Juan Carlos Zapata (ALN).- “Funesto personaje”, dice Jorge Giordani. Y si funesto fue el dictador chileno Augusto Pinochet, ¿qué se puede pensar del Pinochet bolivariano? Curiosa mezcla. O terrible combinación. ¿Qué definiría lo funesto del Pinochet bolivariano? El gorila en esencia. El dictador ya sin máscara que se haría del poder y reprimiría y perseguiría no solo a la oposición antichavista sino también al chavismo disidente.
¿Habrá algún secreto que todavía se guarde de la personalidad del dictador chileno Augusto Pinochet? Traidor a la Constitución. Traidor al presidente Salvador Allende. Golpista, asesino, torturador. El asesinato del excanciller Orlando Letelier en Washington pasa por el ser el primer acto terrorista en Estados Unidos. Lo organizó Pinochet. Es de la izquierda de donde proviene el mayor cúmulo de elementos que construyen el bestiario de Pinochet. El dictador. El gorila en esencia.
En un despacho de la agencia EFE de septiembre de 2001 –citado por El País de España– se lee que Pinochet tenía una “personalidad paranoica y cruel”, un “bajo nivel mental” y un lenguaje “deshumanizado, soez e inculto”. ¿De dónde sale esta información? De un estudio sicológico publicado entonces en Santiago de Chile que conforma el contenido del libro Páginas en Blanco. “‘Es un libro que pretende reconstruir la verdad de lo que pasó el 11 de septiembre en La Moneda (el golpe de Estado de Pinochet a Allende en 1973). Para eso hemos trabajado con los familiares, con las personas que allí estuvieron, con los testigos’, ha explicado la psiquiatra Paz Roja”, reseñaba la agencia.
En las denuncias del golpismo, Hugo Chávez solía referirse a Pinochet. La encarnación del mal. ¿Pero no lo es acaso el bolivarianismo?
El análisis psicológico de Pinochet está basado “en las comunicaciones secretas y por radio que mantuvo con los otros jefes militares para coordinar el golpe”. Todo sale de esas grabaciones secretas. Paz Rojas decía que “Si alguien escucha en detalle esas grabaciones y los discursos de Pinochet se dará cuenta que durante 17 años este país fue regido por un hombre vulgar y criminal al que yo califico incluso con debilidad mental superior”, ha apuntado Paz Rojas. La doctora explica en el libro que, según la psiquiatría clásica, un “débil mental superior es un carente intelectual, sin razonamiento elevado, ni asociación de ideas adecuadas, con problemas para expresarse, reiterativo y con rasgos de agresividad”.
¿Dónde encaja esta historia con Venezuela? En que el exministro Jorge Giordani, una de las figuras con más poder e influencia en la Era Chávez, viene alertando sobre el riesgo de que en el país aparezca un “Pinochet bolivariano”. Un golpista. Un militar. Que se haga del poder dado que, ha escrito y ha dicho Giordani, el sector que maneja el Gobierno no acierta en lo económico y tampoco tiene auctoritas.
Al irse del Gobierno -o lo echaron-, el exministro dejó en claro la falta de liderazgo de Nicolás Maduro, una carencia que ahora extiende a todo el “sector” que gobierna con el Presidente. Giordani escribió en el portal Aporrea que “han sido superados como fuerzas, por la ofensiva y la embestida política en el año 2017, culminando en la supuesta radicalización del gobierno a partir de la llamada a un proceso constituyente, en condiciones de extrema debilidad del mismo gobierno y del propio PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), que apoyan sin quererlo, a la opción más eficaz y trágica para Venezuela como es la aparición del personaje funesto, el llamado Pinochet bolivariano”. Al menos dos alertas ha hecho Giordani al respecto.
