Zenaida Amador (ALN).- El sector formal de la economía que todavía sigue en pie en Venezuela llega a 2020 severamente golpeado luego de seis años de aguda crisis, peor a las que han vivido naciones sometidas a conflictos bélicos. Muchos empresarios están dispuestos a seguir adelante, pero sus más temidos adversarios son las estrategias económicas de Nicolás Maduro para sostenerse en el poder. ¿Cómo se explica que enfrenten esas dificultades si el régimen venezolano ha dado paso a una flexibilización económica?
En las últimas dos décadas desaparecieron alrededor de 9.000 empresas fruto de la arremetida del chavismo contra el sector privado, que se expresó a través de controles y expropiaciones, entre otras políticas. Si bien es verdad que ese capítulo oscuro parece haber quedado en el pasado, no por ello han desaparecido las amenazas del régimen sobre el empresariado.
En la segunda mitad de 2019 comenzó a crecer una actividad comercial atípica en ciertas zonas del país, fruto de la permisividad dada por Nicolás Maduro a la compra en el exterior de productos terminados, mientras se dejaron engavetadas las regulaciones cambiarias y de precios. Algunos agentes económicos tradicionales y otros tantos agentes emergentes se colgaron del cese de los controles y de esta exoneración tributaria a las importaciones para desarrollar la economía de los “bodegones” repletos de golosinas y licores, una estrategia que si bien ayuda a encubrir la escasez y a dar la sensación de que se reactiva el consumo en una pequeña porción de la población, sólo agudiza las distorsiones y aumenta la asfixia sobre el sector productivo nacional.
De hecho, aunque todavía no hay cifras oficiales sobre la contracción económica de 2019, las estimaciones de diversos analistas y entes apuntan a que ronda 30% del Producto Interno Bruto. La producción local está destruida y la “flexibilización” de Maduro aceleró el proceso.
Mantener el foco en la capa cosmética de las importaciones exoneradas no resuelve los problemas. Precisamente por ello Adán Celis, presidente de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), sostiene que “el modelo económico ‘Nutella’ terminará incrementando la miseria y la pobreza”.
Según sus señalamientos, los industriales venezolanos no le temen a competir con los productos importados, pero para competir necesitan condiciones equitativas. “¿Cómo competimos si las materias primas tienen que pagar aranceles de importación y el producto terminado no?”.
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Y es que la economía está contraída y el crédito bancario es casi inexistente, lo que golpea con fuerza al sector productivo formal, el mismo al que las autoridades aplican la carga fiscal.
A su juicio, para poder revertir la tendencia hacen falta políticas económicas serias y perdurables en el tiempo, dirigidas a dinamizar todos los sectores económicos y con ello la creación de empleos. Es decir, hace falta productividad.
La receta “aliada”
En 2018 un grupo de asesores chinos visitó Venezuela para impartir un Taller de Formación en el área económica a los altos funcionarios de Maduro. La receta fue puesta sobre el tapete: “en China el 90% de las empresas son privadas. El gobierno no puede hacer un control directo sobre ellas (…) Si las empresas privadas pueden trabajar con las políticas industriales del gobierno, el gobierno puede ofrecerles asistencia y subsidios necesarios”.
La mirada incrédula de los ministros de Maduro dejó en evidencia que no estaban en condiciones de aceptar los consejos. Sin embargo, el colapso de la industria petrolera tras años de desinversión y politización de sus funciones ha generado una recomposición interna de hecho. Con todo y las malas decisiones de Maduro, el sector privado ha alcanzado un protagonismo vital en la poca actividad económica que sobrevive en Venezuela.
“La economía privada representa una cuarta parte de los ingresos en divisas del país, sin olvidar lo que por vía de impuestos y otros aportes el sector privado representa; eso significa que aquel mito del rentismo petrolero, está dejando de existir”, aseguró Fedecámaras, la mayor organización empresarial de Venezuela, en su balance de 2019.
De allí que sostengan que “urge y es nuestro compromiso seguir promoviendo la reinstitucionalización del país, el impulso de la inversión privada a pesar del asfixiante marco regulatorio y la complejidad presente en el aparato productivo nacional, aunado a la incesante exigencia de rescatar las capacidades de financiamiento de la banca y así, acorde con las necesidades del país, poder promover más producción y recuperar la capacidad de consumo del venezolano”.
El impulso ruso
Hace un año el viceministro de Finanzas ruso, Serguéi Storchak, dijo que su país le había ofrecido a Maduro “un plan para la recuperación de la economía venezolana”. El tema quedó allí, sin mayores detalles, aunque siempre quedó abierta la opción de darle asistencia al régimen venezolano para que desarrollara medidas que ayudaran a gestionar la situación.
Luego, en octubre, el propio Storchak volvió a hacer público que su gobierno estudiaba enviar una delegación de asesores económicos a Venezuela para ayudar el tema de la deuda. “Los asesores económicos, como suele ser el caso, no sólo están en el lugar durante una semana, sino durante un período más largo, observando las relaciones microeconómicas y no sólo las macro”, un comentario clave si se toman en cuenta los intereses económicos de Rusia en Venezuela.
Ahora nuevamente se conoce de boca de Storchak que Moscú posee un plan para reactivar la economía de Venezuela, en el que tiene a un equipo de 12 técnicos rusos participando con el foco en corregir las distorsiones administrativas del sector petrolero que se generaron con la oleada nacionalizadora de Hugo Chávez.
Un cambio en la Asamblea Nacional, donde Juan Guaidó ya no ejerza la presidencia de esa institución, impulsará el proceso que vienen preparando, donde además del petróleo es de gran interés corregir la crisis de la moneda, la debilidad del sector bancario y los problemas sociales. Además, según admitió, Maduro también está recibiendo asesoramiento de expertos turcos y chinos.
Ya Maduro ha venido haciendo algunos cambios soterrados en la industria petrolera, abriendo espacio a sus aliados políticos y económicos, y bajando el peso del Estado en el negocio. Pareciera que la nueva estrategia busca ampliar el radio de acción y darles protagonismo a los privados.
“En economía hay que ser realistas y objetivos, ver los fenómenos que surgen y aprender a conducirlos para que la economía, en un proyecto revolucionario socialista como el nuestro, apunte a la satisfacción de las necesidades de las mayorías”, aseguró Nicolás Maduro en una entrevista con Ignacio Ramonet divulgada por los medios oficialistas este 1 de enero.
El pragmatismo parece imponerse. La necesidad obliga.