María Rodríguez (ALN).- El Partido de los Trabajadores de Brasil se anotó en estas elecciones presidenciales el peor resultado desde 1998. “Esta derrota creo que es lo mejor que le ha podido pasar al PT si lo sabe hacer bien y si sabe recomponerse”, vaticina un analista al diario ALnavío. Asegura que este partido necesita independizarse de Lula. ¿Cómo hacerlo? Difícil. La clave está en salir en busca de nuevos liderazgos al margen de Fernando Haddad.
Dura derrota para el Partido de los Trabajadores (PT) en las elecciones de este domingo en Brasil. El candidato del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, Fernando Haddad, apenas logró 45% de los votos frente a 55% que consiguió el ultraderechista Jair Bolsonaro, y que le valieron para convertirse en el presidente electo del país (tomará posesión del cargo el 1 de enero de 2019).
“Esta derrota creo que es lo mejor que le ha podido pasar al PT si lo sabe hacer bien y si sabe recomponerse”, explica al diario ALnavío Rogelio Núñez, investigador del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Y añade: “Lo que el PT necesitaba era independizarse de Lula, del liderazgo carismático e irrepetible, histórico…”.
Y es que “el peso, sombra y liderazgo de Lula [actualmente en prisión por corrupción] han terminado aplastando al PT. De hecho, todo lo que ha hecho el Partido de los Trabajadores en esta campaña ha sido un error estratégico. Encadenarse a Lula hasta dos semanas antes de las elecciones”, explica Núñez.
Haddad consiguió recoger parte del apoyo a Lula. Pero había otra parte a la que era imposible que accediera: a los votantes antilulistas. Estos “veían a Haddad como el plan B de Lula”, insiste el experto.
El peor resultado desde 1998
Ese 45% logrado por Haddad en la segunda vuelta es el peor resultado del PT desde hace 20 años. Época en la que un joven Lula aspiraba a convertirse en presidente. Lula perdió dos elecciones consecutivas contra Fernando Henrique Cardoso (en 1994 y 1998) con un sufragio inferior a 32%. En 1990 Lula tampoco superó a Fernando Collor de Mello, y se tuvo que conformar con 46,97% de los votos.
En los años 90 “Lula daba miedo en algún sector de la población, que temía que pusiera en riesgo la estabilidad del país”, explica Núñez. Esa percepción era un obstáculo para ganar las elecciones, pero una simple carta disipó el miedo, según recuerda este experto.
Fue en junio de 2002, cuando Lula escribió la ‘Carta al pueblo brasileño’. Se trata de un documento escrito de su puño y letra en el que se comprometía a respetar la institucionalidad y la Constitución de Brasil. Dijo que haría cambios pero que no tocaría los pilares del modelo democrático y que tampoco los iba a poner en peligro. Efecto de la carta o no, Lula arrasó en las elecciones presidenciales de octubre de 2002 y en las de 2006. En ambos comicios con más de 60% de los sufragios en segunda vuelta.
Además, “su carisma sirvió de base para que Dilma Rousseff ganase las elecciones en 2010”, puntualiza Núñez. Lo hizo en segunda vuelta con 56,05% de los votos. También en 2014, con 51,64%, aunque un impeachment en 2013 la sacó del cargo, ahora ocupado por Michel Temer.
¿Está el Partido de los Trabajadores colapsado?
Para Núñez, el PT no está colapsado. “No está tan mal. Ha sido una derrota tremenda, tiene una base parlamentaria mucho más pequeña, pero es el principal partido del país en el Congreso. Tiene gobernadores y fortísima presencia en el nordeste, su tradicional vivero de votos”, explica este experto.
“El PT tiene desde dónde partir y tiene una historia. Porque más allá de la historia negativa y negra tiene una trayectoria de gobierno importante, donde Brasil vivió una bonanza”, añade Núñez. Se refiere especialmente al segundo mandato de Lula. “Ahí se juntó todo, una coyuntura excepcional en cuanto a la economía, las exportaciones y el crecimiento, el propio liderazgo de Lula, unas políticas públicas clientelares y un partido asentado”, puntualiza el experto.
En busca de nuevos liderazgos
Para Núñez, lo que le queda al PT es convertirse en el principal partido de la oposición y rearticularse internamente “aunque no sea fácil”, matiza. Para ello ha de buscar nuevas caras y liderazgos. “Es imposible encontrar a un Lula. Haddad no era una mala elección por tener experiencia de gobierno y ser académico”, apunta Rogelio Núñez, y matiza: “Haddad puede ser una alternativa, pero está lastrado por haber sido el plan B de Lula”.
En este sentido, ¿quién será el líder que necesita el PT? “La vieja guardia la tenemos que dar por amortizada por los años que tienen, muchos de ellos afectados por escándalos de corrupción y porque representan la época vieja…”, subraya Núñez.
¿Y Haddad? “No lo sé. Yo pienso más en alguno de los gobernadores, que es de ahí de donde debería salir el futuro líder. Si surge, pienso que sería así”, concluye este experto.