que pueda estar discutiendo el resto de la humanidad, recordando que no es un mal exclusivo suyo, que no es el único en las redes, que eso le pasa a muchos egos meteóricos, a muchas supercuentas certificadas, a muchos megadirigentes. A los grandes, o a los que creen en la grandeza.
Aunque claramente no habla de más, y no usa su cuenta para dirimir pequeñeces, Rafael Correa sí ofrece una adecuada sección de artillería verbal para descalificar a sus enemigos y fijar posiciones en la política ecuatoriana. Con cierta frecuencia son adecuadamente reseñados por estos días de enero los actos proselitistas y las muestras de apoyo, a propósito de los 10 años de su “revolución ciudadana”, que han sido los de su predominio político.
“Tuiteo epistolar”
Correa tiene otro signo, otra rareza frecuente en cuentas conocidas de Twitter: una cierta incapacidad para cerrar la idea en los 140 caracteres. Una tendencia a derramar el discurso y desarrollar el “tuiteo epistolar”. Cada cierta cantidad de días, Correa abre un espacio y empieza a bordar una reflexión de tuit en tuit: Esto, por ejemplo, fue el 19 de enero: “Falsa Premisa Número 1: El mercado nunca se equivoca y hay que minimizar”… “El papel de los gobiernos. Falsa Premisa Número 2: Las empresas tienen que maximizar sus beneficios y la rentabilidad de sus accionistas”… “A toda costa. Falsa Premisa Número 3: La riqueza individual extrema no es perjudicial, sino síntoma de éxito y la desigualdad no es”… “relevante. Falsa Premisa Número 4: El crecimiento del PIB debe ser el objetivo central de la elaboración de las políticas. Sin embargo”… “Como ya dijo Robert Kennedy en 1968 ‘el PIB mide todo menos por aquello que merece la pena vivir’” (SIC).
Hola a tod@s y feliz semana.
Celebramos 10 años de Revolución Ciudadana, “más que en el relevo de las cosas idas, por la expectativa de…— Rafael Correa (@MashiRafael) 16 de enero de 2017
…los logros nuevos”.
Demostramos al mundo que somos más, muchísimos más, y que nada ni nadie podrán detener este proceso que ya es…— Rafael Correa (@MashiRafael) 16 de enero de 2017
…leyenda.
El querer negar la década quedará como otro triste intento del “pobre aprendiz de brujo, que escupe al firmamento”.
“Es…— Rafael Correa (@MashiRafael) 16 de enero de 2017
hermoso partir sin decir adiós, serena la mirada, firme la voz”. Ojalá el próximo presidente también lo pueda hacer.
¡Ecuador ya cambió!— Rafael Correa (@MashiRafael) 16 de enero de 2017
Correa es contestado, criticado, el diagnóstico sobre su gobierno está metido en el ojo del huracán. Su cuenta es artillería, descargas, proselitismo. Se muestra orgulloso de los actuales niveles de Riesgo País de Ecuador, en sus mínimos históricos. Se va de la Presidencia enseñando la mandíbula, gobernando su mundo. Él sabe que supera con mucho la media de sus antecesores recientes en Ecuador, y que en consecuencia, cualquier postura crítica en torno a su proceder, sus abusos contra la prensa y sus excesos, siempre habrá que matizarla bajo el rasero objetivo del éxito económico.