Daniel Gómez (ALN).- En conversación con el diario ALnavío, el académico chileno Francisco Javier Galindo dice que la crisis en Chile se parece más al movimiento de los indignados en España que a cualquiera de las revueltas en América Latina. Es también la opinión del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, quien establece el paralelismo con los chalecos amarillos en Francia. Al miedo de las clases medias por dejar de prosperar, se une la desconexión de la clase política en Chile y la necesidad de establecer un nuevo contrato social.
Los analistas siguen dándole vueltas a las protestas en Chile:
– Está la desconexión de la política con la ciudadanía.
– Están las aspiraciones de una clase media que teme volver atrás.
– Están los factores económicos y sociales: la desigualdad, el aumento de la vida, la exigencia de mejores escuelas y hospitales…
– Hay quien dice que la solución es un nuevo contrato social.
– Otros apuntan que los chilenos replican lo que ven en Hong Kong.
– Otros que el gobierno de Sebastián Piñera ya está muerto.
– Y para el chavismo las manifestaciones “son los vientos bolivarianos” que agitan Latinoamérica.
El escritor y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, desmiente esta última afirmación.
“No es imposible que agitadores venezolanos, enviados por Maduro, hayan enturbiado y agravado las reivindicaciones de los indígenas ecuatorianos y hasta echado una mano a Cristina Kirchner en su retorno al poder, medio oculta bajo el paraguas del presidente Fernández, pero en Chile, desde luego que no. Que en la cúpula venezolana celebren con champán francés los dolores de cabeza del gobierno de Piñera está descontado. Pero que sea el motor de la revuelta es inconcebible, por más que fueran los niñitos bien quienes quemaron 29 estaciones del metro de Santiago y pusieran pintas a favor del socialismo del siglo XXI. (Lo paradójico es que estos niñatos ni siquiera se pagan el pasaje de metro: su carnet escolar los excluye de ese trámite)”, escribió este domingo en el diario El País.
Exigencias más propias de Europa que de Latinoamérica
Para Mario Vargas Llosa el caso chileno sigue siendo un enigma. Tiene muchas dudas sobre los motivos reales de las protestas. Asoma un deseo de progreso entre las clases medias como el que se ve en Europa, más parecido al de los chalecos amarillos en Francia.
“Yo creo que un aspecto fundamental del desarrollo democrático que postulamos los liberales: la igualdad de oportunidades, la movilidad social. Esto último existe en Chile, pero no de manera tan efectiva como para frenar la impaciencia, perfectamente comprensible, de quienes han pasado a formar parte de las clases medias y aspiran a progresar más y más gracias a sus esfuerzos”, agrega Vargas Llosa.
El chileno Francisco Javier Galindo, exprofesor de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, comparte la misma tesis que el Premio Nobel. “En Chile las protestas surgen de una clase media, como la de los indignados en España. No es lo mismo que ha pasado en Ecuador, por ejemplo”, dijo en conversación con el diario ALnavío.
Un nuevo contrato social
¿Funcionará la fórmula del empresario más poderoso de Chile para resolver la crisis?
En su artículo Vargas Llosa no apunta la desconexión entre los políticos y la ciudadanía en la que insiste el académico chileno Fernando Mires, profesor emérito de Política Internacional de la Universidad de Oldenburg, Alemania.
“Lo que pasa en el país es una abierta crisis de representación. Es una desconexión total. Los partidos son conducidos por el movimiento. Eso en Chile no se había visto jamás”, declaró en entrevista con este diario Fernando Mires.
La crisis de representación también es algo de lo que se dio cuenta Andrónico Luksic. El hombre más poderoso de Chile, con una fortuna de 13.900 millones de dólares, aprovechó el vacío de liderazgo en el país para pedir una reacción de las élites. Entonces subió el salario mínimo a sus empleados 200 dólares por encima de la media nacional, y pidió a otros empresarios que lo hicieran. Muchos respondieron a su llamado, e imitaron estas subidas de sueldo.
Andrónico Luksic, consciente de su influencia, también pidió por un nuevo pacto social. En el que se aborden los problemas reales de Chile, como el acceso a la educación pública, el sistema de pensiones y el transporte. A cambio, se ofreció a pagar más impuestos siempre que estos no se pierdan en nuevos ministerios e institutos “ineficientes”.
Este viernes, Piñera derogó la reforma fiscal que favorecía a los sectores empresariales.
El académico Francisco Javier Galindo también apuesta por esa nueva agenda social. Pero que esta no suponga un gasto extraordinario para el país. Quiere que se fiscalicen mejor los recursos públicos. Que no se pierdan en corrupción, ni en estructuras ineficientes, tal como apuntó Luksic.
La desconexión de la clase política
Este domingo, también en El País, dos analistas pusieron el foco en la desconexión entre políticos y ciudadanos para explicar las revueltas en Chile:
Daniel Mansuy, doctor en Ciencias Políticas y académico de la Universidad de Los Andes, dijo: “Esta crisis se ha prolongado tanto porque la clase dirigente, en general, y la política, en particular, no han sabido articular ni contener ni dar una dirección a ese malestar (…) La población no se siente interpretada por nada ni por nadie que le pueda dar un cauce institucional”.
El historiador Iván Jaksic agregó: “Atravesamos una situación en la que conviven el triunfalismo del discurso económico con la decepción de quienes no ven sus beneficios, y en donde las expectativas son crecientes”.
Por su parte, el periodista chileno Ascanio Cavallo escribe en un artículo para La Tercera que el de Sebastián Piñera es un gobierno acabado. “Desde el punto de vista de los pilares de su programa, el gobierno de Piñera ha terminado antes de cumplir dos años”. Algo así también dijo el expresidente Rafael Correa sobre Lenín Moreno en Ecuador, asegurando que su gobierno ya estaba muerto.
Los pilares a los que se refiere Ascanio Cavallo tienen que ver con la economía y la imagen internacional de Chile. Considera que tras la crisis el crecimiento chileno se verá frenado. Y respecto al prestigio del país en el mundo, este se ha visto salpicado hasta el punto de tener que suspender dos eventos clave que celebraría en los próximos meses: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2019 y el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico.