José Guerra (ALN).- Los principales referentes del régimen de Nicolás Maduro han estado muy activos con la denuncia de la denominada Operación Gedeón con el objeto de cohesionarse internamente frente a lo que consideran una amenaza externa. Quien esto escribe no consiente la contratación de fuerzas pagadas para provocar invasiones o incursiones de naturaleza política. Esto es muy distinto, por ejemplo, de la participación de la Legión Británica encabezadas por el General James Rook, el coronel Henry Wilson y el teniente Daniel Florencio O`Leary en la guerra por la independencia de Venezuela.
La narrativa de los voceros del régimen es que se trata de traición a la patria. Apoyan la versión en un contrato firmado con una empresa de seguridad, hecho éste que tampoco avalo. Un país que contribuyó con sus hombres a liberar cinco naciones no debe aceptar tutelajes de grupos irregulares. Traicionar a la patria, sin embargo, tiene otras connotaciones, más allá de estampar la firma en un acuerdo mercantil y político. Veamos los hechos en una perspectiva más amplia.
Fidel Castro y su régimen dictatorial siempre tuvieron en la mira a Venezuela desde la primera visita de este a Caracas en 1959 cuando urgido de petróleo le planteó un trato a Rómulo Betancourt, quien lo paró en seco al decirle que los hidrocarburos venezolanos se vendían, no se regalaban. Fidel Castro entendió muy bien que tenía frente así a un líder y no a un títere y entonces se dedicó a financiar el derrocamiento de Betancourt electo en comicios libres el 7 de diciembre de 1958.
Para ello, La Habana se trasformó en base de operaciones de las guerrillas venezolanas, de manera abierta y pública. Fue Fidel Castro más allá y promovió dos invasiones a Venezuela en 1967, una por Machurucuto, en el estado Miranda y otra por las costas de Falcón. Ambas fracasaron ante la tenacidad de los soldados venezolanos. En la crónica del régimen esas invasiones fueron buenas y las de Macuto y Chuao son malas. Para mí, ambas fueron malas.
Quienes tuvimos la oportunidad de viajar a Cuba en los años 80 notábamos con preocupación la relación de vasallaje de ciertos dirigentes de la izquierda venezolana ante el aparato cubano dirigido por el Departamento de América a cargo de Manuel Piñero. Era vergonzante el nivel de sumisión.
Entérese de algunas claves que la inteligencia cubana aplica en Venezuela
Hugo Chávez, que estaba conspirando en los cuarteles, no aparecía en escena hasta que le llegó el momento después del golpe de estado fallido del 4 de febrero de 1992 y su posterior indulto y viaje a Cuba donde regresó encandilado y alienado con Fidel Castro.
Ya en el poder a partir de 1999, Castro logró con Chávez lo que no pudo por las armas contra Venezuela. Tributario de la dictadura cubana, Chávez le entregó a Castro literalmente el sistema de salud, que con todas sus deficiencias era mejor que el que hoy tenemos. Miles de médicos cubanos y también espías llegaron al país, con un costo enorme para las finanzas públicas al sacrificarse exportaciones petroleras para financiar a Cuba. El sistema de identificación también fue entregado parcialmente a empresas cubanas lo mismo que algunos programas educativos. Y lo peor, la inteligencia cubana colocó sus agentes en todas la áreas claves del Estado. El embajador cubano en Venezuela es una especie de procónsul. Entonces, ¿quiénes son los traidores a la patria?
Tracción a la patria es también, haber destruido las industrias petrolera, siderúrgicas y del cemento, las telecomunicaciones, entre otras. Traición a la patria es haber empobrecido a una nación y provocar el éxodo de más de cinco millones de venezolanos.
Nosotros conceptualizamos una Fuerza Armada al servicio de la nación, esencialmente profesional, que contribuya al desarrollo nacional, con seguridad social para sus integrantes y sus familias. Los traidores a la patria son quienes mienten con descaro y se arrodillan ante los tiranos.