Redacción (ALN).- De 53 años y con poca experiencia política antes de ejercer la Presidencia, Jovenel Moise, el asesinado presidente de Haití, era un político que se inclinaba a la centro derecha y que abandonó el mundo empresarial para regir el destino de su país.
Proveniente de una familia ligada al campo, su mayor éxito antes de ganar las elecciones presidenciales de 2016 fue hacerse con el cargo de consejero delegado de la empresa Agritrans, que se dedica a la producción de bananas orgánicas en el norte de Haití.
Moise nació en el seno de una familia de bajos ingresos en Trou-du-Nord, en el noroeste del país, hijo de un mercader y una costurera. En su adolescencia se mudó a Puerto Príncipe y estudió ciencias políticas, aunque luego inició una carrera como empresario.
SALTO A LA POLÍTICA DE VANGUARDIA
Da el salto a la vanguardia política en 2015, cuando el entonces presidente haitiano, Michel Martelly, lo designó como el candidato a la presidencia de la organización política que fundó, el Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK). Las elecciones fueron turbulentas, con acusaciones de fraude, lo que obligó a realizar un nuevo proceso en 2016. Allí, Moise venció en primera vuelta con el 55% de los votos, 36 puntos más que su rival.
Con ese panorama, Moise asumió el cargo en febrero de 2017, pero su mandato se complicó en 2019, cuando enfrentó protestas sociales por el deterioro de las condiciones de vida en el país y diversas acusaciones de corrupción.
En medio de la creciente violencia y una ola de secuestros, el presidente, acusado de inacción ante la inseguridad e impunidad de las bandas, continuaba gobernando la nación más pobre del hemisferio occidental a punta de decretos, sin contrapeso del Legislativo y con el objetivo de realizar un referéndum constitucional (no previsto en la Carta Magna), inicialmente programado para el 27 de junio y luego pospuesto en medio de la crisis.
La oposición y muchas organizaciones de la sociedad civil rechazan de plano la propuesta presidencial, y denunciaban la ilegitimidad del mandato del jefe del Estado y la imposibilidad de organizar unas elecciones, dada la inseguridad generalizada.