(EFE).- Al acuerdo final en una Cumbre del Clima, hay que sumar los sucesivos convenios que van anunciándose a lo largo de su desarrollo y que suelen ser bastante más concretos pero, en la COP27, el número y la importancia de estos pactos sectoriales no han destacado respecto a ediciones anteriores.
Bien es verdad que a las dificultades habituales -encontrar intereses comunes, resistir el impacto de los «lobbies» o diseñar fórmulas compensatorias justas, entre otras- se sumaron dos factores que han agravado la situación en la que podría también denominarse como cumbre de las ausencias, no tanto por el número como por la importancia de los ausentes.
El primero de ellos es el recrudecimiento del conflicto armado que enfrenta a Rusia con Ucrania y, por extensión, con EEUU y Europa Occidental que apoyan económicamente y con armamento al régimen de Kiev.
Esta guerra, que comenzó en realidad en febrero de 2014 pero no parecía preocupar demasiado a Occidente hasta que las tropas rusas invadieron Ucrania ocho años más tarde en febrero de este mismo año, ha provocado la ausencia de Rusia en las negociaciones climáticas, así como la de China e India, dos de los países más contaminantes del mundo, geopolíticamente más escorados hacia Moscú que hacia Washington y Bruselas.
El segundo factor es la monumental crisis energética y de productos básicos creada alrededor de este enfrentamiento militar, que amenaza con colapsar la economía occidental y ha provocado ya decisiones impensables hace tan sólo un año como la tomada por Alemania de recuperar sus instalaciones nucleares para no paralizar su industria.
Algunos ejemplos de acuerdos en la COP27
Este marco general explica la limitada ambición climática de los participantes en esta Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP) respecto a ediciones anteriores.
Más allá de la arduas negociaciones respecto al acuerdo de pérdidas y daños, los convenios más llamativos en esta COP27 son, así, ampliaciones de los planteados en ediciones anteriores.
Por ejemplo, en relación con la mitigación climática, el de ‘Accelerating to Zero (A2Z)’ declara el compromiso de más de 200 países, regiones y fabricantes, entre otros actores, para, tal y como indica su nombre, acelerar hacia un transporte cero emisiones, eliminando la venta de automóviles y furgonetas de combustión a partir de 2035.
Lo cierto es que no es algo novedoso, sino una ampliación de la declaración sobre los vehículos cero emisiones que se firmó el año pasado en la COP26 de Glasgow y a la que ahora se han sumado España y Francia, aunque siguen fuera los otros grandes productores de coches del mundo como China, EEUU, Japón, India, Corea del Sur o Alemania, entre otros.
«Texto reciclado»
El A2Z complementará en todo caso otros acuerdos previos, como el que tomó la UE el pasado mes de octubre, cuando Consejo, Comisión y Parlamento Europeos anunciaron su intención de prohibir en su territorio la venta de turismos y furgonetas nuevos con motor de combustión a partir de 2035.
Otro ejemplo de «texto reciclado» es el de la alianza global para reducir las emisiones de metano, en al menos un 30 % para 2030 respecto a los niveles de 2020.
Es la forma más rápida de reducir el calentamiento a corto plazo según el enviado especial de EEUU, John Kerry, quien se felicitó de que el grupo alcanzara ya los 150 países pero…, sin China, India, ni Rusia.
La cumbre también ha aportado compromisos particulares de los países participantes y alianzas más pequeñas pero que pueden tener un impacto significativo, como la propuesta conjunta de Colombia y Venezuela de constituir un fondo contra la deforestación amazónica.
La propuesta de Lula
El gobierno de Brasil no la ve con malos ojos, y de hecho el recientemente elegido presidente brasileño Luis Inácio Lula da Silva postuló la Amazonía brasileña como sede de la COP30 que de acuerdo con el turno rotatorio oficial corresponderá organizar a un país del área caribeña e iberoamericana en 2025.
Sin embargo, Lula da Silva también anunciaba su intención de potenciar la industria petrolera a través de la empresa estatal Petrobras, por lo que su posición resulta cuando menos contraditoria.
La presencia de representantes de empresas de combustibles fósiles es un dato que irrita, especialmente, a ong y asociaciones conservacionistas: según Global Witness, hay cerca de 640 delegados de estas compañías, 100 más que en la COP26 de Glasgow, más que cualquiera de las delegaciones nacionales de África.
Al final, la queja generalizada respecto a los resultados de las cumbres del clima siempre es la misma: muchas buenas palabras, pocos buenos hechos.