Moris Beracha (ALN).- La revolución de las ideas es un proceso que no cesa, está en continua evolución y se hace cada vez más veloz. De allí que en la actualidad es perfectamente posible crear reproducciones de objetos sólidos a través de una impresora 3D en nuestra propia casa.
La tecnología es capaz de transformar un archivo de segunda dimensión (2D) en uno de tercera dimensión (3D) con el objetivo de crear piezas o maquetas volumétricas. Sí, se trata -en pocas palabras- de hacer un sueño que todos teníamos desde niños: ser capaces de imprimir objetos sólidos tridimensionales.
Gracias a esta técnica, el campo del diseño está viviendo una revolución al abaratar sus costos. Estos cambios van desde el diseño industrial con la elaboración de piezas aeroespaciales hasta manufacturas en masa como el calzado. No podemos dejar a un lado el impacto que la impresión 3D está teniendo incluso en oficios como la artesanía, permitiendo la elaboración de joyas.
Pero, ¿qué es la impresión 3D? La técnica consiste en un proceso de adición en capas de un material termoplástico, cuyas versiones más comunes son el ABS y el PLA, ambos maleables al aplicar calor. Estos son mucho más frecuentes en impresores 3D sencillas; mientras que las más sofisticadas utilizan materiales costosos como las resinas, los fotopolímeros y hasta metal.
La tecnología es capaz de transformar un archivo de segunda dimensión (2D) en uno de tercera dimensión (3D) con el objetivo de crear piezas o maquetas volumétricas
El desarrollo de esta tecnología ha alcanzado avances que no se imaginaban en tan corto tiempo como la Casa Origami, que no es otra cosa que un módulo habitacional que se construyó con 16 piezas impresas en 3D y que fueron ensambladas en tres meses por 70 millones de euros, tal y como reportaron las noticias.
Pero el campo de las impresoras 3D tiene ya rato experimentando en otras áreas. Recientemente leí una entrevista al presidente de MyHumanKit, un emprendimiento que se encarga de crear manos biónicas con impresoras 3D para que cualquiera, y especialmente una persona con discapacidad, pueda construirse su propia prótesis a un precio menor de 200 euros.
Hace dos años en la reunión del World Economic Forum en Davos, se insistió mucho en el impacto de la cuarta revolución industrial, en la que se incluyen los avances en la inteligencia artificial, robótica, nanotecnología, genética, biotecnología y la impresión en 3D. Ya entonces se veía que la industria de la tecnología 3D sería una explosión que cambiaría algunos modelos económicos y sociales.
Tales cambios incluyen nuevas oportunidades para emprendimientos que está trasformando los modelos de negocio tradicionales y adaptándolos a nuevas necesidades, pero también implican un cambio de paradigma para el campo de la ingeniería. Los profesionales de esta rama tendrán que adaptarse más a pensar en el diseño del producto 3D y mucho menos en la funcionalidad.
Gracias a esta técnica, el campo del diseño está viviendo una revolución al abaratar sus costos. Estos cambios van desde el diseño industrial con la elaboración de piezas aeroespaciales hasta manufacturas en masa como el calzado
Es un hecho que aquellos especializados en el diseño 3D están siendo mucho más reconocidos salarialmente que los ingenieros tradicionales. Al mismo tiempo los costos de producción están descendiendo de manera importante a medida que la tecnología 3D sigue avanzando. Incluso el precio de impresoras ha ido en caída con la finalidad de hacerlas mucho más accesibles
Las noticias que nos llegan es que empresas tan tradicionales como General Electric están adaptándose y utilizan técnicas de las impresoras 3D para fabricar componentes que emplea la NASA.
Sin embargo, no todo está fluyendo con normalidad. Cuando se piensa en la posibilidad de que las impresoras 3D sean utilizadas -como de hecho ya comienza a hacerse- en el campo de los alimentos y las comidas preparadas, hay quienes expresan rechazo. El solo hecho de pensar que algunos platos tradicionales podrán ser reproducidos exactamente igual pero con materia prima diferente abre el debate sobre el impacto en la salud de los seres humanos.
Por lo pronto en Japón se avanza en la idea de poder viajar sin equipaje, pensando que bastará con una impresora portátil 3D que solucione necesidades básicas como el vestido, los dispositivos electrónicos y artículos de cuidado personal.