Zenaida Amador (ALN).- En la víspera de la convocatoria de Juan Guaidó a una sesión de calle de la Asamblea Nacional, a propósito de sus seis meses como presidente interino de Venezuela, unos 16 estados del país se quedaron sin energía eléctrica. Se trata del cuarto megapagón de alcance nacional que ocurre en Venezuela en lo que va de 2019 y se extendió por cerca de 12 horas.
Una vez más las autoridades no dieron detalles de lo ocurrido y se limitaron a señalar que “los indicios recibidos de la investigación en el Bajo Caroní orientan a la existencia de un ataque de carácter electromagnético que buscó afectar el sistema de generación hidroeléctrica de Guayana, principal proveedor de este servicio en el país”, según dijo el ministro de Información, Jorge Rodríguez. De inmediato procedió a suspender las actividades escolares y laborales para este 23 de julio.
Pasa en medio del proceso de negociación entre los representantes de Maduro y de Guaidó por mediación de Noruega, cuando se están explorando opciones para salir de la crisis política en Venezuela. Es decir, cuando el régimen de Maduro se encuentra bajo el escrutinio mundial.
Es el mismo patrón de los apagones anteriores. Nunca se ofrece información certera de lo ocurrido ni del alcance de los daños, tampoco de las medidas de reparación aplicadas. Luego, gracias a la información que se filtra a través de fuentes sindicales del sector eléctrico, se puede estimar la magnitud del deterioro y del esquema de “canibalización” de equipos y unidades que las autoridades aplican para tratar de mantener un precario suministro de electricidad en el país ante la destrucción del sistema y la falta de recursos para invertir en él.
Recientemente en ALnavío describimos esta situación. La demanda eléctrica nacional se estima en alrededor de 15.000 megavatios debido a la contracción económica y la diáspora, entre otros factores. Aun así, el sistema eléctrico nacional en su mejor estándar provee unos 14.000 megavatios, de los cuales 3.200 son de generación térmica y el resto provienen de la hidroelectricidad, a pesar de tener una capacidad instalada que debería proveer más de 34.000 megavatios.
En esta ocasión los expertos en el área apuntan a que una nueva falla en el sistema de generación hidroeléctrica en Guayana fue la causa del apagón, aunque todavía no se tiene precisión al respecto. En todo caso, las alertas ya existían debido a que se estaba forzando la transmisión eléctrica desde Guayana en las horas pico de consumo para garantizar el servicio en algunas áreas estratégicas del país, como Caracas.
Pero a los efectos del manejo político del caso por parte del régimen de Nicolás Maduro, el apagón ocurre a días de que un Sukhoi Su-30 venezolano “siguió agresivamente” a una aeronave estadounidense EP-3, como denunció el Comando Sur de Estados Unidos. Según esta versión, “el EP-3 estaba realizando una misión aprobada y multinacional en el espacio aéreo internacional sobre el Mar Caribe”, pero fue perseguida a una distancia que puso en peligro a la tripulación y a la aeronave, y que “subraya la imprudencia y el comportamiento irresponsable de Maduro, que socava el Estado de derecho internacional y los esfuerzos internacionales para contrarrestar el tráfico ilícito”.
La versión del chavismo es otra. El propio Rodríguez dijo que la aeronave estadounidense “se encontró sobrevolando la zona de información de vuelo de Maiquetía, en ese momento una aeronave venezolana cumple con el procedimiento para evitar el vuelo de esa nave no autorizada”. Se trató, según dijo, de otra incursión de aviones espías y de guerra estadounidenses que han violentado el espacio aéreo venezolano y sus regiones de información en 78 oportunidades este año.
De seguro este caso dará para alimentar el discurso de los funcionarios de Maduro.
Maduro recurre a la “canibalización” de equipos para surtir de gasolina y electricidad a Venezuela
Telón de fondo
Pero el apagón también ocurre mientras en el país quedan las reminiscencias de la reunión ministerial del Movimiento de Países No Alineados celebrada el fin de semana y mientras avanzan los preparativos para la XXV Reunión del Foro de Sao Paulo que tendrá lugar en Caracas desde este jueves, que son los dos grandes escenarios dispuestos por Nicolás Maduro para llenarse de manifestaciones de apoyo de sus aliados en su peor momento de deslegitimación, y tras quedar en evidencia sus reiteradas violaciones a los derechos humanos.
Pasa en medio del proceso de negociación entre los representantes de Maduro y de Guaidó por mediación de Noruega, cuando se están explorando opciones para salir de la crisis política en Venezuela. Es decir, cuando el régimen de Maduro se encuentra bajo el escrutinio mundial.
Justo ocurre el apagón cuando el Grupo de Lima comienza este martes en Argentina una reunión para analizar la situación venezolana, donde naciones como Colombia aprovecharán para plantear la necesidad de aplicar mayor presión al régimen por la vía de las sanciones.
Pero también se produce cuando Juan Guaidó ha llamado a las calles para hacer frente a una nueva etapa, quizá más cuesta arriba, de lucha contra un Nicolás Maduro que se resiste a abandonar el poder a pesar del costo que esto tiene para el país y para los venezolanos.