Aníbal Romero (ALN).- La llegada reciente de varios aviones militares rusos al aeropuerto de Maiquetía, transportando un centenar de oficiales y técnicos así como una carga de materiales no identificada, me incentiva a abordar el tema de la relación entre Moscú y el régimen venezolano. Lo haré en función de estas preguntas: 1) ¿Qué pretende Moscú?, ¿cuáles son sus objetivos? 2) ¿Se está incubando acaso una crisis parecida a la de 1962 en Cuba? 3) ¿Entienden cabalmente los militares venezolanos lo que se está planteando?
Me parece evidente que Moscú utiliza a Venezuela como un peón del ajedrez geopolítico, con el propósito de antagonizar en lo posible a Estados Unidos y de tener otra carta bajo la manga, en el contexto de una disputa de carácter global. Sólo en segundo lugar aspira Moscú a beneficiarse económicamente de las oportunidades que se ofrecen. Vladimir Putin ha estado dispuesto a sacrificar importantes recursos financieros y de otro tipo para preservar su influencia en Venezuela, influencia que se vincula igualmente a la continua protección de sus aliados cubanos.
Dicho en otras palabras, el objetivo de Moscú no es, de manera prioritaria, cobrar lo que se le debe, aunque desde luego buscará lograrlo. El objetivo clave es de naturaleza estratégica. No obstante, tal propósito se ubica en un contexto muy distinto al que llevó a la Crisis de los Misiles en 1962. Lo interesante y a la vez intimidante del asunto es que, hoy como ayer, y considerando las especificidades de cada situación, la actitud de Moscú genera significativos riesgos de que el azar, las fallas de cálculo político, y las percepciones erradas acerca de las intenciones y capacidades de los factores en pugna, lleven a una crisis de proporciones mayores a las que ahora pueden concebirse.
Me parece evidente que Moscú utiliza a Venezuela como un peón del ajedrez geopolítico, con el propósito de antagonizar en lo posible a Estados Unidos y de tener otra carta bajo la manga, en el contexto de una disputa de carácter global. Sólo en segundo lugar aspira Moscú a beneficiarse económicamente
He argumentado en otro escrito que el régimen venezolano y sus principales conductores avanzan motivados por diversos impulsos, pero sin duda uno de ellos es una vocación de riesgo, una decisión de sobrevivir a toda costa, y una dinámica nihilista, una pulsión que les empuja hacia los bordes del abismo y de la nada. Tales impulsos se están haciendo de nuevo patentes, de una manera cada hora y cada día más intensa.
En tal sentido, cabe recordar lo siguiente: La Crisis de los Misiles o de los Cohetes de 1962 ocurrió en el marco de la Guerra Fría, en tiempos en que el balance de poder nuclear entre las dos superpotencias, Estados Unidos y la URSS, constituía pilar esencial del balance estratégico y la estabilidad geopolítica internacional. No es posible en estas notas entrar en detalles acerca de las raíces y resultados de esa confrontación, que colocó a Washington y Moscú al borde del apocalipsis nuclear. Baste señalar que al contrario de lo que muchos todavía piensan, lo que Moscú buscaba entonces, al tratar de desplegar decenas de misiles de alcance medio en Cuba, no era en primer término defender a Fidel Castro y su régimen, aunque desde luego ello iba incluido en el “paquete”. El objetivo clave era restaurar un balance nuclear que se había roto de modo muy significativo a favor de Estados Unidos.
En ese orden de ideas, el despliegue de misiles de relativo corto alcance, que eran los que Moscú para ese momento poseía en cantidades sustanciales, en el portaviones estático cubano del Caribe, habría permitido a la URSS reponer las cosas a un nivel aceptable de un solo golpe, por sorpresa y sin gastos extraordinarios, amenazando a su adversario a sólo 90 millas de su territorio continental.
Tener esto presente es clave para apuntar que, de un lado, representaría una inmensa e imperdonable irresponsabilidad por parte de Putin y los dirigentes militares rusos, repetir un desafío semejante al de 1962 ante Washington, desplegando otra vez armas ofensivas en el hemisferio occidental y el territorio venezolano. No hace falta que sean armas nucleares, de paso. Basta con que se trate de armamentos y bases capaces de amenazar a Estados Unidos desde nuestro propio hemisferio. No creo que los actuales movimientos de Putin tengan ese objetivo. No todavía. No obstante, las limitadas acciones que hasta el presente viene realizando Moscú en Venezuela tienen gran potencial de desencadenar severas y costosas consecuencias, tanto para nuestro país como para la región en su conjunto, y quizá aún más allá. Lo afirmo por las siguientes razones:
Putin juega con candela
1-Moscú está respaldando un régimen que a todas luces experimenta un muy grave deterioro, posiblemente ha entrado en su etapa final, se sostiene gracias a la represión, la tortura y la muerte, ha causado la destrucción del país, es repudiado por la mayoría de la población y de la comunidad interamericana, y por lo tanto produce inestabilidad en todos los órdenes.
