María Rodríguez (ALN).- Cuando Nayib Bukele, presidente electo de El Salvador, evalúe las relaciones diplomáticas con China, deberá estudiar los beneficios de aliarse con una potencia económica como la asiática, las consecuencias de que esta se inmiscuya o no en la política interna de El Salvador y los atractivos y riesgos de participar en la Nueva Ruta de la Seda. ¿Qué pesará más? Así opinan los expertos consultados por ALnavío.
El Salvador dio un vuelco en su política exterior en agosto de 2018. Rompió relaciones diplomáticas con Taiwán para establecerlas con China. ¿Se dará el camino de vuelta? El presidente electo de El Salvador, Nayib Bukele, tiene previsto evaluar estas relaciones para determinar si el país debería alejarse de nuevo de China. “No creo que lo haga por una cuestión tan obvia como es el tamaño y la potencia de la economía china”, explica en declaraciones al diario ALnavío Manuel Alcántara, catedrático de Ciencias Políticas y de la Administración de la Universidad de Salamanca.
Para Alcántara, “mantener relaciones con Taiwán es una anomalía”
Para Alcántara, “mantener relaciones con Taiwán es una anomalía”. Este experto se pregunta por qué el Gobierno salvadoreño (presidido actualmente por Salvador Sánchez Cerén) no tomó antes la decisión de abrir las relaciones con China, país que considera a Taiwán como una “provincia rebelde”.
“Siempre me pareció que El Salvador sería el primer país centroamericano que lo haría y sin embargo no fue así. La decisión innovadora la tomó el segundo gobierno de Óscar Arias, de Costa Rica”, añade el profesor.
En este sentido Alcántara insiste en que cree que no habrá ruptura con China. Y eso pese a que “Taiwán ha mimado mucho a esos pequeños socios haciéndoles ser casi privilegiados. Pero ello no puede contrarrestar el peso de China”, sostiene el experto.
Nayib Bukele vence en El Salvador pero no convence
Cabe recordar que sólo 17 países reconocen a Taiwán como nación. No obstante, la ruptura de El Salvador con Taiwán dejó varias dudas en el aire. “Se decidió verticalmente y sin mayores explicaciones, ni a nivel gubernamental ni institucional”, explica a este diario Karen Estrada, miembro de la Red de Politólogas y estudiante de Doctorado en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas.
Una de las pocas explicaciones que Sánchez Cerén presentó fue que El Salvador recibiría de China 150 millones de dólares no reembolsables en ayuda a programas sociales. Otra, las 3.000 toneladas de arroz para miles de salvadoreños afectados por una sequía.
Según publicó Bukele en Twitter en noviembre de 2018, China se comprometió a no inmiscuirse en asuntos de política interna. “Ahora envían 6 millones de toneladas de arroz precocido, que sólo puede usarse para regalar en medio de la campaña electoral oficial”, criticó Bukele, en ese momento candidato presidencial.
Ahí ya anticipó que revisarían las condiciones de la apertura de relaciones diplomáticas con China, “ya que evidentemente sí les interesa inmiscuirse en nuestra política interior”, apuntó. “Por eso negociaron con un Gobierno saliente, porque es más barato pagar una campaña electoral que ayudar en un quinquenio a desarrollar un país”, concluyó.
El Vicecanciller Chino se comprometió a no inmiscuirse en nuestras elecciones, así como nosotros no nos metemos en su política interior tampoco.
Ahora envían 6 millones de toneladas de arroz precocido, que solo puede usarse para regalar en medio de la campaña electoral oficial.
— Nayib Bukele (@nayibbukele) 8 novembre 2018
La Nueva Ruta de la Seda
Otro asunto clave en las relaciones diplomáticas entre El Salvador y China puede ser la Nueva Ruta de la Seda que perfila China y a la que ya se han sumado varios países de Europa, Asia, África y América Latina. “Esto puede convertirse en el inicio de la adhesión de El Salvador al llamado Cinturón y Ruta de la Seda, ya que es la premisa actual del Gobierno chino para cooperar con el mundo”, apunta Estrada. La politóloga afirma que “puede parecer atractivo en términos de infraestructura, como la posibilidad de reactivar el puerto salvadoreño de La Unión”.
Ahora bien, “no hay que dejar de lado lo sufrido por otros países ya adheridos a la Ruta como Sri Lanka por las medidas en las que se ha realizado la ejecución de tal acuerdo, provocando deudas importantes que menoscabarían los beneficios observados en un inicio”, explica Estrada.
En este sentido, “si el presidente electo decide seguir el acuerdo con China, es importante que se evalúen medidas de diversa índole aparte de las económicas, como las de protección al medio ambiente, las condiciones laborales y los compromisos a nivel político”, afirma la politóloga.
¿Qué le conviene más a El Salvador?
“Lo que le conviene al país es que el nuevo Gobierno revise de manera minuciosa el actual acuerdo con China en todos los niveles: económico, político, social, ambiental, y poner en la balanza costos y beneficios no sólo de manera inmediata, sino a mediano y largo plazo. Sólo así podrá tomar la decisión de seguir adelante o retomar las relaciones con Taiwán”, aconseja Estrada.
En esta evaluación de las relaciones, “una de las ventajas es que el presidente electo plantea un Gobierno que promulga sacar adelante el país por encima de ideologías político-partidarias, lo que supondría una decisión fuera de intereses inmediatistas (y partidistas)”, concluye la politóloga.