Redacción (ALN).- En medio de la solemne ceremonia de despedida del Papa Francisco, una escena conmovedora destacó entre la multitud. Una religiosa de 81 años se aproximó al féretro del Pontífice: era Sor Geneviève Jeanningros, de 81 años, sobrina de Léonie Duquet, una de las monjas secuestradas durante la última dictadura argentina por Alfredo Astiz.
“Quedó inmóvil durante largos minutos mirando con tristeza al cuerpo del Papa, sin que a ninguno de los gendarmes o guardias suizos se le ocurriera moverla”, reseñó el periodista Hernán Reyes Alcaide de Infobae.
Sor Geneviève Jeanningros no formaba parte del estricto protocolo que permitía solo a cardenales y obispos acercarse al ataúd, sin embargo, la monja rompió el orden establecido para rendir su último tributo al Papa. Con su mochila verde sobre los hombros, se detuvo a un lado, se inclinó en oración y permaneció allí durante varios minutos, en silencio y con las lágrimas corriendo por su rostro.
Nadie se animó interrumpirla, ese momento era tan genuino como profundo.
#Mundo ¡Una amiga hasta el final! Sor Geneviève, la monja amiga del Papa Francisco, se saltó el protocolo para llorar y rezar junto a su féretro. La monja, de 81 años, de la orden de las Hermanitas de Jesús y con una mochila sobre sus hombros, se acercó discretamente a la zona… pic.twitter.com/QCaeuFUvQF
— Última Hora Col (@ultimahoracol_) April 23, 2025
Sor Geneviève: Una religiosa dedicada a los más vulnerables
Sor Geneviève, miembro de la orden de las Hermanitas de Jesús, ha dedicado más de 56 años de su vida a ayudar a las comunidades más necesitadas de Roma, especialmente a las mujeres transexuales y los feriantes del barrio de Ostia, en la región del Lacio. Su labor ha sido ejemplar, sin importar las dificultades que enfrentaba.
Vivía junto a su compañera monja Anna Amelia Giacchetto en una caravana en el área de Ostia, donde compartía su vida con aquellos a quienes servía.
A lo largo de los años, explica Reyes Alcaide, se transfromó en un puente clave para facilitar los encuentros del Pontífice con líderes de derechos humanos y con una comunidad de mujeres trans que vivían en las afueras de Roma. Francisco no solo las recibía en diversas ocasiones, sino que también las invitaba a almorzar y brindaba apoyo económico.
La amistad con el Papa Francisco
La relación entre Sor Geneviève y el Papa Francisco fue íntima y especial. El Papa, siempre atento a las realidades sociales y humanas, encontró en ella una aliada incansable en su misión de acercarse a los más vulnerables. De hecho, Sor Geneviève jugó un papel crucial en mostrarle al Papa la realidad de los feriantes y de las personas transexuales que vivían al margen de la sociedad en las afueras de Roma.
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A menudo, Francisco recibía en el Vaticano a grupos que Sor Geneviève traía de la mano, algunos de los que trabajaban en la prostitución. La devoción de la monja por su comunidad no solo se limitaba a las visitas, sino que también organizaba encuentros donde los más necesitados podían compartir sus historias con el Papa.
La monja estuvo allí, sola, pero con un profundo sentimiento de gratitud y respeto por el Papa, a quien consideraba no solo un líder religioso, sino también un compañero de lucha por la inclusión y la dignidad humana. El Papa Francisco, que siempre mostró su cariño por la religiosa, también veía en ella a una mujer de fe inquebrantable y de compromiso social, dos cualidades que marcaron su pontificado y que le unieron aún más a Sor Geneviève .