(EFE).- Miles de personas se manifestaron este martes a las afueras de Katmandú para reclamar la restauración de la monarquía en Nepal, una institución que fue depuesta hace 17 años entre el clamor de la población, pero que en los últimos meses vive un auge de popularidad por la inestabilidad política en este país asiático.
El reinado del último monarca nepalí, Gyanendra, terminó en 2008, y aunque las protestas a favor de su vuelta al trono ocurrían desde entonces con relativa frecuencia, el carácter de las manifestaciones se ha tornado más violento en las últimas semanas.
Al menos dos personas murieron y otras 45 resultaron heridas el pasado 28 de marzo durante unos violentos enfrentamientos entre seguidores monárquicos y Policía en el marco de una de estas protestas. El acto de hoy también reclamaba la liberación de un centenar de manifestantes que resultaron detenidos.
El propio Gyanendra, que vive actualmente en una residencia en el extrarradio de Katmandú, ha acudido a alguna de estas concentraciones.
Estas son algunas razones del auge de popularidad de la monarquía y en especial de Gyanendra, la alternativa real a la política nepal:
Un Gobierno sumido en el caos
Desde que la monarquía de Nepal fue abolida oficialmente por el Parlamento en 2008, el país ha tenido una docena de primeros ministros, víctima de la facilidad con la que se forjan y se destruyen las alianzas gobernantes.
Un ejemplo de ello es el actual primer ministro, Sharma Oli, que fue investido el pasado julio por cuarta ocasión.
Su caso no es único, otros exdirigentes como Pushpa Kamal Dahal o Sher Bahadur Deuba han estado al frente del Ejecutivo en tres y dos ocasiones, respectivamente, desde el cambio a una república federal parlamentaria.
Esta falta de continuidad en el poder, con las mismas figuras alternándose al frente del Ejecutivo, dificulta que exista un continuidad en la política nepalí, más centrada en el corto plazo que en medidas de largo recorrido, lo que genera descontento.
La alternativa ‘real’
Los seguidores monárquicos apoyan el regreso de Gyanendra, de 77 años, quien fue depuesto en 2008.
El antiguo monarca reside desde entonces a las afueras de Katmandú. La tensión suele intensificarse cuando se une a las marchas monárquicas, lo que en ocasiones deja varios heridos en enfrentamientos entre manifestantes con las fuerzas de seguridad.
En respuesta al apoyo que recibe Gyanendra y a los llamados a volver a una monarquía, Oli y Deuba le han retado a presentarse a las elecciones y llegar al poder a través de la política.
Rey por sorpresa
Gyanendra fue forzado a ceder el poder al Parlamento en 2006 después de semanas de intensas protestas que lo acusaron de emplear políticas autoritarias con la excusa de sofocar la guerra civil nepalí (1996-2006) que enfrentó a los maoístas y al Gobierno monárquico.
Pero su acceso al trono fue totalmente inesperado. Se produjo en 2001, después de que el heredero a la corona, su sobrino, matara durante una cena al rey Birendra (1972-2001) y a varios miembros de la familia real, y se suicidara, posicionando a Gyanendra como el primero en la línea de sucesión.
Gyanendra era el segundo hijo mayor del antiguo rey nepalí Mahendra (1955-1972).
La monarquía en Nepal se remonta a mediados del siglo XVIII, con la llegada al poder de la dinastía Shah.
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