Zenaida Amador (ALN).- Ante el próximo vencimiento de la vigencia del decreto de estado de alarma, que mantiene a Venezuela en parálisis general desde el 13 de marzo como medida para contener la expansión del Covid-19, se espera que las autoridades anuncien una flexibilización de la cuarentena. Sin embargo, hay una serie de factores, más allá de la enfermedad, que parecen estar pesando en esta decisión.
Según aseguró Nicolás Maduro este fin de semana, un grupo de expertos que le aconseja sobre el manejo de la pandemia le recomendó “radicalizar” la cuarentena. El comentario cayó como agua fría en el país, ya que la parálisis económica impuesta golpea con fuerza a un aparato productivo que ya venía en recesión y agudiza el empobrecimiento de la población.
Diversos sectores, en especial del área comercial, han hecho pública su determinación de avanzar hacia una flexibilización que les permita operar, ya sea en horarios limitados y bajo estrictas normas que garanticen el aislamiento social. Los centros comerciales, por ejemplo, son de los que vienen ejerciendo presión para que les permitan reabrir sus puertas, ya que están en peligro los negocios que allí operan, así como los empleos que se generan.
Estas presiones llevaron a Tareck El Aissami, vicepresidente del Área Económica y ministro de Petróleo de Maduro, a indicar que se estudiaban protocolos de salubridad para aplicarlos en sectores que se habían mantenido inactivos durante la cuarentena, pues la idea es ir progresivamente hacia una “normalización relativa y vigilada”.
Incluso explicó que se estaban “segmentando distintas actividades comerciales para determinar los protocolos a diversos tipos de ellas” y se evaluaban “algunas alternativas por bandas horarias para algunos comercios”.
Al respecto también se pronunció Delcy Rodríguez, vicepresidenta ejecutiva de Maduro, al afirmar que habían preparado un “semáforo epidemiológico con características territoriales, con la incidencia de los casos”, lo que podría abrir el margen de acción de una nueva etapa de la cuarentena.
Pero Maduro, lejos de seguir esta línea y alimentar la idea de la flexibilización, dijo que la cuarentena debe seguir y que este lunes lanzará una encuesta nacional, a través de la plataforma patria, para que los venezolanos respondan un cuestionario que ayudará a definir esta nueva etapa de atención del coronavirus.
Pero ¿qué elementos pesan sobre la decisión de flexibilizar la cuarentena?
El tema sanitario
En dos meses la cifra de contagiados en Venezuela alcanza los 414 y a 10 la de fallecidos. A fines de abril algunos especialistas en materia sanitaria estimaban que en las siguientes tres semanas Venezuela podría estar entrando en una fase mayores brotes de transmisión local del coronavirus. Es difícil llevarle el pulso a esto debido a los vacíos de información y a la poca transparencia en el manejo de las cifras del coronavirus en Venezuela.
Para el infectólogo Julio Castro, quien asesora a la Asamblea Nacional sobre el tema, la ausencia de pruebas impide conocer con certeza el estado actual de la enfermedad en el país. “Saber el momento de la epidemia es complicado, porque no tenemos herramientas de medición”.
Sin embargo, en los últimos días las autoridades vienen reportando un incremento de los contagios debido a personas que recién habían vuelto al país de Colombia y Brasil. No hay que olvidar que, según el propio Maduro, se ha registrado el retorno de unos 20.000 venezolanos que no pudieron seguir en el exterior debido a los coletazos de la crisis.
Aunque las autoridades aseguran que aplicaron un severo cerco sanitario, aislando a los retornados en refugios para hacerlos cumplir cuarentena, parece que el esquema no ha sido del todo exitoso. Además, no se puede perder de vista el movimiento no controlado que ocurre a diario por los pasos fronterizos.
Si bien el tema sanitario es una variable importante, no obstante, no parece ser la de mayor peso.
Escasez de gasolina
La incapacidad de dotar del combustible necesario al país para que al menos operen los sectores prioritarios, como salud, alimentos y transporte, ha quedado en evidencia a lo largo de la cuarentena. No hay gasolina para garantizar los suministros mínimos, por lo que buena parte del parque automotor está parado.
En el contexto de la cuarentena esta situación puede encubrirse, pero no será posible hacerlo si se avanza hacia una apertura comercial o hacia un aumento de la actividad económica.
Un reciente despacho de Argus da cuenta de los intentos del régimen de Nicolás Maduro por atender esta carencia apelando a cualquier recurso. De hecho, el reporte señala que los gobiernos de Irán y China están trabajando estrechamente con Petróleos de Venezuela, PDVSA, para intentar reiniciar su mayor complejo de refinación, ubicado en el estado Falcón, para poder reponer el suministro de combustible. Este reporte señala que la estatal iraní Khatam al-Anbiya, sancionada por Estados Unidos, también está suministrando piezas y técnicos para lograr este objetivo. Todos estos esfuerzos se estarían pagando con oro.
Las pocas cargas de gasolina que las autoridades han logrado ingresar al país son insuficientes para atender la demanda, por lo que se requiere que este trabajo para reactivar la refinación interna culmine para poder garantizar un suministro mínimo al país. El trabajo de los técnicos iraníes y chinos se enfoca prioritariamente en reiniciar hasta 86.000 barriles diarios de producción de gasolina en la refinería Cardón.
Sin tener resuelto este punto luce complejo que se avance hacia una reactivación de la actividad económica.
Necesidad de control
Pero más allá de todo lo anterior, para el régimen de Nicolás Maduro es necesario garantizarse el control político y social. Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de Violencia, ha señalado que la militarización desplegada a propósito de la cuarentena buscó un mayor control social y político, así como acallar la protesta, y que la población “se acostumbre a esta anormalidad precaria que tenemos hoy en día”.
Mantener a la ciudadanía desmovilizada por causa de la cuarentena ha permitido mantener a raya el creciente descontento social por la falta de servicios públicos, la escalada inflacionaria y el creciente riesgo de escasez.
También es una vía para que justificar el despliegue de los cuerpos de seguridad que le responden directamente a Maduro y que actúan como brazos represores contra la disidencia, algo que promete agudizarse a partir de la recientemente expuesta “Operación Gedeón”, donde grupos ligados a la élite opositora habrían gestado un movimiento armado para presuntamente forzar la salida del régimen venezolano del poder.
Cualquier persecución a propósito de estos hechos encuentra en la cuarentena un velo perfecto, no solo por la parálisis general, las limitaciones de movilidad entre zonas y la obligatoria reclusión ciudadana en sus hogares, lo que facilita la acción de los cuerpos represivos, sino porque todo el sistema de justicia también está paralizado y atendiendo selectivamente “casos urgentes”, lo que deja a decenas de detenidos políticos en un limbo mayor, sin que sus familiares y abogados puedan conocer la evolución de los casos.
Aunque no queda claro si en esta circunstancia Maduro se jugará la carta de ir directamente contra Juan Guaidó, a quien responsabiliza por gestar la “Operación Gedeón”, sí lo hará sobre todos los que fueron alcanzados por esta intentona incluso a lo interno de sus filas.
Habrá que ver qué tanto pesan estos factores a la hora de decidir sobre la cuarentena.