Pedro Benítez (ALN).- Tal como estaba previsto la Comisión Nacional de Primaria designada por la opositora Plataforma Unitaria (PU), por boca de su presidente, el Dr. Jesús María Casal, anunció el cronograma respectivo de sus actividades que deberían culminar con la elección del candidato presidencial de ese sector político el próximo 22 de octubre. Cualquier observador medianamente objetivo deberá admitir que el anuncio, así como la difícil labor encomendada a los miembros de la mencionada comisión, han despertado expectativas positivas en las filas opositoras venezolanas e incluso, a juzgar por los estudios de opinión que comienzan a difundirse, en un sector muy importante de la población.
Con toda seguridad esto se deba al prestigio personal de los ciudadanos que la componen, empezando por el propio Dr. Casal que, aunque pocos conocidos para el gran público, se les percibe como ciudadanos honorables, no manchados por el canibalismo político que ha caracterizado las disputas entre los dirigentes opositores venezolanos durante la última década. Pero también, porque entre la base opositora, y buena parte del país que desea un cambio político, ha calado la idea de que la Primaria es el mejor y más legítimo mecanismo democrático que puede usarse a fin de resolver el tema de la Unidad opositora, requisito que se considera imprescindible para derrotar las pretensiones reeleccionistas de Nicolás Maduro en 2024.
Sin embargo, esta idea pasa por alto un detalle fundamental: Venezuela se encuentra institucionalmente en la antípoda de Suiza. Es decir, este país NO es una democracia donde los derechos y garantías ciudadanos estén garantizados escrupulosamente; en Venezuela hay que luchar por reconquistar esos derechos y garantías. Esa es la lucha. Ese debería ser el propósito central de todo movimiento opositor democrático en el país.
Como botón de muestra de esto tenemos que el mismo día que la Comisión Nacional de Primaria (CNP) hizo su anunció, el diputado, primer vicepresidente del oficialista PSUV, y cabeza más destacada del ala radical del chavismo, Diosdado Cabello, aseguró que: “Aquí no va a haber primaria, esto es una forma de ganar tiempo”.
La afirmación la hizo en el marco del noveno aniversario del programa de televisión que conduce, donde le acompañó, y no por casualidad, el jefe del Estado, Nicolás Maduro.
La aseveración o pronóstico de Cabello fue expresado en términos de quien subestima a sus adversarios. No habrá primaria porque la oposición sencillamente no se pondrá de acuerdo entre ella misma. Digamos que, por lo momentos, aquí tiene un punto. Ciertamente, para que la Primaria se dé tal como está planteada, con amplia participación y resuelva el tema de la unidad opositora (que es su propósito inicial), debe haber un acuerdo político entre los participantes que hasta ahora no hay. De hecho, María Corina Machado, favorita inicial en las encuestas, está haciendo uso de temas fundamentales para la organización de esa consulta, como lo son el voto de los venezolanos en el exterior y la asistencia técnica del CNE, para “polarizar” con el resto de los precandidatos. Con la “falsa oposición”. Según ella lo ha explicado, no desea acordar una política común con el resto de los participantes en la Primaria, sino imponer SU política. Recordemos que no es la primera vez que consigue algo parecido, la ya lo hizo en la hoy poco recordada consulta del 16 de julio de 2017, que terminó siendo otro de los autogoles que se hizo la dirigencia opositora porque se embarcó en una política que no tenía materialmente cómo hacer realidad.
Tentación de sabotaje
De modo, que como persona bien informada de los avatares de la política doméstica, Cabello debe estar apostando a eso. Sin embargo, tampoco seamos excesivamente inocentes; su pronóstico, viniendo de quién viene y del poder que tiene, también es una amenaza velada. Después de todo, el oficialismo venezolano puede, cuando quiera, inventarse cualquier recurso y recurrir a cualquier excusa para detener la Primaria, tal como hizo con el intento de convocar el referéndum revocatorio en 2016. Tampoco se resistirá a la tentación de sabotearla desde adentro y desde afuera manipulando a alguno de sus participantes. No hay nada nuevo bajo el Sol en sus estrategias.
