Juan Carlos Zapata (ALN).- Lo peor que puede sucederle al mundo es que los líderes entre en pánico. El pánico puede ser mortal tanto en economía como en política. Los líderes que actuaron presas del pánico terminaron creando más problemas de los que ya tenían. ¿Qué puede pasar con Trump?
No es que el pánico sea una teoría. Pero hay que observar lo que dice al respecto Arthur Laffer. En efecto, el mismo economista de la curva que establece que hay un punto en que la bajada de impuestos se transforma en una mayor recaudación. Hoy, en estos tiempos de coronavirus y gran bloqueo económico, es asesor de Donald Trump. Lo fue de Ronald Reagan y de Margaret Thatcher, de quienes se puede decir cualquier cosa, menos que hayan fracasado en sus políticas económicas. Y Laffer ha visto muchas cosas en política, en el poder, en los gobiernos y en la economía, como para atreverse a hablar de los efectos negativos del pánico. Es un experto famoso. Controversial. Algunos dicen, sin embargo, que nunca recibirá el Premio Nobel. Pero así como era asesor de Reagan también admiraba lo que hacía Bill Clinton.
Pero Reagan tiene a su favor que no entró en pánico. Aquí viene el punto, y es como si Laffer usara el ejemplo de Reagan para apostillárselo a Trump. “Solo mi presidente, Ronald Reagan, fue capaz de mantener el rumbo con sus bajadas de impuestos, o con su decisión de no reaccionar al crash de la bolsa de 1987. Y eso fue lo que salvó su legado político”.
Como miembro de la Fuerza de Acción para la Reapertura Económica en Estados Unidos, es uno, quizá el principal, defensor del desbloqueo y la reapertura. Laffer concedió una entrevista al suplemento Papel del diario El Mundo en el que propone “reabrir la economía e introducir una moratoria a las cotizaciones sociales de la Seguridad Social hasta el 31 de diciembre”. ¿Qué ocurrirá? En consecuencia con la curva de su creación, la medida aumentará los ingresos de los trabajadores y reducirá los costos que generan los trabajadores a las empresas. “Eso incentiva a los trabajadores a regresar al mercado de trabajo y a los empleadores contratar más”. A Trump, según Laffer, le gusta la idea. Laffer dice que Trump “es el mejor presidente que he conocido”, al punto de que a la hora de la toma de decisiones, es “mejor que Reagan porque era más lento”.
Pero Reagan tiene a su favor que no entró en pánico. Aquí viene el punto, y es como si Laffer usara el ejemplo de Reagan para apostillárselo a Trump. “Solo mi presidente, Ronald Reagan, fue capaz de mantener el rumbo con sus bajadas de impuestos, o con su decisión de no reaccionar al crash de la bolsa de 1987. Y eso fue lo que salvó su legado político”.
El mensaje es para Trump y su equipo. No entrar en pánico ahora que el FMI habla de que la crisis de 2020 será como la Gran Recesión de 1929, o que aun no se sabe hasta dónde caerá la economía mundial porque ello depende de hasta cuándo se extienda la pandemia del coronavirus.
Arthur Laffer tiene una anécdota que ilustra la pésima conseja del pánico. Va con el secretario del Tesoro de Trump, Steve Mnuchin. Cuenta Laffer que cuando habló por teléfono con Steve Mnuchin “estaba como histérico, sin aliento. Estaba en modo ‘¡tenemos que hacer algo, tenemos que hacer algo!’”. Hay que cambiar “histérico” por pánico y se podrá entender la referencia. El propio Laffer lo señala: “Si haces algo movido por el pánico, puedes arruinar en tres días una vida de esfuerzo”. Entonces apunta que el “rescate refleja una reacción movida por el pánico”, y de allí que su propuesta más bien sea la reapertura de la economía.
Abordar el tema no le resulta difícil. La experiencia le ofrece argumentos. Tiene 80 años. Pero desde hace 50 ha visto de cerca las grandes decisiones de la economía de los EEUU y ha estado “involucrado” en “la mayor parte de las respuestas a las crisis económicas en las últimas cuatro décadas porque ya en 1970 fui nombrado economista-jefe de la Casa Blanca”. Desde entonces, afirma, “he visto una larguísima serie de medidas profundamente idiotas tomadas por el Gobierno cuando está aterrorizado”. Y son medidas, señala, que en vez de mejorar la situación, terminan por ponerla peor.
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Así es como aborda estos ejemplos. “ (Richard) Nixon hizo una estupidez cuando en estado de pánico devaluó el dólar, rompió su tipo de cambio fijo con el oro, impuso control de precios, un arancel extra a las importaciones y ayudas fiscales a la creación de empleos. Lo mismo pasó con Gerarld Ford y su intervención en la economía, o con las tonterías de (George W.) Bush junior y (Barack) Obama en la crisis de 2008”. Esto en lo que tiene que ver con la economía.
Pero asegura que “el pánico hace que las reacciones sean malas incluso en crisis políticas”. Apela a dos casos:
Primero, “si no hubieran tratado de tapar el Waterwate, que fue un atraco de tercera, Nixon no habría tenido que dimitir y EEUU no habría pasado por la mayor crisis constitucional de su historia”.
Segundo, “si Jimmy Carter no hubiera perdido los nervios y tratado de rescatar a los rehenes de la embajada de EEUU en Irán”.