Daniel Gómez (ALN).- En 2023, Antonio Brufau abandonará la presidencia de Repsol. Se jubila, como ya lo han hecho Amancio Ortega, César Alierta y Francisco González. Cuatro empresarios que, junto al fallecido Emilio Botín, han escrito la historia económica de España y también han sentado las bases para que las empresas que abandonan sigan siendo competitivas.
Antonio Brufau, presidente de Repsol, se jubilará en 2023. Con su adiós se unirá a otros grandes empresarios españoles retirados como Amancio Ortega, fundador de Inditex; César Alierta, expresidente de Telefónica; y Francisco González, expresidente de BBVA; así como al fallecido Emilio Botín, expresidente de Banco Santander.
Son cinco hombres que han marcado época. La escena económica de los últimos 20 años en España -y también en Latinoamérica– no se entiende sin ellos. Con sus luces, con sus sombras, han consolidado sus empresas en el mundo, aunque para ello en ocasiones hayan tenido que transitar por arenas movedizas.
Y es que estos empresarios no sólo se van. No sólo se jubilan. También aportan una visión de futuro y una base sólida desde donde seguir. Dejan un legado sobre el que los sucesores pueden construir.
Antonio Brufau ya dibujó la Repsol del futuro
Brufau, de 71 años, dejará de presidir Repsol en 2023. Lo anunció el pasado miércoles, por lo que le quedan cuatro años para culminar su última gran operación: consolidarse como una empresa de energía y no como una petrolera.
De hecho, Repsol ya no es una petrolera puesto que la principal fuente de ingresos no es el petróleo, sino el gas. El gas ha sido el punto de unión entre Brufau y Evo Morales, presidente de Bolivia, con quien comparte una cercana relación. Y es que este país, famoso por sus reservas gasísticas, es uno de los principales mercados del grupo español, y en buena parte ha sido por el vínculo del directivo con el mandatario.
Brufau, quien ocupa la presidencia de Repsol desde 2004, también es conocido en Venezuela. Lo es porque dirige una de las principales petroleras del país, porque compartió limosina con el exgobernante Hugo Chávez y porque como dijo este febrero, “Repsol lleva 20 años en Venezuela y espero que cumpla otros 20 años más”.
Brufau quiere cuidar las relaciones con el país. Está convencido de que Venezuela cuenta con las mayores reservas de hidrocarburos del planeta. Siempre lo repite. Y esto es algo de lo que no se quiere desligar.
Vivió en carne propia lo que un gobierno en apuros le puede hacer a Repsol. El grupo, dirigido entonces por Alfonso Cortina, se hizo con el control de la estatal argentina YPF. Era 1999.
Sin embargo, cuando llegó Néstor Kirchner al poder, en 2003, este quiso ejercer control incluyendo en la directiva a socios de su agrado. Eso enturbió el ambiente en la directiva de Repsol, hasta el punto de que, en 2012, la entonces presidenta Cristina Fernández, esposa de Néstor Kirchner, necesitada de divisas, nacionalizó la actividad de Repsol.
La expropiación en Argentina fue un duro golpe para Brufau. Por eso cuida las relaciones con los gobiernos con los que trabaja. No quiere sobresaltos. Y mientras garantiza estabilidad, desarrolla la compañía: ahora, además de invertir en hidrocarburos, también invierte en energías renovables y centrales eléctricas. Un camino que no hace solo, sino que lo surca desde 2015 con quien se perfila como sucesor, Josu Jon Imaz, consejero delegado y desde entonces, responsable de todas las funciones ejecutivas de la compañía.
Amancio Ortega, el referente español
De Amancio Ortega, 83 años, se dice que todavía se deja ver por la sede de Arteixo para estar al tanto de los planes de Inditex. Sin embargo, el hombre más rico de España, el sexto más adinerado del mundo, con una fortuna de 66.500 millones de dólares, según la revista Forbes, parece confiado en la dirección de Pablo Isla.
Ortega le entregó a Isla la presidencia de la empresa más poderosa de España, y una de las más importantes de la industria textil, en 2015. Aunque su adiós fue gradual.
La historia de Inditex comienza en La Coruña. Allí, en 1975, Ortega abrió una tienda de ropa llamada Zara. Esta gustó y abrió otras enseñas por España. Una década después, Ortega creó Inditex a modo de paraguas: agrupó los negocios de Zara y sus plantas de fabricación para el mercado europeo. Esta nueva estructura, fundada en 1985, repercutió en más ingresos, más tiendas y la creación y compra de nuevas marcas.
Llegó el nuevo siglo y con él, una nueva aventura. En 2001, Inditex salió a Bolsa para lograr más financiación. El movimiento, como todos los anteriores, también fue un éxito. Desde ese momento, el precio de la acción de Inditex se ha quintuplicado (de 3 a 26 euros, como cotiza en la actualidad), aportando esto más capital a la empresa, y, en consecuencia, más capacidad para crecer.