Si el amable lector quiere repasar el conjunto de oportunidades, debilidades y amenazas que implica, y acompañará, la Primaria, le recomendamos ver la última edición de “Con El Mazo Dando”, ese programa de actualidad y variedades que transmite todas las semanas Venezolana de Televisión.
Es claro que el alto mando político del oficialismo no desea que esa primaria ocurra. Por lo momentos apuesta a que no ocurra ahogada en las contradicciones del sector que la convoca y que eso le ahorre la necesidad de impedirla. Sin embargo, no hay que olvidar nunca este último aspecto.
¿La reelección de Maduro? Cuesta arriba
Por lo pronto, y a juzgar por la puesta escena del citado programa televisivo, los dos principales dirigentes del oficialismo mostraron, una vez más, una imagen de unidad que contrasta con las diatribas opositoras. Ese simbolismo, en estos momentos, tampoco es una táctica novedosa. Cada vez que Maduro y Cabello ven señales de que su poder puede estar amenazado se presentan como monolítica y uniformemente unidos, disipando cualquier rumor o apariencia de diferencias o agendas cruzadas. Y ellos saben, porque también tienen sus propias encuestas, que el intento de reelección de Maduro está bien cuesta arriba. Si desde la oposición surge una candidatura con suficiente arrastre ellos pierden la elección de 2024, con este CNE y con estas condiciones electorales. Por consiguiente, su poder está en juego.
Ante eso, su estrategia maestra pasa por lo ya conocido, alimentar las divisiones dentro de las filas opositoras y lanzar suficientes electores que no les son afectos al terreno de la abstención. Y si para eso, tienen que “jugar duro” y hacer pagar al país un costo todavía mayor en términos económicos y sociales, también lo harán.
De hecho, y tampoco por casualidad, Maduro aprovechó su presencia en ese espacio de la televisión estatal, para poner en duda la vuelta al diálogo de su Gobierno en México, por considerar que no hay certezas ni garantías por parte de la contraparte (la Plataforma Unitaria) en esa negociación. Contraparte que convoca la Primaria y espera, y aspira, mejores condiciones para la participación electoral, aunque de esto cada vez se habla menos.
La frágil economía de Venezuela
“Si no pueden cumplir un acuerdo que se conversó durante meses, que se firmó con garantes internacionales, con veedores internacionales, ¿qué garantías, qué certeza, qué motivación puede tener el Gobierno revolucionario (…) para volver a sentarse en una mesa con ese sector? Ninguna”, afirmó.
Se refiere Maduro al Segundo Acuerdo Parcial para la Protección del Pueblo Venezolano, firmado en noviembre por ambas partes y que contempla la recuperación 3.200 millones de dólares que estarían retenidos en el sistema financiero internacional. El principal representante de la Plataforma Unitaria en esa mesa de negociación ha aclarado que recuperar esos recursos dispersos en varios países con sistemas legales distintos es difícil y no se hace de la noche a la mañana. En el Gobierno lo saben, pero eso los tiene sin cuidado, porque lo importante es la cortada para evitar dar concesión alguna que pueda poner en riesgo la permanencia en el poder, aunque eso implique que Estados Unidos no flexibilice las sanciones comerciales y financieras que en teoría permitirían recuperar la economía y con ello mejorar las posibilidades electorales de Maduro en un año. Pero por lo visto, los tiros no van por allí.
Esto, además, en un contexto en el cual la frágil economía venezolana nuevamente hace aguas por todos lados. Tal visión de las cosas está resultando desoladora para un sector del país (y del propio oficialismo) que apostó a que prosiguiera el curso de la apertura económica y de normalización de relaciones con el resto del mundo.
