Moris Beracha (ALN).- En los últimos años se habla de la cuarta revolución industrial. Hay economistas que la consideran ya como un proceso histórico y la frase dio origen al título del libro de uno de los fundadores del Foro Económico Mundial, el alemán Klaus Martin Schwab, quien la describe como un proceso marcado por la tecnología, lleno de oportunidades pero también de dilemas.
Podríamos decir que esta nueva era, la de la cuarta revolución industrial, prácticamente se inicia con el siglo XXI. Tenemos la primera, que se dio entre los siglos XVIII y XIX, cuando el trabajo predominantemente era artesanal y manual; la segundo dio paso a la máquina en la primera mitad del siglo XIX, la que se conoce formalmente como revolución industrial por la aparición de la producción fabril y la manufactura en masa; la tercera apareció a mediados del siglo XX gracias a la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones.
¿Qué implica esa cuarta revolución industrial? El Foro Económico Mundial prácticamente se ha convertido en el principal promotor de esta idea o de esta era, aprovechando que anualmente sirve de punto de encuentro en Davos de líderes políticos, empresariales y académicos.
Según el Foro Económico Mundial esta revolución “representa un cambio fundamental en la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos”
De acuerdo con lo que dice la gente del FEM, esta revolución “representa un cambio fundamental en la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos”, “es un nuevo capítulo en desarrollo humano, habilitado por avances tecnológicos”, “la velocidad, amplitud y profundidad de esta revolución nos obligan a repensar cómo deben desarrollarse los países, cómo las organizaciones crean valor e incluso qué significa el ser humano”.
De los aspectos que implica esta era, nos llama la atención lo que el FEM define como la disrupción empresarial. En ella la comunicación digital determina la nueva forma de relación entre las compañías -sean públicas o privadas- y sus clientes, consumidores o audiencias.
Esta disrupción tiene su consecuencia en el empleo porque en las anteriores revoluciones se necesitaban hasta décadas para la capacitación y esos tiempos se recortan en el mundo actual, lo que obliga a las empresas a ser más activas en el proceso de formación y gestión del talento humano.
En este sentido, las alianzas de una empresa con las universidades o con centros tecnológicos son en la actualidad un elemento medular del negocio, ya no se trata de un acto de filantropía sino un punto fundamental de la sostenibilidad de un negocio.