Redacción (ALN).- La Iglesia Católica se prepara para elegir a un nuevo papa tras la muerte de Francisco. Sin embargo, Venezuela no tendrá en esta ocasión representación en la elección, aunque si podrán asistir a las sesiones diarias que se realizan en el cónclave.
A pesar de que los cardenales de todo el mundo tienen las puertas abiertas para participar del proceso, hay una regla respecto a quienes pueden y no pueden elegir mediante el voto y es esa regla la que impide que nuestros cardenales venezolanos puedan votar.
De acuerdo con la reforma realizada en 1996 de la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II, en el cónclave solo pueden participar los cardenales menores de 80 años.
Es por ello, que los dos cardenales venezolanos no podrán votar para elegir al nuevo pontífice, ya que Diego Padrón Sánchez, arzobispo emérito de Cumaná, tiene actualmente 85 años, mientras que Baltazar Porras Cardozo, arzobispo emérito de Caracas, cumplió 80 años en 2024.
La fecha de inicio del cónclave se realiza entre 15 y 20 días después de la muerte del papa, por lo que se espera que a mediados de mayo se de inicio.
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¿Cuántos cardenales participarán en el cónclave y cómo es el proceso?
Actualmente, hay 138 cardenales electores, aunque el número máximo permitido es de 120. Proceden de 71 países, frente a los 48 representados en 2013, cuando fue elegido el papa Francisco.
Los italianos constituyen el bloque nacional más grande, con 17 cardenales, seguidos por 10 de Estados Unidos y siete de Brasil. En total, hay 54 cardenales electores de Europa, 24 de Asia, 18 de África, 18 de América del Sur, 16 de América del Norte, 4 de América Central y 4 de Oceanía.
Cada cardenal escribe el nombre de su candidato en una papeleta, la dobla, la levanta para que los demás vean que no la oculta. Después la deposita en una patena, que luego se vacía en una urna. Al acercarse al altar, pronuncian en voz alta: “Testor Christum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quem secundum Deum iudico eligi debere”. Lo que se traduce a: “Pongo por testigo a Cristo, que me juzgará, que voto por quien, según Dios, considero que debe ser elegido”.
Una vez finalizada la votación, se realiza el escrutinio. Las papeletas son leídas en voz alta y los votos contabilizados por tres cardenales escrutadores. Las papeletas luego son quemadas en una estufa: el humo que sale por la chimenea de la Capilla Sixtina indica el resultado. Si es negro, no hay papa. Si es blanco, el mundo tiene nuevo pontífice. Para que haya elección válida, el candidato debe alcanzar una mayoría de dos tercios.
Con información de Caraota Digital