Enorme potencial de convocatoria
En una reciente entrevista en una canal de la televisión venezolana el embajador de Francia en Venezuela Romain Nadal explicaba que los gobiernos la Unión Europea esperan “gestos” por parte del gobierno venezolano a fin de contribuir a la necesaria “apertura” de la economía venezolana al mundo; entre otros, la liberación de los presos políticos. Pero todo parece indicar que esa no es la visión de la cosas que tienen Maduro y Cabello, para quienes la permanencia en el poder está por encima de cualquier otra consideración.
En ese sentido, no cabe duda, de que al menos en el papel, la primaria opositora tiene hoy un enorme potencial de convocatoria popular y por lo tanto es una amenaza potencial al poder establecido. Aunque es convocada por los partidos del conflictuado (sic) G4, son organizadas por ciudadanos respetables y abiertas a la participación de la mayoría. Luce que el que las gane tendría una ventaja enorme, quizás insalvable, frente a cualquier competidor en la elección presidencial de 2024. De allí su atractivo. Pero al mismo tiempo, y por ese mismo motivo, el cuello de ese proceso de consulta popular siempre estará amenazado por la espada de Damocles del Gobierno que tiene mecanismos para impedir su realización.
Y el Gobierno parece dispuesto a hacerle pagar al país el costo de continuar en el poder a toda costa.
¿Cómo enfrentar eso? Recordando que la Primaria no es un fin en sí mismo, es el medio. El fin último, de cualquier grupo opositor en Venezuela, es conseguir el cambio político pacíficamente y por medio del voto. Se trata de convocar al país a una cruzada cívica en un camino lleno de trampas, riesgos y dificultades.
La mayor amenaza a las primarias
En ese sentido, la mayor amenaza a las primarias mismas no viene, por ahora, del lado del Gobierno sino desde las propias filas opositoras. O, para ser más precisos, de los que han manifestado el deseo de participar en las mismas. En eso Cabello tiene razón.
En primer lugar, ha dado pie para exhibir, una vez más, la disputa cainita entre Leopoldo López y Julio Borges con ese feo y desmoralizador espectáculo de acusaciones y reproches mutuos donde cada uno ha acusado abiertamente al otro de traidor, infiltrado y corrupto. Así fue, como pusieron fin el Interinato.
La otra amenaza es menos superficial y apunta al corazón mismo de la política, es la presentada por María Corina Machado. Aquí tampoco hay novedad. Lo que ella está proponiendo es que el campo democrático venezolano se lance esta vez del piso décimo en vez del quinto como se hizo en 2018. Es decir, no un cambio de la estrategia fallida sí que otro actor intente lo mismo que antes no resultó. Al respecto no permitimos aquí citar el interesante trabajo que al respecto ha publicado Ricardo Sucre.
Curioso y revelador
Resulta muy curioso y revelador constatar que esta (ya no tan nueva) generación de políticos venezolanos razona de la misma manera que los nostálgicos de los catastróficos ensayos socialistas del siglo XX. Si eso no resultó no fue porque la idea fuera mala en sí misma, sino porque el que la aplicó no era la persona inadecuada.
Si la Primaria, que tanta expectativa están despertando, es para decir quién es el nuevo líder o lideresa que dirigirá la misma versión de la misma inútil política que ha llevado a la oposición venezolana al estéril terreno de la abstencionismo electoral, desde ya podemos decir que se va a un nuevo capítulo de fracaso y frustración colectivas, abonando la versión de los herederos del régimen chavista según la cual los problemas del país no son culpa de ellos sino de “esta oposición”.
Pero también es un riesgo muy alto, que se quiera usar la Primaria para decir la política, cuando, de entrada, todos los implicados deberían estar de acuerdo en la misma, que no puede ser otra que presentar a Venezuela una alternativa democrática de poder, pacífica, cívica y electoral. El margen para las aventuras y aventurerismo se acabó.