2-Si bien a Moscú puede interesarle, en teoría, la inestabilidad en el hemisferio para antagonizar a Washington, el Presidente estadounidense no es Barack Obama sino Donald Trump, quien ha manifestado su férreo compromiso de poner fin al régimen que oprime a los venezolanos. Trump puede aumentar los montos de la apuesta por Venezuela de manera rápida y brutal, bastante más allá de lo que un cálculo racional lo aconsejaría como apuesta viable a Rusia.
3-La ayuda militar que Moscú está prestando a Nicolás Maduro, aparte de la chatarra vendida a los militares venezolanos estos pasados años, no es y no será jamás suficiente para resistir una acción de fuerza importante por parte de Estados Unidos. Sin embargo, dicha ayuda puede “marear” a los dirigentes civiles y militares del régimen, haciéndoles creer que cuentan con recursos para derrotar al “Imperio”, y de pronto colocando a Rusia en una encrucijada para la que no creo que esté dispuesta y en la que se hallaría en seria desventaja, debido a la distancia geográfica y la disparidad estratégica vigentes.
El comunismo chavista no tiene ningún aprecio por la vida
4-Los cubanos se han encargado de desmembrar a las fuerzas militares venezolanas, afectando las cadenas de comando, comunicación, operaciones y suministro. Esto lo han hecho a objeto de dificultar la coordinación de los diversos componentes y bases, y de ese modo obstaculizar un golpe de Estado. Ahora bien, lo que sirve para detener una amenaza interna al régimen se aplica, pero negativamente, contra una potencial amenaza externa. Unas fuerzas armadas como las venezolanas de hoy, con 2.000 generales y quién sabe qué otros tantos oficiales de alto rango, constituyen una verdadera maraña de confusión. Sus experiencias en el mundo árabe y África deberían haber enseñado algunas lecciones a Moscú, pero no lo aparenta.
5-Ciertamente desconozco la situación interna, a nivel operacional, del sector castrense venezolano. Pero resulta muy difícil suponer que un ejército de un país del Cuarto Mundo (ámbito de la Venezuela actual) logre ubicarse en otro plano que el resto de la sociedad. Sería trágico, sería criminal, empujar a las fuerzas militares venezolanas a una situación de combate real a gran escala. Los miembros del régimen que hablan por TV y se jactan al respecto son unos irresponsables, y algún día tendrán que responder por su delirio suicida.
6-Si llevan las cosas demasiado lejos, por falta de comprensión de lo que está en juego, por ánimo de riesgo, por cálculos errados, por percepciones equivocadas acerca de la realidad venezolana (y de Estados Unidos), Putin y los suyos podrían comprometer también a sus aliados cubanos, a los que Trump les tiene la vista encima, como ya lo ha venido advirtiendo.
Moscú no quiere otra Crisis de Cuba, esta vez en Venezuela, pero está corriendo unos riesgos tales que bien podría verse envuelto en un enorme lío geopolítico. Las debilidades de Rusia son palpables, y pretender superarlas tan sólo mediante la audacia política y el riesgo militar es tremendamente peligroso, en especial, insisto, porque Trump no es Obama
Insisto: Moscú no quiere otra Crisis de Cuba, esta vez en Venezuela, pero está corriendo unos riesgos tales que bien podría verse envuelto en un enorme lío geopolítico. Las debilidades de Rusia son palpables, y pretender superarlas tan sólo mediante la audacia política y el riesgo militar es tremendamente peligroso, en especial, insisto, porque Trump no es Obama.
Desde luego, el mayor peligro se cierne sobre Venezuela y los venezolanos, arrastrados al barranco por un desgobierno movido por la insensatez y el odio, empantanado en la crueldad, deshumanizado y completamente fracasado en las metas que una vez dijo tener. No es una dictadura; es peor que eso: es una tiranía enloquecida que supera el oprobio.
Putin está jugando con candela en Venezuela. Lo más probable es que se queme.