Beatriz de Majo (ALN).- La jefa de la diplomacia comunitaria europea, Federica Mogherini, dejó tres cosas bien claras con respecto al régimen de Nicolás Maduro al finalizar la reunión de ministros de la Unión Europea.
Llegó la hora esperada en que las condiciones para una salida del gobierno de Nicolás Maduro hacia la democracia que se ansía para Venezuela las pone la oposición.
Es por ello y no por otra cosa que la jefa de la diplomacia comunitaria europea, Federica Mogherini, dejó tres cosas bien claras ante el mundo al finalizar la reunión de ministros de la Unión Europea.
–La primera, que Europa no está revisando las sanciones impuestas a los violadores de los Derechos Humanos en Venezuela.
–La segunda, que Europa considera que no existen condiciones para una mediación ni tampoco para un diálogo en Venezuela.
–Y la tercera, que Europa está en la vía de explorar algún género de grupo de contacto que facilite el proceso político de vuelta a la democracia.
Que quede bien claro que está proscrita la vía de un diálogo, palabra a la que la oposición venezolana le tiene ojeriza por haber comprobado en carne propia y en más de una ocasión, que los tales “diálogos” bipartitos sólo han servido para que el Gobierno gane tiempo mientras se burla olímpicamente de la oposición y de sus exigencias.
Es que las cosas han cambiado de unas semanas a esta parte y se está configurando un escenario en el que en cualquier tratativa entre oposición y Gobierno, quien pondrá los puntos sobre las íes serán los civiles de la oposición y no el narco-gobierno militar.
Las razones están a la vista y son más protuberantes que nunca. El Gobierno no tiene una salida airosa para las crisis creadas por él mismo. El país está depauperado, PDVSA no tiene margen alguno para recuperarse ni para proveer ingresos. La comunidad de países, con contadas excepciones, ha estado imponiendo sanciones a los violadores de Derechos Humanos en el Gobierno y casi todas las naciones de algún peso internacional están apoyando medidas económicas para no facilitarle la vida a quienes quebraron y hambrearon el país, lo convirtieron en un lugar en donde impera el crimen y la corrupción alcanza a todo el alto y medio Gobierno. Pero no sólo es eso. El éxodo de venezolanos es tan masivo y grosero que no es posible ignorarlo por los muchos problemas que ocasiona a países limítrofes y a otros y por simples motivos humanitarios.
Por todo lo anterior, por el hecho de que el Gobierno se ha puesto a sí mismo contra las cuerdas, es que debemos considerar, esta vez sí, la posibilidad de acercarnos a proponer en cuáles condiciones queremos efectuar una transición hacia un país libre. Porque es que hacerlo sin hablar es imposible.
Condiciones y exigencias
De nuestro lado, es decir, del lado de la oposición, también debe haber condiciones que cumplir. La primera es presentarse con una sola voz, y una determinación inamovible a la exclusión de favoritismos egoístas. La segunda es tener preparado un plan consistente en lo económico y financiero, inclusivo en lo social, de apertura en lo internacional y de sindéresis en el terreno de la justicia, para el rescate del país.
La primera exigencia a la tiranía que nos gobierna debe ser el abandono de la propuesta peregrina de la formulación de una nueva Constitución desde la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), seguida de la solicitud sine qua non de la liberación de todos los presos políticos, y complementado lo anterior con el nombramiento de un Consejo Nacional Electoral (CNE) totalmente independiente.
Casi todas las naciones de algún peso internacional están apoyando medidas económicas contra quienes quebraron el país
Esas y otras exigencias -que no peticiones- tienen que ser puestas sobre la mesa antes de que ningún grupo de contacto se establezca.
Si el gobierno de Nicolás Maduro no está dispuesto a bailar al son de la música que toquen los flautistas de la libertad, los procesos que están en marcha seguirán su ineluctable paso. El resultado para los revolucionarios será el destrozo total del país que tienen entre las manos. A ello seguirá el rechazo de propios y ajenos y la fractura inevitable de sus líderes en grupos que se sacarán los ojos. Y poco más adelante en el camino, deberán asumir la prisión para los violadores de los derechos ciudadanos y las sanciones contra los corruptos que saquearon el país.
Sí, señora Mogherini, exploremos una vía, porque en esta ocasión ya sabemos quién es el que sostiene la sartén por el mango.