Ortega llenó el mundo de tiendas de Inditex y dejó en manos de Isla el siguiente reto de la empresa: la expansión, pero esta vez, en el mundo digital. Mientras la dirección de la empresa avanza en este sentido, el magnate sacia su ansia emprendedora invirtiendo en inmuebles.
El último movimiento de Ortega es por todos conocidos: compró el edificio de la sede de Amazon en Seattle por 660 millones de euros, convirtiéndose así en el casero del hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, jefe de Amazon.
Francisco González le cambió la cara a BBVA
No está siendo una jubilación tranquila para Francisco González. Dejó BBVA a finales de 2018 y en enero de 2019 fue señalado como el responsable de una presunta trama de espionaje contra el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Por este escándalo renunció a la presidencia de honor de BBVA y a su participación en el consejo.
La acusación contra González, la cual ya está investigando la Justicia, generó una crisis reputacional en BBVA, el segundo banco más importante de España y ejemplo a seguir en Europa y en el mundo por su transformación digital.
Por lo anterior se dice que González fue un visionario. Dirigió la fusión entre BBV y Argentaria en 2000 para conformar BBVA. Poco después reafirmó el poder del banco en México al comprar Bancomer para convertir al país latinoamericano en su principal mercado.
González lideró la expansión internacional de BBVA, y también la transformación del banco en una “empresa de datos”. Es el camino a seguir y por eso todos los esfuerzos de la nueva directiva, presidida por Carlos Torres, van en esa dirección.
La visión de BBVA, que fue la visión que tuvo González, es la de convertir la entidad en una plataforma como hoy lo son Amazon, Netflix y Apple. Y es que el banquero está convencido de que en 20 años apenas quedarán bancos. Por eso insistió tanto en la transformación.
Alierta lideró la expansión de Telefónica
El éxito de Telefónica, la empresa de telecomunicaciones más importante de España y Latinoamérica, no se entiende sin César Alierta. El hoy presidente de la Fundación Telefónica fue quien convirtió a la teleco en gigante global.
Su gestión se puede resumir con un dato. Cuando Alierta llegó a la presidencia en el 2000, la mitad de los ingresos de Telefónica provenían del exterior. Cuando abandonó la presidencia en 2017, del extranjero provenía 87% de la facturación.
La internacionalización inmunizó a la empresa ante las crisis. La burbuja financiera que golpeó España en 2008 apenas hizo estragos en Telefónica. Y ahora se está viendo cómo Venezuela, antaño una filial importante, hoy es insignificante en los estados financieros, los cuales siguen arrojando beneficios multimillonarios.
A Alierta lo definen como un hombre valiente. Valiente cuando en 2004 compró los activos de la operadora estadounidense Bellsouth para asentarse en Latinoamérica. Valiente cuando compró la británica O2 por 26.000 millones de euros en 2005. Valiente cuando en 2010 pagó 7.000 millones de euros por Vivo para consolidarse como la firma líder en Brasil.
Alierta fue valiente y consiguió convertir a Telefónica en la gran teleco de Iberoamérica. A cambio, generó un monstruo: la deuda. Hoy de 41.785 millones de euros, que es lo mismo que la capitalización bursátil de la empresa. Un lastre para la gestión de José María Álvarez-Pallete, quien a su vez se aprovecha de la infraestructura construida por Alierta, para asociarse con gigantes como Amazon, Microsoft y Netflix.
Emilio Botín señaló el camino: Latinoamérica
Ana Botín tomó el testigo de su padre en Banco Santander de manera fortuita. Emilio Botín, el gran banquero español, murió de un infarto el 9 de septiembre de 2014. Poco después, la junta directiva decidió de manera unánime que la presidencia tenía que ser para su hija.
Botín fue la jefa de Santander Reino Unido en los años gloriosos de la filial. De hecho, cuando alcanzó la presidencia, imprimió un toque británico a la gestión del banco, empezando por el inglés, que sustituyó al español en las reuniones oficiales.
Se pensaba, por tanto, que el foco de Santander con Botín miraría más al mercado británico y europeo que al latinoamericano. Hay que recordar que su padre fue la imagen de la expansión de la banca en América Latina a finales de los 90, llegando a abrir operaciones en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Venezuela.
Salvo en Venezuela y Colombia, mercados de los que decidió salir Emilio Botín, el banco permanece en el resto de estos países. A destacar la presencia en Brasil, principal fuente de beneficios en la actualidad, y una renovada apuesta por México que ha llevado a la presidenta a reunirse personalmente con el mandatario Andrés Manuel López Obrador. El foco sigue en Latinoamérica, por lo que el legado de Emilio Botín continúa en Santander.