De esta Fuerza Armada chavista surgiría el funesto personaje
“Funesto personaje”, dice Giordani. Y si funesto fue Pinochet, ¿qué se puede pensar del Pinochet bolivariano? Curiosa mezcla. O terrible combinación. ¿Qué definiría lo funesto del Pinochet bolivariano? En las denuncias del golpismo, Hugo Chávez solía referirse a Pinochet. La encarnación del mal. ¿Pero no lo es acaso el bolivarianismo? ¿Por qué le agrega Giordani el apellido? Se supone que el proceso bolivariano fundado por Hugo Chávez es socialista y humanista, según se desprende de los discursos de éste y de Nicolás Maduro. Y la Fuerza Armada y los militares que la integran dignos representantes del pensamiento chavista, socialista y bolivariano. De hecho, la cúpula de la Fuerza Armada ha incorporado en su discurso ser socialista, chavista, bolivariana, humanista, patriota y antimperialista. Lo único que asumiría Pinochet de ese discurso, es el ser patriota, igual que lo haría cualquier militar del mundo. ¿Pero encarna la Fuerza Armada todo el discurso que pregona? La entrega a Cuba y la entrega del territorio Esequibo derriban la opción del patriotismo. Giordani también diría: la entrega a intereses extranjeros del llamado Arco Minero es lo menos patriota de un gobierno y una Fuerza Armada.
Tampoco puede hablarse ya de un régimen socialista ni humanista. Los resultados económicos y sociales saltan a la vista: penuria y hambre, pobreza y crisis, devastación educativa, pérdida de los valores, inseguridad, narcotráfico, corrupción. Luego, hay que caer en el tema de la represión, los presos políticos, la tortura, la intolerancia, el discurso agresivo, de muerte. ¿En qué se diferencia de Pinochet? Ya con Chávez el discurso había descendido. Con Chávez y Maduro y también, por ejemplo, con Diosdado Cabello, cayó a los niveles a los que se refieren los estudiosos chilenos: deshumanizado, soez e inculto. Y ello se extiende a la dirigencia civil y militar en Venezuela, a la de arriba como a la del medio y abajo. El producto contagia.
Recordemos lo que dice el estudio sobre el dictador chileno: “Si alguien escucha en detalle esas grabaciones y los discursos de Pinochet se dará cuenta que durante 17 años este país fue regido por un hombre vulgar y criminal”. ¿Y no es acaso lo mismo sufrido por los venezolanos? ¿Cuál era el centro del discurso de Hugo Chávez y cuál es el centro del discurso de Nicolás Maduro? Hacer polvo a la oposición, barrerla, desaparecerla, aniquilarla, eliminarla, volver nada al “enemigo”. Chávez era un sembrador de odios y Maduro ha seguido el ejemplo. Pero aquí ya no es un asunto de analizar discursos, es la realidad. Es lo concreto. Chávez tuvo sus presos políticos, y Maduro los suyos. Los identifica el patrón del esbirro y peor, ufanarse de ello.
Habría que preguntarle al exministro el porqué del apellido. ¿Por qué no el Pinochet chavista? ¿Para salvar el mito Hugo Chávez?
Dicho esto también, ¿qué tanto más funesto sería ese personaje del alerta de Giordani? ¿Qué tanto más peligroso para la democracia, los derechos humanos, la paz, la convivencia? ¿Es realmente bolivariano o es acaso chavista? Habría que preguntarle al exministro el porqué del apellido. ¿Por qué no el Pinochet chavista? ¿Para salvar el mito Hugo Chávez? Y es que si Simón Bolívar fue una suerte de bandera política y electoral para enganchar amplios sectores, en cambio Chávez fue el conductor de un esquema de poder personal lleno de resentimientos que pudo sostenerse gracias a las ventajas del dinero, del rentismo, del clientelismo y de lo más perverso del populismo.
Fue Chávez quien, por demás, cambió las reglas de juego en lo interno de la Fuerza Armada, decretó la llamada unión cívico-militar e incorporó a militares activos y retirados a la gestión de gobierno y de allí al entramado del poder y por consecuencia al entramado de negocios que condujo al saqueo de Venezuela y al fracaso del modelo. Ya al final de su tiempo, Hugo Chávez también decretó que la Fuerza Armada era chavista. Sí, chavista. Chavista como el general Néstor Reverol o como el general Vladimir Padrino López.
De modo que es de esta Fuerza Armada chavista de la cual surgiría el funesto personaje. El dictador sin máscara. El gorila en esencia. Porque ese es el alerta que hace Giordani. El de un gorila que entonces actúe y reprima no solo a la oposición antichavista tradicional, democrática y capitalista, sino también al chavismo disidente, y entre otros, al propio Giordani.