Juan Carlos Zapata.- La operación de Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y el general Vladimir Padrino López se venía diseñando desde hace semanas. Lo que no se esperaba es que la puesta en escena se hiciera de una forma tan burda. Ante el mundo quedaron en evidencia las alcabalas policiales y militares, el bloqueo al recinto parlamentario para impedir el paso de Juan Guaidó y los diputados que lo respaldan, la violación del reglamento interno del Parlamento, el uso de un grupo de parlamentarios mercenarios y corruptos para integrar la directiva ilegítima, el modo en que se procedió a la juramentación y la actitud clara de que los diputados comprados por el régimen recibían instrucciones precisas de lo que debían hacer y deben seguir haciendo una vez posicionados en los cargos. El próximo paso será que el Tribunal Supremo de Justicia sentenciará que esa directiva y esa Asamblea Nacional son las legítimas.
Nicolás Maduro repite la apuesta del 10 de enero de 2018. Cuando se juramentó como presidente ante el Tribunal Supremo de Justicia creía que todos los costos políticos estaban calculados. Pero entonces se encontró con que la comunidad internacional no lo reconocía y lo declaraba ilegítimo, producto de unas elecciones fraudulentas. Y sigue siendo ilegítimo. Desde este lunes 5 de enero es más ilegítimo. Maduro sube la apuesta. Monta una operación cuya consecuencia es un golpe de Estado. Y la constitución de una Asamblea Nacional ilegítima. Con una directiva ilegítima. A la que reconoce. Solo él. ¿Qué puede pasar?
El libreto lo explicó Maduro ayer mismo:
No fue el partido del régimen, el PSUV el que se rebeló contra Guaidó sino diputados de la misma oposición.
No es el PSUV el que se apoderó de la directiva sino diputados de partidos como Copei, Primero Justicia, AD y Voluntad Popular.
La rebelión contra Guaidó procedía porque, dijo, a este no lo quiere nadie, lo repudia el país y es un corrupto.
Que ya venía cuajando esa rebelión y que Guaidó iba a ser sustituido con los votos de la misma oposición.
Que hasta un diputado buscado por la justicia como Juan Pablo Guanipa fue el primero que entró a pesar del dispositivo de seguridad e hizo quorum.
Que toda la fracción de AD entró. Que de los primeros en estará ahí, el expresidente de la AN, Henry Ramos Allup.
Que Guaidó si no entró es porque no tenía los votos. Que es un cobarde, que no dio la cara.
Que Venezuela fue testigo que diputados de la oposición y líderes regionales venían repudiando a Guaidó por corrupto.
Que hay una nueva junta directiva y “veremos ahora qué pasa”.
Que tienen los videos y las pruebas de lo que pasó.
Que Juan Guaidó es hoy expresidente de la AN.
Los próximos 30 días son cruciales para el liderazgo de Juan Guaidó y la Asamblea Nacional en Venezuela
El plan subsiguiente de Maduro, Cabello y Padrino López, está expuesto. Esto es lo que viene:
La mesa de diálogo con la oposición minoritaria continúa. Se reúnen este mismo Día de Reyes.
De esa Asamblea Nacional ilegítima con la junta directiva ilegítima y de esa mesa de diálogo, saldrá el nuevo Consejo Nacional Electoral, CNE.
Y ese CNE va a convocar las elecciones parlamentarias.
Y, por supuesto, el pronóstico de Maduro es que el chavismo ganará. Mejor dicho, va a arrasar al obtener 104 diputados.
Maduro sube la apuesta:
Hay que repetirlo, a la dictadura no le interesan las formas. Pero:
Ha secuestrado a la Asamblea Nacional.
Por supuesto, será una Asamblea Nacional que tampoco reconocerá la comunidad internacional.
Todo acto o decisión que emane de esta AN no será reconocido.
Ni siquiera Argentina la reconocerá. Alberto Fernández viene manifestando críticas abiertas al régimen.
Ni siquiera las multinacionales petroleras confiarán en las decisiones que dicte para legalizar la privatización de las operaciones.
Ni siquiera los organismos internacionales la considerarán legítima y girarle créditos, por ejemplo.
Maduro secuestra la AN para designar un CNE a su medida.
Pero un CNE que no generará confianza.
Ni hará unas elecciones libres.
Lo cual indica que Maduro no quiere elecciones limpias. No puede. Le teme.
La consecuencia es que a la nueva AN que resulte electa le va a ocurrir lo de la Asamblea Nacional Constituyente: saldrá de un proceso fraudulento.
Y no será reconocida.
Está visto que Maduro, así como rompió la negociación en la que mediaba Noruega, tampoco quería que la AN legítima designara el nuevo CNE.
Maduro lo que ha logrado es despertar de nuevo en su contra a la comunidad internacional.
Los países con dudas, ya no podrán tenerlas, sobre el carácter y el propósito del régimen.
Maduro ha logrado reactivar el Grupo de Lima.
Y Maduro pone en acción un nuevo libreto en los Estados Unidos. Ya se verá.
Maduro le ha brindado argumentos a la Unidad en torno a Guaidó.
Y este golpe de Estado puede activar otra dinámica en la política interna.
Maduro, Cabello y Padrino López, han actuado confiados. Lo han hecho varias veces. Y consideran que siempre será igual.